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26 de agosto de 2015

Pareto: «Este título es mejor que el bronce olímpico en Beijing 2008»

  •   Por El Despertador
           

Novias. Muchas novias kazajas eligen un shopping particular de Astana para sacarse las fotos previas a sus casamientos. Paula Pareto fue testigo en una de sus pocas salidas del hotel que la alberga en ese país asiático. Ella prefiere quedarse en su habitación para concentrarse en su misión: salir al tatami y ganar. Pero ahora la judoca argentina se liberó, porque hace 24 horas que disfruta ser la campeona mundial de los 48 kilos, que charló con Clarín desde el otro lado del mundo .

-¿Ya caíste? ¿Podés entender lo que lograste?

-Mirá, las dos o tres veces que caí, como cuando escuché el Himno, me puse a llorar. Así que mejor que no caiga porque si no, me la voy a pasar llorando (risas).

-Tu carrera está plagada de logros. ¿En qué lugar ubicás a este título histórico por el momento en que te llega?

-Creo que es mejor que el bronce olímpico en Beijing 2008 justamente por el momento en que lo logré. Porque quiere decir que me pude mantener en la elite durante varios años. Al volver de Beijing, un maestro japonés me dijo algo que me quedó grabado: “Es difícil llegar, pero mucho más difícil es mantenerse”. Y es tal cual. Antes no buscaba alternativas a mi estrategia, porque no me conocían. Pero los logros llevaron a que me hayan estudiado por completo. Así que todo tiene que ser perfecto o variar. Entonces, entrené cosas nuevas y planifiqué estrategias tácticas desde lo mental. Esta medalla me da la certeza de que mantenerse es difícil y de que por ahora sigo ahí arriba.

-¿Cómo quedás después de cinco peleas contra las mejores del mundo?

-Me duele todo (risas). Pero yo digo que es un dolor placentero. El problema es que cuando luchás por un bronce y perdés, este mismo dolor ya no es tan placentero.

-¿Te salió la estrategia planificada o tuviste que sacar conejos de la galera contra algunas rivales?

-Un poco y un poco. Cuando vi la llave, sabía iba a ser complicada. Todas son iguales, pero cuando tenés tres medallistas olímpicas y la última campeona del mundo en tu llave, decís: “Esto va a estar heavy”.

-¿Cómo llevaste cada lucha?

-Con la vietnamita (Ngoc Tu Van, 56ª del ranking mundial), se suponía que sería una lucha accesible, pero no había que descuidarse por eso. Con la belga (Charline Van Snick, novena), había peleado por última vez en la final por el bronce olímpico de Londres 2012 y me ganó ahí nomás. Pasó mucho tiempo y la idea era salir a ver qué tenía que hacer para ganarle. Me salió bien. Fue una minirevancha. Salí con la cabeza dispuesta a decirle: “¿No me vas a sacar otra medalla, no?”

-Y después te tocó la húngara Eva Csernoviczki, séptima del mundo y también bronce en Londres…

-Hacía un montón que no luchaba con ella. La sentí fuerte como siempre y no me favoreció el judogi que tenía, porque me quedaba un poquito grande y no podía agarrarla. Salí a agarrarle las dos mangas, pero como me tapaba, cambié. No me convenía ir a los dos agarres con ella. Y saqué de la galera un lance que a veces hago y la sorprendi para ganar por ippon.

-Que tiene otro sabor…

-Sí, claro.

-¿Y las luchas finales?

-No tenía que caer en el juego de la coreana (Bo Kyeong Jeong; 16ª), que le había ganado a la última campeona mundial (la japonesa Ami Kondo), que me venció a mí en 2014. No pensé en lo que había ganado sino en lo que venía. Mi estrategia fue ir a buscar. Cuando no me sale, es porque hay algo interno que no me responde. La coreana hizo lo mismo y no me dejaba buscar porque lo hacía ella antes. Me daba de mi propia medicina (risas). Para ganarle, tenía que tirarla. Me empezó ganando por una sanción por pasividad y la tiré para que me dieran el yuko decisivo.

-¿Cómo concentrarse en una final después de tanto esfuerzo y de tantos triunfos?

-No te podés aflojar. La felicidad te tiene que durar 10 o 15 segundos, porque hay que enfocarse en lo que viene en 10 o 15 minutos. Y venía una doble campeona mundial (la japonesa Haruna Asami). Mantuve mi plan de lucha hasta el final. Fui a buscar y tuve un buen dia desde lo físico y lo mental. No quería dejarla crecer. Todos los que vieron la lucha desde afuera, con otra perspectiva, me dijeron que se marcó bastante la pasividad de ella en relación a mi ataque constante. Y por eso la penalizaron y pude festejar,


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