Por Carmelo Cortese
Ayer el presidente Mauricio Macri nos dijo que “lo peor ya pasó y se viene la recuperación económica”. Ya van dos años prometiendo un segundo semestre de mejoras que nunca llegaron ni llegarán. Porque las cuentas son claras: si aumentan la luz, el gas, el transporte y los alimentos muy por encima de lo que imponen para los salarios en cuotas, entonces algunos ganan, pero la mayoría sigue perdiendo.
El gobierno nacional y el provincial utilizan profesionales de la comunicación y la desinformación para crear una realidad virtual contrapuesta a la dura situación cotidiana. Copiando el título de aquella famosa novela, La insoportable levedad del ser, deberíamos decir que los sectores populares se enfrentan al “intolerable peso de existir”. Porque ¿cómo soportar la existencia si, en 2017, un cosechador cobraba 14 ó 15 pesos por tacho de uva, y hoy le ofrecen entre 10 y 12 pesos?
Por eso, una profunda discusión recorre las masas de trabajadores, pequeños empresarios y productores, jóvenes, mujeres y jubilados, quienes se preguntan por este presente, la comparación con el pasado, y los caminos para alumbrar otro futuro. Aún no queriendo volver al pasado, hombres y mujeres sencillos de nuestro sufrido pueblo expresan una tremenda verdad: “Creo que cuando gobernó el kirchnerismo no estábamos tan mal. Robaban, pero vivíamos”.
Aunque Macri y su asesor Durán Barba insistan en la “posverdad” (que simplemente es la mentira machacada hasta el cansancio, es la opinión publicada en ciertos medios mercenarios de in-comunicación) y se presenten como mansos corderos, se abre paso en la percepción popular la certeza de que se trata de un gobierno corrupto de grandes empresarios, que presentan declaraciones falsas y explotan a sus empleados, insensibles a las necesidades populares y los intereses nacionales, que solo trabajan para ellos y sus socios extranjeros; un gobierno que no duda en gobernar con decretos, reprimir, autorizar el gatillo fácil y matar si es preciso.
En este contexto nacional, el Gobernador Cornejo aplica y a veces anticipa las políticas nacionales de ajuste y represión. Cornejo, más que alumno ejemplar, es un precursor, un innovador. En los futuros libros de historia debería ser distinguido por su audaz giro a la derecha autoritaria en un partido centenario, que se ufanaba por ser esencialmente democrático.
Recordemos que inició su gestión de gobierno a fines de 2015 con despidos; modificó unilateralmente el Convenio Colectivo de los empleados de Casino; creó el nefasto “ítem aula” que en la práctica anula la ley 5811 de licencias. Luego cerró paritarias por decretos (dos años seguidos con la docente). Y ha impuesto incrementos salariales por debajo de la inflación reconocida oficialmente.
Su política beneficia a los grandes bodegueros a costa de la desaparición de miles de pequeños y medianos productores; empuja grandes negocios con tierras productivas (caso La Remonta) o inmobiliarios urbanos; mantiene el déficit habitacional y no da respuesta a la solicitud de emergencia social. Para imponer este rumbo aplica un estilo autoritario y antidemocrático, propio de patrón de estancia -“Yo mando, ustedes obedecen”-, avanzando en las políticas de persecución, tal como se evidencia en las normativas que multan y buscan impedir las protestas y reclamos sociales.
La lenta recuperación económica, basada principalmente en la obra pública, muestra con bastante claridad la esencia de un plan destinado a priorizar “la vidriera” (para turismo y sectores altos). Millones y millones del presupuesto nacional, provincial y municipal se han volcado a parques, plazas, calles y paseos céntricos, relegando los sectores más necesitados y precarizados. Las últimas lluvias mostraron cruelmente que el Parque o la Arístides valen más que las viviendas de muchos que no tiene casi nada y perdieron casi todo.
Y en este marco reaparece una cuestión que muestra los hilos comunes entre los gobiernos de Macri, Vidal, Rodríguez Larreta y Cornejo: el conflicto docente. Pero hay que decirlo con mayor precisión, para que no se piense en algo así como docentes “protestones”. Se trata de un ataque despiadado hacia la educación pública y los trabajadores de la educación. Estos gobiernos han emprendido una campaña sucia de desprestigio, de culpabilización, de menosprecio al sistema nacional de educación pública, el cual incluye desde los Jardines maternales hasta la Universidad, desde los maestros y profesores hasta el personal de apoyo, y castiga finalmente a los estudiantes que, según ellos, “caen en la educación pública”.
