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18 de agosto de 2016

De Lavalle para el mundo: nos insertamos en la exportación de cabras

  •   Por Jorge Abalo
           

La comercialización de cabras de refugo se transforma en una nueva alternativa para la producción caprina en el Departamento.

Por Raimundo Laugero

Después de varias reuniones de planificación en los distintos parajes del campo lavallino, se desarrollaron las primeras cargas de cabras de refugo; una propuesta desarrollada por la Cooperativa Tierra Campesina (de la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra, UST), junto con la Asociación Ganadera “Centro Cuyano”, comunidades Huarpes y el apoyo de diferentes instituciones.

La cabra de refugo o descarte es un animal de 6 a 8 años, dependiendo de la zona, que ha llegado al final de su ciclo productivo. Con un alto grado de desgaste dentario, cada vez le es más dificultoso alimentarse y si a esto le sumamos la disminución de la capacidad para desplazarse largas distancias para la búsqueda de alimentos, el animal termina muriendo en el campo sin poder ser aprovechado.

La renovación de los planteles (eliminación de las cabras viejas) es también una necesidad para mejorar el índice de parición, y disminuir la carga animal en las tierras. Esto tiene que ver con la sustentabilidad de los campos comunitarios, que siempre hay que tenerlo en cuenta. Es también una herramienta de organización para las familias, pues el volumen requerido exige coordinación en los diferentes parajes.

Las primeras tres cargas se realizaron desde las comunidades de El Forzudo, Retamo, Lagunitas, San Miguel, La Majada, el Cavadito, San José y Lagunas del Rosario, organizada la producción en corrales de acopio, donde las familias puesteras juntaban las cabras para favorecer la logística. Cada cargamento, de aproximadamente 280 animales cada uno, es el resultado de muchas familias que aportaron en promedio 10 cabras cada una.

Se trata de una experiencia que tiene mucho tiempo de planificación, y que permite a los productores caprinos darle un valor económico a una categoría de animales que no lo tiene, aunque en muchos casos se utiliza para el autoconsumo o la elaboración de chacinados a nivel familiar.

José Doril Quintero, miembro de la UST, comentó, “es un trabajo que requiere mucho esfuerzo y coordinación. Gente de la Cooperativa pudo viajar a países que consumen este tipo de carne, y generaron esta importante alternativa de comercialización. Se trata de países de medio oriente, donde la principal carne que se consume es la caprina y la ovina. Se come como una especie de carne a la olla. Son comidas muy tradicionales. Acá también se hace carne a la olla, pero generalmente se usa capón”, y sigue diciendo: “en mi caso, no tenía posibilidades de venderlas y ahora puedo hacerlo. Al tratarse de una venta sin intermediarios, el productor puede ganar más”.

Por su parte, José Oviedo, presidente de la Asociación Ganadera, sostuvo que “este trabajo es posible en la medida que el productor se involucre en el proceso. Además, ha permitido el trabajo en forma conjunta de muchas organizaciones con el apoyo de las instituciones, hay muchos productores que no tienen los papeles al día, pero se han incentivado con la propuesta y se están regularizando”.

Es para destacar la participación de mujeres y jóvenes en todo el proceso, especialmente haciéndose cargo de motivar el trabajo en las comunidades y en la labor de acopiar en los corrales. “Las jóvenes queremos seguir viviendo en el campo, acá están nuestras raíces y nuestro futuro” expresó Griselda Herrera de El Cavadito. “Yo estoy estudiando para poder tener más herramientas para progresar en mi tierra”.

La primera carga de 21 toneladas desarrollada por la Cooperativa Tierra Campesina se realizó con producción de San Rafael y Malargüe, faenadas luego en el frigorífico de Santa Isabel, La Pampa, el cual esta habilitado para los destinos de medio oriente.

 


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