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19 de abril de 2016

» Santa Teresita», el primer barrio por ayuda mutua

  •   Por Alfredo Garcia
           

Llegar a la casa propia, tuvo varias instancias difíciles en Argentina. Sobre todo para quienes no tenían la posibilidad de ingresar a entidades que pudieron accedes a entidades bancarias u organismos que apoyan el financiamiento.

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En ese contexto de búsqueda de soluciones, Lavalle parece haber marcado un camino a partir de la integración y el trabajo vecinal. Por eso, más allá de analizar etapas políticas en ese sentido y otros ejemplos de crecimiento, en esta ocasión me detengo para señalar el sistema de ayuda mutua que tuvo a Lavalle como ejemplo provincial al iniciarse la década del ‘ 70. Los protagonistas de ese entonces fueron las familias que construyeron el barrio Santa Teresita, en Villa Tulumaya.

Agustín Eduardo José reconoció que lo más importante para llegar a ese final feliz, fue mantener la unidad y dedicar mucho esfuerzo al objetivo propuesto.

Esta historia tuvo como punto de partida la inicial la ilusión que cimentaron cuando el Instituto Provincial de la Vivienda dispuso adquirir un terreno para realizar 30 viviendas distribuidas en dos manzanas. Esto fue por 1968. Según José Luis, para ese fin se previó una partida inicial de 15 mil pesos.

Si bien el primer paso fue esperanzador, al invertirse una parte en la compra del predio, el resto del proyecto no logró avanzar. Pero este grupo de familias no estaba dispuesto dejar caer el sueño.

Los pre adjudicatarios habían integrado el consorcio Santa Teresita, nombre dispuesto «un tanto para reconocer el apoyo de Teresa Camarasa de Appugliese, quien había intervenido en las gestiones».

Inicialmente, la presidencia de la entidad estuvo a cargo de Elio Juárez; cargo que con posterioridad lo ejerció José Luis. Con el tiempo el grupo de familias tomó con mayor fuerza el objetivo planteado y comenzó a imaginar la posibilidad de ponerse «mano a la obra» lo antes posible, e iniciar la construcción del obrador. En tal iniciativa, el municipio – en la gestión de Francisco Cavagnola- les aportó una partida de blocks. Para completar los elementos necesarios, acotó que «sacamos carrizos del arroyo Tulumaya y empezamos a recorrer cauces de riego cortando algunos álamos para terminar la enramada». Como hecho anecdótico evocó que por estas incursiones fueron denunciados y «terminamos detenidos en la seccional local de la Policía».

Luego de algunos reclamos publicados en los diarios de ese entonces, la agrupación logró ser escuchada por las autoridades provinciales. Es así como, al poco tiempo- añadió «llegó la respuesta del IPV, aportando incluso maquinarias para que pudiéramos realizar los blocks, parte del material y asesoramiento técnico».

Teniendo en cuenta la experiencia y el trabajo similar que se realizaba en el barrio Infanta, de Las Heras, nos trasladamos al lugar donde logramos la capacitación de algunas personas. Simultáneamente, la comuna nos facilitó un camión para traer áridos desde una ripiera de Jocolí».

Todo este esfuerzo personal nos permitió sumar otro dormitorio y los cierres perimetrales de las 30 casas. Todos teníamos que participar con trabajo cuatros horas por día, incluyendo sábados y domingos, dijo también

Los que no podían trabajar, abonaban el valor de medio jornal correspondiente a un oficial albañil, dinero con el que contratábamos mano de obra especializada para tareas específicas. En ese contexto don Marcelo Motta sumó su experiencia como maestro mayor de obra. Finalmente, las viviendas fueron distribuidas bajo el sistema de sorteo con bolillero.


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