Circulan los trabajos publicados por el Banco Mundial, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) donde escrito negro sobre blanco se explicitan los objetivos perseguidos:
Económico: los gastos mundiales de educación representan la suma de 2 mil billones de dólares, y se convierten en un campo apetecido para las inversiones del capital internacional. Ya no se trata del “derecho social a la educación”, sino de la educación como mercancía mundial, es la “Education Business”.
Financiero: hay que “achicar el déficit fiscal” y para eso, tal como se hace con los jubilados, se echa mano a los salarios docentes y de empleados públicos, mientras se exime de impuestos a los grupos petroleros, mineros, bancarios.
Ideológico: como manifestó textualmente el ex Ministro Bullrich frente a la UIA: “Debemos articular más el mundo empresarial y el sistema educativo. Me paro ante ustedes como gerente de Recursos Humanos, no como Ministro de Educación”.
Político: quebrar la resistencia y minar la voluntad de miles y miles de docentes, para lo cual se deben aniquilar sus sindicatos, sus derechos colectivos, su compromiso con la educación pública.
Por lo tanto, el “ítem aula” no es solo para ahorro fiscal. Inauguró con los docentes una política de castigo a los empleados estatales. Se los hace responsables del fracaso de las políticas de quienes han manejado la provincia por décadas. La crisis casi crónica del agro y la industria provinciales, el desorden administrativo, las pésimas políticas de salud y educación no pueden achacarse a los trabajadores y el pueblo en general, quienes son víctimas de las mismas. Cuando Cornejo arremete contra el peronismo histórico, culpándolo de que no seamos Australia, miente a sabiendas ocultando la responsabilidad de las dictaduras.
La paritaria docente en curso, y con final casi anticipado de decreto gubernamental, desnuda una de dos cosas: el gobierno no sabe nada de Algebra y de Educación Cívica, o miente descaradamente en ambos rubros.
Algebra: los docentes perdieron en dos años un promedio de 20% frente a la inflación. Y sin ítem aula (que se pierde por una simple conjuntivitis) el deterioro es del 30%. Se trata de cuentas elementales de la escuela primaria, cuyo resultado da un poder de compra disminuido entre el 20 y el 30%. Y para este 2018 seguirán perdiendo, porque la inflación no será del 15 sino del 20% al menos.
Educación Cívica, o simples nociones de democracia, o consultas al diccionario sobre el significado de Paritaria: “Que está constituido por distintas partes con paridad o igualdad en el número y derechos de sus miembros”; “Que está constituido por el mismo número de representantes de patronos y obreros que tienen los mismos derechos”. Para el Gobernador, Paritaria significa “Deben aceptar lo que yo decido, o rechacen y tendrán menos aún”.
En ambas asignaturas el Gobierno está aplazado, o incurre en práctica desleal, la cual debe ser enfrentada con la lucha colectiva y castigada por el voto popular. Porque falta lo más perverso aún, que es la pretensión de generar odio social contra los maestros, contraponerlos con la población en general, declararlos culpables de la mala calidad educativa… y enviar al psiquiátrico al Secretario General del SUTE, Sebastián Henríquez. ¡Vaya cultura del diálogo la que promueve el Gobernador! Y sobre llovido, mojado, aparece una cobarde llamada anónima en medio de la noche anterior a la reunión paritaria, amenazando de muerte al Secretario Adjunto del mismo sindicato, Alberto Muñoz.
Enviar al loquero, amenazar de muerte, extorsionar con menores aumentos, no es solo un ataque a los sindicalistas sino al conjunto de los trabajadores. No nos equivoquemos. Los dueños del país y la provincia, y sus gerentes, demuestran desprecio hacia los docentes, eligen a los trabajadores y al pueblo de enemigo, y emprenden una política de castigo sin fin. Los gobernantes actuales van perdiendo credibilidad, porque se advierte que extorsionan a los sindicatos para arrasar con conquistas históricas: las organizaciones sindicales, los convenios colectivos, las paritarias, el sistema jubilatorio, el hospital y la escuela públicas. No les preocupan la nación ni la provincia ni sus habitantes, sino sus negocios.
Y desde abajo, unitariamente, en las calles, forjando propuestas y sueños, se tejen las alianzas que buscan salidas a los dramas diarios. Para ese futuro será imprescindible deponer viejas mezquindades y nuevos sectarismos en el campo popular; será imprescindible una construcción colectiva sin imposición de hegemonismos. Solo así podremos parir un verdadero y amplio Frente Popular que pare los ajustes e impulse nuevas políticas en beneficio de los trabajadores, el pueblo, la provincia y la nación.
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