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El diario del Oasis Norte de Mendoza

La región hace escuela

15 de marzo de 2020

La ciencia y la política del siglo XXI frente al terror del siglo XVIII

  •   Por Jorge Abalo
           

El ministro de Educación de la Nación Nicolás Trotta afirmó ayer «Si los especialistas nos dicen que suspendamos las clases, lo
haremos inmediatamente» y acto seguido dijo: «yo ejecuto las recomendaciones de las principales autoridades epidemiólogicas».
Sin embargo, esto no acabó ni por mucho menos con el miedo, y el pánico que de a poco va apoderando de la comunidad en
general. En Lavalle muchas familias ya avisaron a sus docentes que no enviarían a sus hijos a la escuela.

Los argumentos de la ciencia en principio, parecen razonables, pero evidentemente la población tiene otra percepción del asunto.

Es que hay recomendaciones y experiencias para todos los gustos. En Japón no se saludan mediante besos, y se convirtió en uno de los países de riesgo. En Madrid se cerraron las escuelas y las familias se fueron de paseo a lugares con público. Hoy es uno de los que tiene mayores cantidad de casos.

 

 

Aprender de esas experiencias se supone que fue fundamental para que la ciencia le dijera a la política en la Argentina como actuar en este caso. Y la política hizo caso, cosa extraña en estas épocas, aún en contra del sentido común popular que indicaría que si se cierran todos los lugares masivos, las escuelas deberían hacer lo mismo.

Ese es el debate al que se circunscribirá la próxima semana o estos días, el país entero. Escuelas abiertas sí o no, y rogar que no se propague por las instituciones.

Ese es el protocolo seguido en la provincia de Mendoza, que no es ni más ni menos que el de la Nación. Lo que muestra que en esto no hay fisuras políticas a ambos lados de la grieta. Y no debería haberlo. A no ser que se quiera ser tan vil de pretender sacar partido con esto.

El gobierno podría hacer demagogia pura, aprovechando cierta popularidad del presidente, pero decidió confrontar con la propia población. En realidad no con la población, sino con el terror y el miedo que genera una epidemia en estas épocas.

Miedo que se ha apoderado del mundo entero, que viene de las entrañas de la historia de la humanidad. Sin embargo, las epidemias de viruela que tanto asolaron a Europa en el siglo XVII llegaron a matar hasta el 40% de la población. La gripe común mata al 1% y el coronavirus va entre 3 y el 4%. Número altos si le tocan a uno o al entorno y en comparación con la gripe y sumamente bajos con las grandes epidemias mundiales.

Aunque parezca un yerro o no de la política, escondida bajo la idea de consultar a la ciencia, lo cierto es que
la que finalmente deberá tomar la decisión es la primera. Los riesgos son altos. Esperemos que estén a la altura de la circunstancia.

Para que una enfermedad del siglo XXI no se transforme en un flagelo del siglo XVIII.

 


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