En la Jefatura de Gabinete y la Cancillería apoyan la idea que promueve el Papa, pero en la Secretaría de Inteligencia, Interior y Defensa advierten de «riesgos»
El gesto de Mauricio Macri de recibir en la Argentina a 3000 refugiados sirios para mostrar un alineamiento con Estados Unidos, la Unión Europa y el papa Francisco está costando caro puertas adentro de la Casa Rosada. Un duro debate interno y diferencias profundas de visión estratégica se desataron en los últimos días en el Gobierno por las implicancias de ese programa de refugiados, su operatividad y la capacidad de respuesta real al tema.
En su reciente visita a Estados Unidos, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, anunció ante la asesora de Seguridad Nacional de Barack Obama, Susan Rice, la intención de la Argentina de recibir refugiados sirios por la crisis de Medio Oriente y los ataques de Estado Islámico. «Estamos dispuestos a recibir a unos 3000 refugiados y ser parte de la solución de un problema global», dijo Peña. No dio detalles de fechas ni metodología por aplicar en este plan. Pero esa simple mención encendió la mecha en la Casa Rosada entre entusiastas de la idea y aquellos duros críticos de recibir sirios en estos momentos complejos de la economía argentina y la situación mundial de amenaza terrorista.
La Argentina creó en el gobierno de Cristina Kirchner, en 2014, el Programa Siria para facilitar visados y recibir a refugiados de ese país, con el apoyo de las comunidades árabe y católica en el país. Según cifras oficiales, hay 1000 sirios en la Argentina que huyeron de la guerra en los últimos tres años. Pero Macri busca ampliar esa cantidad de refugiados con la ayuda económica de Estados Unidos y la Unión Europea.
La propuesta de traer más refugiados sirios a la Argentina cuenta con el pleno aval de la canciller Susana Malcorra, que en sus años de jefa de gabinete de Ban Ki-moon en la ONU fue una gran entusiasta de este tipo de programas, que se compatibiliza con el trabajo de los Cascos Blancos. Algunos referentes de peso en el Palacio San Martín creen que el apoyo de Malcorra a este plan es parte de su campaña por la secretaría general de las Naciones Unidas. En la Jefatura de Gabinete y la Cancillería desechan esa hipótesis de plano.
Sin embargo, por diversos motivos, la idea no prende en otras áreas del Estado, donde pusieron reparos. En el Ministerio del Interior no están muy convencidos de la practicidad de la iniciativa y creen que hay que evaluar con cuidado el impacto que puede tener la medida en el país. Según pudo saber LA NACION, en la Dirección Nacional de Migraciones ya se convocó a una «mesa siria» con la Organización Internacional para Refugiados, la Comisión Argentina para Refugiados y Migrantes, los Cascos Blancos y la Acnur. También se acordó con las iglesias evangélicas la recepción de 50 familias sirias y con la agrupación católica Verbo Encarnado, otras 12 familias. Pero en el ministerio que dirige Rogelio Frigerio creen que sólo con estos actores no se podrá cumplir con el plan. De hecho, para mañana la Cancillería convocó a una mesa ampliada para analizar el tema.
«Hay que comprometer a muchos ministerios y actores. Estamos ante un plan que puede conllevar riesgos, de los cuales luego no podremos arrepentirnos», admitió a LA NACION un destacado funcionario de Interior.
Entre esos «riesgos» que se mencionan figura la posibilidad de no dar respuesta laboral a los refugiados, no poder atenderlos a nivel sanitario y estar acotados de presupuesto para su mantención. La Dirección de Migraciones tiene el presupuesto al límite: de los 1700 millones de pesos anuales con que cuenta, 90% lo destina a salarios de empleados.
En la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) encuentran otros «riesgos». Éstos tienen que ver con la imposibilidad real de poder chequear fehacientemente el origen y los contactos políticos con los refugiados sirios que vendrían al país. La AFI no tiene siquiera una oficina de inteligencia en Siria. «Hay una dispersión identitaria severa en Siria. Nadie puede saber cuál es la real identidad de nadie y, por ejemplo, se venden pasaportes falsos a 20 euros», dijo a LA NACION una fuente del Gobierno que conoce el manejo de inteligencia internacional y el conflicto de Medio Oriente. El dato no es menor si se tienen en cuenta los ataques terroristas que hubo en Francia, Estados Unidos y Bélgica. Más aún: no sólo en la oficina de inteligencia sino también en otros ministerios recordaron los dos atentados (embajada de Israel y AMIA) que sufrió la Argentina en función del contexto actual de ataques terroristas.
De hecho, desde la AFI advirtieron a la Casa Rosada que muchos países están valorando el riesgo de recibir sirios por su eventual vinculación a Estado Islámico en medio de un contingente de refugiados.
El Ministerio de Defensa comparte la idea de la canciller Malcorra y de Peña de dar cobijo a los sirios que escapan de la guerra. Pero, según pudo saber LA NACION, el ministro Julio Martínez puso algunas «sugerencias imprescindibles» para llevar adelante el plan. Una de ellas es que sean los sirios que ya están en la Argentina quienes definan los ciudadanos de ese país que son confiables para venir. «Hay que tomar recaudos y lo mejor es que eso se defina por lazos de confianza o por familiaridad», dijo un destacado funcionario del Ministerio de Defensa.
Las ONG que colaboran con el plan Siria también pusieron ciertos reparos. Adalberto Assad, que es presidente de la Asociación Árabe Argentina Islámica y que ya brindó ayuda a los refugiados sirios que hoy hay en el país, está de acuerdo con el plan, pero puso en duda la capacidad técnica que podría tener la Argentina para recibir 3000 nuevos refugiados. «Hay que evaluar bien quiénes los van a recibir, cómo se van a reinsertar, quién los va a educar y darles trabajo», dijo.
¿Cuánto puede demorar en ponerse en marcha el plan de ampliación de refugiados sirios? Nadie lo sabe aún. Algunos creen que esto podría llevar hasta seis meses y que se requerirá una amplia coordinación de funciones entre ministerios. Desde la Dirección de Migraciones quieren armar una «mesa Siria» ampliada con referentes de los ministerios de Desarrollo Social, Trabajo, Salud, Educación, la AFI e incluso representantes de Aerolíneas Argentinas, a fin de cubrir parte del costo de los pasajes. El debate está abierto.
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