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18 de octubre de 2016

La historia del nieto recuperado 121, contada en primera persona

  •   Por El Despertador
           
Maximiliano Menna Lanzillotto, el nieto recuperado 121, afirmó que pudo dialogar con su familia de origen como si se conocieran «desde siempre» y destacó que pudo «conocer esta verdad que, de otra forma hubiera perdido para siempre». «Gracias a Abuelas de Plaza de Mayo y a la Conadi pude conocer esta verdad que, de otra forma, hubiera perdido para siempre», señaló el hijo de Domingo Menna y Ana María Lanzilotto.

Es hijo de Ana María Lanzillotto y Domingo Menna, secuestrados en julio de 1976 en Villa Martelli.

El nieto 121 recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo fue buscado durante 40 años por su tía, Alba Lanzillotto, quien fue secretaria de Abuelas de Plaza de Mayo. Su madre fue secuestrada cuando estaba embarazada de ocho meses y aun permanece desaparecida, al igual que su compañero, Domingo Menna.
Los detalles del joven que recupero su identidad se desconocen, ya que se iban a dar a conocer este mediodía en conferencia de prensa pero se debió suspender por la muerte de un ex yerno de Estela de Carlotto: Bruno Huck, ex marido de Claudia Carlotto. Sin embargo, su árbol familiar y su historia de 1976 sì son públicos.
 
 
Ana María Lanzillotto fue secuestrada el 19 de julio de 1976 junto a su pareja en un edificio de Villa Martelli, en un operativo en el que el Ejército capturó a los líderes del ERP. Ambos militaban en el PRT-ERP. A ella le decían «La Ani» y a él, «El Gringo o Nicolás».
Además de una familia numerosa, el joven restituido un hermano, Ramiro Menna, quien tenía dos años en 1976. «Lo que él vive es ‘jodido’, se enteró que no era quien era. Es muy fuerte y yo tengo que respetar el proceso que está viviendo y que no es nada fácil», contó Ramiro en declaraciones a Vorterix.
Todavía sin haber podido conocerlo Menna comentó lo que sabe de su hermano: «Sólo sé que tiene dos hijos, es pelado y con barba igual que yo». «Es un nieto de La Rioja, hijo de una mujer de los llanos y de un educador muy conocido» en esa provincia y militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores, remarcó.
En 2013, el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín condenó a once represores por crímenes de lesa humanidad cometidos en Campo de Mayo. Tres de ellos fueron juzgados por siete casos de mujeres secuestradas embarazadas y que dieron a luz en cautiverio. Entre ellas, Ana María Lanzillotto. Por entonces Ramiro Menna, hermano del joven restituido, decía que «el juicio sobre Campo de Mayo tiene una dimensión muy esperada por todos nosotros como familia, por la cuestión de que quizá, uno no sabe, puede aparecer algún indicio, algo que nos ayude a encontrar a mi hermana o hermano. Desde el presente, esa es la ligazón más fuerte. Uno lo espera con ansiedad».

 

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En declaraciones al diario Página 12, Maximiliano indicó que vive esta situación «como el descubrimiento de una realidad nueva, la posibilidad de ponerme en contacto con una parte de mi historia que desconocía totalmente».
«No siento que soy otro de golpe, nunca sentí que no sabía quién era, sino que tenía de repente la posibilidad de encontrarle explicación y significado a muchas cosas que quizás antes no me había puesto a reflexionar, tenía la posibilidad de acceder a una verdad que me completa. Quiero saber más de mis padres, le encuentro otro significado a recuerdos, a inquietudes que tuve y que nunca les había atribuido razón clara», djio.
Además, reveló: «En estos meses sentí que se me agrandó el corazón un poco. De ninguna manera esto significa un reemplazo de una historia por otra, sino el descubrimiento de una parte de mí que hasta ahora desconocí».
«Prefiero que haya pasado y seguir para adelante a haberme perdido para siempre esto. Aquel momento en el que me dieron la noticia fue un impacto. Me ganó el desconcierto, no lograba dejar de preguntarme si lo que me estaba pasando era efectivamente así. Pero cuando vi la fotos en la carpeta, ya no me quedaron dudas», agregó.
Además destacó: «Me tranquilizó el cuidado y el respeto que tienen en la Conadi, que es impresionante. Me trataron bárbaro, me informaron sobre todo, respetaron mis tiempos para difundir la cuestión».
«A mi mamá de crianza le pregunté si se imaginaba por qué quería hablar con ella y se le llenaron los ojos de lágrimas. Le conté sobre la prueba de ADN por la que la había consultado cinco meses atrás y me preguntó si había dado positivo. Le dije que sí y le transmití lo que siento hoy, incluso: que no tengo ningún reclamo hacia ellos, solo gratitud de que me hayan criado desde ese momento hasta ahora, pero quería saber qué había pasado», agregó.

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