La idea era recrear en un cuento, todos los cuentos que nos contaron de chicos, a los que tuvimos la oportunidad de que nos contaran cuentos por las noches. Y en ese sentido, el cuento soñado por la nieta cerró a las mil maravillas.
Pero previamente, las niñas bailaron distintas danzas a las que nos tienen acostumbrados. Con las coreografías de Gimena Rumbo y Laura José Luis, pasó un año más, que nos fue sólo un año, sino el corolario de 30 años de entrega y belleza.
Así, el domingo no pasó desapercibido y en dos funciones en la Casa de la Cultura, las chicas del Instituto brillaron con luz propia. Con esa luz que es capaz de irradiar al resto.