Hoy, como cada 8 de marzo, además de servir como excusa para recordar las históricas e intensas luchas que originaron el Día Internacional de la Mujer, habilita pensar hasta donde se avanzó para lograr la igualdad de oportunidades entre el varón y la mujer, pero sin dejar de interrogarse sobre cuáles son los principales retos que quedan por desandar.
Las mujeres debimos alzar nuestras voces, reclamar para que se respetaran derechos. Así, la atención médica, el sufragio femenino universal, el acceso a cargos públicos, el derecho a trabajar, al estudio y a la formación profesional y la no discriminación laboral, comenzaron a ser tenidos en cuenta.
Es importante que hoy, cuando todo el mundo deposite las miradas en las mujeres para saludar, regalar algo; nos tomemos un tiempo para reflexionar. Pensar la condición de la mujer en la sociedad actual y re-pensar qué celebramos.
En Argentina, vemos ciertos contrastes, que nos permiten identificar por un lado, los avances y por otro, nos recalca el arduo camino que queda por recorrer.
Como primer ejemplo, podemos citar el hecho de que mientras una mujer, es la encargada de conducir el destino del país; la violencia de género y la trata de personas, constituyen unos de los problemas más duros de combatir.
En materia de trabajo, si bien en los últimos años hemos comenzado a ocupar lugares antes reservados únicamente para varones; también es cierto que esa inserción laboral se da de forma desigual. Puestos más precarizados para nosotras. Siendo los ocupados por hombres, los de mayor acumulación de dinero.
Sin mencionar, la división sexual existente en el trabajo doméstico, donde vemos una clara recarga en las mujeres, con desigualdad de oportunidades y trato. (En los últimos 10 años, las argentinas aumentamos nuestra participación en el mercado laboral, sin que esto produjera una redistribución de las tareas hogareñas).
Según la ONU, a nivel mundial, el 70 % de las personas que viven en situación de pobreza son mujeres. El desigual acceso respecto de los hombres a recursos y medios de producción- como la tierra, el crédito-, la brecha salarial y la ocupación de casi todo su tiempo de trabajo no remunerado, son algunos de los factores que explican la mayor vulnerabilidad frente a la pobreza.
En Argentina, en el 2014, se registraron 286 femicidios. Según un informe del Observatorio de femicidios, indica que cada día en el país muere una mujer víctima de violencia de género.
Estos hechos representan uno de los grados extremos de violencia contra las mujeres, una de las formas más aberrantes a la cual hay que hacerle frente entre todos. La violencia de género, dejó de ser una cuestión y reivindicación solo del sexo femenino, sino que nos involucra a todos los miembros de la sociedad.
Otro de los grandes desafíos, es seguir avanzando en derechos sexuales y reproductivos. A los calificados profesionales y a todos los elementos que actualmente están disponibles, hay que sumarle la educación. Hay que dotar a nuestras jovencitas de información. De nada o poco sirve ofrecerle a una adolescente una amplia variedad de métodos anticonceptivos, si antes no se le explicó por qué menstruaba.
Queda aún un largo camino por conquistar, sin embargo, lo alcanzado hasta el momento, no es poco. Si bien la identidad de nuestro país se caracteriza por una impronta de mujeres con un rol protagónico, como lo han sido las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo; en la última década se han producido los cambios más significativos, a través de la implementación de políticas públicas: en el 2003 fue aprobada la Ley de Migraciones, que contiene especificidades de género (valorando el rol de las mujeres inmigrantes en suelo argentino). El ingreso al sistema previsional (jubilación de amas de casa). La sanción de la Ley de violencia de género. La percepción por parte de las madres de la Asignación Universal por Hijo. El programa «Ellas hacen»- nuevo ciclo del «Argentina Trabaja», que alcanza a más de 100 mil mujeres que reciben un salario.
Conquistas y desafíos pendientes, que debemos mancomunadamente tratar de resolver. Las problemáticas de género nos involucran a todos, razón por la que las campañas de sensibilización sobre el tema deben apuntar tanto a mujeres como a varones. Es imprescindible, la participación de los hombres en los talleres, charlas- debates sobre problemáticas de género (¿han prestado atención que en las mismas la presencia de varones es total o casi nula?).
Las demandas de las mujeres no mueren en el derecho al voto, eso está más que claro, ni en la ley de cuotas para tener acceso a los mismos cargos públicos que los hombres. Los reclamos nuestros, no son sólo para nosotras, nuestras reivindicaciones son para hombres, niños/as, adolescentes, lesbianas, homosexuales…para todos, ya que no representan un mejor trato en una sociedad desigual, sino en una sociedad verdaderamente igualitaria.
Cada 8 de marzo es un día para festejar los derechos alcanzados con la convicción de que debemos CONTINUAR luchando por los que aún no se han logrado. Esto también incluye, indudablemente, luchar por una sociedad justa, más equitativa, donde podamos vivir en paz.
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