Países del sureste de Europa cerraron hoy fronteras, bloquearon puentes, interrumpieron servicios de trenes y empezaron a levantar nuevas vallas para impedir el paso de miles de refugiados y derivar a sus vecinos la carga de tener que lidiar con el aluvión de personas que huye de la guerra y busca llegar a Europa occidental.
Las intempestivas y en algunos casos contradictorias medidas de Croacia, Hungría y Eslovenia aumentaron aún más el enojo, la confusión y la desesperación de miles de refugiados que no saben adónde ir, y volvieron a evidenciar la falta de solidaridad y la desorganización europea ante la continua llegada de migrantes.
Croacia se declaró desbordada, cerró pasos fronterizos con Serbia y comenzó a trasladar a refugiados en colectivos de vuelta a Hungría. Eslovenia cortó los trenes a Croacia y empezó a devolverle refugiados, mientras que Hungría arrancó con la construcción de otra valla fronteriza, esta vez en el límite con Croacia.
Luego de que más 14.000 refugiados ingresaran en Croacia en los últimos dos días, el premier croata, Zoran Milanovic, dijo hoy que su país de 4,2 millones de habitantes estaba desbordado y que los solicitantes de asilo no podían quedarse.
«¿Qué más podemos hacer? Ustedes son bienvenidos en Croacia y pueden pasar a través de Croacia. Pero, sigan camino. No porque nos nos gusten ustedes, sino porque éste no es su destino final», señaló Milanovic en conferencia de prensa.
Horas después, 19 colectivos croatas llenos de migrantes cruzaron la frontera hacia Beremend, en Hungría, donde los refugiados fueron pasados a colectivos húngaros. La policía magiar dijo que iban a ser llevados a centros de registro.
Grandes cantidades de refugiados ingresaron en Croacia desde el miércoles luego de que Hungría levantara una valla en su frontera con Serbia y adoptara otras duras medidas para cerrar lo que hasta ahora era la principal ruta de los migrantes hacia la Unión Europea (UE).
El cierre de las fronteras de Hungría dejó a los refugiados sin otra opción que adoptar a Croacia, ubicada más al Oeste, como vía alternativa hacia el norte de Europa, pese a que la ruta es más larga y peligrosa, con miles de kilómetros cuadrados de terrenos minados desde la guerra de Croacia (1991-1995).
La mayoría de los migrantes son refugiados que escapan de guerras o de la violencia en Siria, Afganistán o Pakistán o de la represión estatal en países africanos como Eritrea y que buscan seguridad y prosperidad en naciones de Europa del Norte, las más ricas del continente, principalmente Alemania o Suecia.
El grueso de ellos inicia su periplo en Turquía, desde donde pasan a Grecia para seguir camino, siempre en dirección al Norte, hacia, Macedonia, Serbia, Hungría y Alemania. Pero el cierre de Hungría los había obligado a buscar rutas alternativas, por Croacia y Eslovenia.
Croacia, que inicialmente había dicho que iba a dejar pasar a todos los refugiados procedentes de Serbia, cerró anoche todos sus sureños pasos fronterizos con su vecino menos uno.
Ante la situación, el organismo de la ONU para los refugiados (Acnur) advirtió hoy de un acumulación creciente de migrantes en Serbia luego de que sus vecinos comenzaran a sellar sus fronteras.
«La crisis está creciendo y se la están pasando de un país a otro. Estos problemas no se van a resolver cerrando las fronteras», dijo Adrian Edwards, vocero del Acnur.
Una de las situaciones más dramáticas se estaba desarrollando en la ciudad oriental croata de Beli Manastir, cerca de la frontera con Hungría. Cientos de refugiados durmieron en las calles, al costado de vías del ferrocarril y en una estación de servicios local.
La gente pugnaba por tomar colectivos locales, sin saber bien hacia dónde iban.
Cientos de migrantes más se hallaban varados sobre un gran puente sobre el río Danubio en la ciudad serbia de Bezdan luego de que las autoridades croatas cerraran los pasos fronterizos y de que la policía bloqueara el puente con varios patrulleros.
Sin embargo, pese al cierre de las fronteras, miles de refugiados continuaron ingresando en Croacia a través de sembradíos, bajo un sol abrasador. Entre los refugiados se veían mujeres que llevaban chicos y hasta personas en sillas de ruedas, informó la agencia de noticias DPA.
Algunos de los refugiados ya lograron seguir viaje e ingresar a Eslovenia, ubicada al norte de Croacia y el siguiente país en la nueva ruta de los refugiados hacia Europa del Norte o del Oeste.
Unos 100 cruzaron a Eslovenia desde Croacia anoche y estaban siendo albergados en un centro de registro en la ciudad fronteriza de Berizce.
Sin embargo, desde ayer, Eslovenia ha detenido y devuelto a cientos de migrantes más a Croacia, además de haber interrumpido los trenes entre ambos países.
La cerrazón de las fronteras a las decenas de miles de personas que escapan de guerras o violencia en Siria, Afganistán y Pakistán amenaza con dejar atrapados a los refugiados en los países del sur de Europa, los más pobres del continente, algunos de los cuales ni siquiera son miembros de la UE.
Entretanto, Hungría comenzó a construir anoche otra valla de alambres de púas, esta vez en su frontera con Croacia, para impedir la entrada de los refugiados por la que sería la ruta más corta y rápida hacia su ansiado destino, en vez de ir al Norte por Eslovenia.
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, dijo hoy que el primer tramo de 41 kilómetros estará completado en las próximas horas. Agregó que desplegará 1.800 soldados y 800 policías en la frontera con Croacia en los días siguientes para mantener a raya a los refugiados.
Orban rechazó las críticas que ha recibido su gobierno nacionalista por el manejo de la crisis, luego de que la ONU y otras naciones europeas acusaran a Hungría de «xenofobia» y deploraran las condiciones «inhumanas» en las que mantuvo a cientos de miles de refugiados y la represión en la frontera con Serbia.
«Las voces críticas no se calman», dijo Orban, agregando que la política y los medios europeos están dominados por un «liberalismo suicida» que «pone en riesgo nuestra forma de vida».
El premier húngaro ya ha defendido en varias ocasiones su «derecho» a no recibir a inmigrantes musulmanes, como son la mayoría de los refugiados que han llegado a Europa este año, argumentando que esto amenazaría los valores cristianos del país.
Además, Orban asegura que la mayoría de las más de 200.000 personas llegadas al país desde el extranjero este año son migrantes económicos y no refugiados de guerra, una visión completamente contraria a la del resto de los líderes europeos.
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