QUE PASARA CON EL PRECIO DEL ACEITE?
Luego de las rispideces que han producido los tarifazos en energía durante el primer semestre del año tanto en lo político, institucional y sobre todo en la población, el macrismo parece querer redoblar la apuesta, pero “lubricada”, para evitar los roces.
El gobierno nacional autorizó el aumento del aceite de girasol, de soja y sus derivados al eliminar un subsidio privado. Según las autoridades el precio para el consumo final no debería ser superior al 30% pero desde la Federación de Aceiteros aseguran que podría llegar a un incremento del 300%.
Lo curioso de este nuevo despegue de tarifas es que a diferencia de los de transporte y energía, el subsidio que la Secretaría de Comercio de la Nación dio de baja no era estatal, sino que se trataba de un fideicomiso abastecido exclusivamente por fuentes privadas pero con gestión estatal. Este compromiso económico tendrá su finalización formal el 31 de agosto próximo y de ahí en adelante los precios estarán “liberados” para los productos mencionados.
Un fideicomiso es un contrato por el cual una o varias personas (o entidades) le transmiten dinero o bienes a otra para que las administre. En este caso, el acuerdo fue creado en 2008 por el secretario de comercio kirchnerista Gillermo Moreno y por medio del mismo las empresas exportadoras de granos de soja y girasol otorgaban el 1,2% de las ganancias de sus exportación es para que el Estado nacional las administrara. El aparato público reinvertía ese dinero en las empresas fraccionadoras del aceite a fin de que el precio final del producto fuera más accesible para la población.
Dicho fideicomiso tenía su finalización en diciembre de 2015 y el macrismo en lugar de darle continuidad decidió darlo por finalizado en agosto. Al mismo tiempo se decidió retirar estos productos tan consumidos en la alimentación argentina del programa Precios Cuidados, como resultado se espera un aumento del 30% aunque desde el sector gremial estiman que podría triplicarse el valor actual.
Las fuentes oficiales dan a entender que el precio del aceite estaba subvaluado y que los costos son muy altos para la industria, algo llamativo teniendo en cuenta que sólo le insume a los exportadores el 1,2% de sus ingresos, que en lo que va del año suman 9.250 millones de dólares, mientras que en realidad al Estado (y por ende a los bolsillos del consumidor) no le generaban un gasto sino un ahorro.
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