Despertador Online

El diario del Oasis Norte de Mendoza

La Región

8 de septiembre de 2015

Se cumplió el tercer aniversario de la desaparición de Johana Chacón

  •   Por Jorge Abalo
           

Palabras vertidas durante el acto realizado el 04/09/2015 conmemorando el tercer año de comienzo de la búsqueda de Johana Chacón.

Los hechos son conocidos por todos: el 18 de noviembre de 2011 desaparece Soledad Olivera; y hace hoy exactamente 3 años, el 4 de setiembre de 2012, desaparece Johana Chacón. Nunca más se supo de ellas.
Las dos son mujeres; las dos son jóvenes; las dos pertenecen a ese sector de la sociedad que eufemísticamente llamamos «vulnerable»; las dos echan raíces en una comunidad rural de nuestro departamento, una de tantas, una como cualquier otra.
También es sabido que, a pesar de la denuncia, un nefasto y peligroso funcionario público de la Provincia, llamado Darío Nora, abogado y fiscal, decidió que a Soledad no había que buscarla. Unos meses después hubiera decidido lo mismo con la desaparición de Johana.

hqdefault
Pero hubo un imprevisto: una escuela, su directora, familias de la zona, organizaciones y personas que se sumaron casi espontáneamente, decidieron otra cosa: decidieron sacudir la perversa modorra de los poderes del estado supuestamente responsables, y exigir. ¿Qué? Aparición con vida de Johana y Soledad.
Un poco se sacudió el avispero y comenzó una investigación lenta y, hasta acá, infructuosa. Luego de tres años largos se arribó, en una de las causas, a la instancia de juicio oral, en el cual Mariano Luque se halla acusado de privación ilegítima de la libertad en la persona de Soledad Olivera, aunque está pendiente también la resolución sobre un cambio de calificación del delito, promovida por el abogado querellante en representación de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, quien entiende que debería juzgarse a Luque por homicidio simple.
Estaba previsto para antes de ayer, miércoles 2, que la 2da. Cámara del Crimen dictase sentencia. Horas antes del momento previsto para el inicio de la audiencia nos enteramos de su postergación para el próximo martes 8.
La noticia provocó desconcierto. Las razones invocadas por el Tribunal son «internas», por lo que dan lugar a sinnúmero de especulaciones: que los tres jueces de la Cámara no pueden arribar a un acuerdo, que intentan «desinflar» la movida organizada en las puertas del Poder Judicial o, mucho más repugnante aún, que no quisieron dar a conocer un fallo seguramente repudiado, en el marco del tercer aniversario de la desaparición de Johana y «patearon la pelota para adelante».
De todas formas, ¿qué? Lo concreto, lo real, es que hoy Johana y Soledad no están aquí con nosotros y nosotras.
Avancemos un poco más: supongamos que los jueces encuentran culpable a Luque; es más, supongamos que, incorporando un poco de coherencia a ese fárrago de papeles que intentan justificar una pésima investigación, lo encuentran culpable de homicidio. ¿Qué aportó el fallo al esclarecimiento de la desaparición? ¿Dónde está Soledad? ¿Dónde está Johana?
Los poderes del Estado siguen siendo los grandes responsables del ocultamiento, por acción u omisión.
El gobernador de la Provincia, Francisco Pérez, en un gesto tranquilizador que exigía confidencialidad, le dijo a Silvia Minoli hace más de dos años: «estamos cerca…» ¿Cerca? ¿De qué? Hasta aquí no lo sabemos.
La Dirección General de Escuelas, haciéndose la distraída ante la desaparición de la madre de tres alumnos de una escuela pública y de ¡una alumna de séptimo grado! de esa misma escuela, brilló por su ausencia durante estos penosos años de búsqueda, abandonando a su suerte a la Escuela Virgen del Rosario y su comunidad.
Diputados y senadores, autores de bellos y a veces emotivos discursos, lograron ponerse de acuerdo para impulsar la instauración del 4 de setiembre como Día Provincial de Construcción Colectiva de Conciencia Ciudadana, durante el cual los establecimientos educativos de todos los niveles y modalidades de la Provincia, deberían realizar una Jornada de concientización sobre leyes fundamentales en vigencia: derechos de niños, niñas y adolescentes; protección integral a las mujeres; identidad de género; etc. Ha pasado un año desde la sanción de esa norma: me pregunto ¿cuántas escuelas trabajaron hoy esa temática?
Y finalmente, el Poder Judicial. Ese que alberga a personajes como Darío Nora que supo ignorar la denuncia sobre la desaparición de Soledad y que, a pesar de una solicitud de juicio político impulsada por las organizaciones sociales y aceptada, digámoslo, por no tener más remedio, por el Procurador de la Provincia, fue protegido por sus pares y por integrantes del Legislativo, por lo que aún hoy continúa en su puesto.
Ese Poder Judicial que ignora olímpicamente derechos consagrados en Convenios Internacionales, en la Constitución Nacional, en infinidad de leyes, cuando esos derechos les asisten, fundamentalmente, a pobres, a mujeres, a niños, a vulnerables. Y así es como siguen desapareciendo mujeres, así es como se sigue asesinando a mujeres o maltratando a niños y niñas, así es como seguimos asistiendo azorados a casos de «gatillo fácil».
A principios de esta semana supimos del encuentro de la nieta número 117, hija de desaparecidos. Nos emocionamos y alegramos aún más al saber que era la nieta tan buscada de María Domínguez, esa vieja tan querible que nos hace reir y llorar cada 24 de marzo al finalizar la ya tradicional marcha provincial.
Pero esa alegría, lamentablemente, está opacada por la no aparición de Johana y Soledad, de Gisela, de tantas y tantas mujeres de las que no se sabe nada y que hemos dado en llamar «desaparecidas», con toda la connotación simbólica que esa palabra tiene en nuestra sociedad.

 

Sin embargo, como bien dice Silvia Minoli, «las mujeres no desaparecen; o las matan o las incorporan a una red de trata».
Hace tres años hoy que desapareció Johana; hace un poco más desapareció Soledad. No están dónde deberían estar: aquí, junto a nosotros y nosotras, con sus hijos y hermanas y hermanos.
Hoy es el aniversario, mañana las seguiremos buscando, porque desde el mismo momento en que dejamos de ver a Johana lanzamos la consigna: «no las dejemos solas». Y nosotros, al menos nosotros, no las vamos a dejar solas.

 


  • Comentarios

    Relacionadas