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El diario del Oasis Norte de Mendoza

Titulos

7 de septiembre de 2020

¿Lavalle se olvidó de los trabajadores de la salud?

  •   Por Juan Burba
           

¿La sociedad ya se olvidó de lo que hacen médicos, enfermeros, agentes sanitarios, choferes?
No es la primera vez que nos acusan de tener frágil memoria.
Hoy nos animamos a acompañar a los trabajadores de la salud en sus recorridos, para decir presente.

El jueves por la mañana nos encontramos temprano en la puerta del poli con mi compañera periodística, Antonella. ¿El motivo? El albergue del polideportivo municipal está funcionando como centro operativo de la Brigada Covid en Lavalle y nosotros pensábamos juntarnos con los miembros de la Brigada Covid.

A los cinco minutos estábamos golpeando la puerta del albergue. Con una gran sonrisa en la boca, y a pesar del barbijo, nos atiende María Elena, enfermera desde hace muchos años. Hacía semanas que estábamos en contacto con Silvana Alvarado, también parte de la Brigada, con quien veníamos coordinando lo que estábamos por encarar esa mañana: una recorrida para conocer la tarea cotidiana de la Brigada.

María Elena nos ofrece un café. Yo declino la invitación, ya que hacía un ratito me había tomado unos mates en casa. La Anto, mi coequiper en esta salid aceptó. Llega Silvana Alvarado, nuestro primer contacto con la Brigada, nos saludamos con el protocolar codo y nos ponemos a conversar de cómo venía el día. Silvana es Agente Sanitaria y hasta que comenzó la pandemia estaba prestando servicio en La Pega, de donde es oriunda y donde vive actualmente. María Elena le alcanza el café a la Anto, con unas masitas.

Juan Luis García es enfermero, es parte de la brigada. Con él nos conocimos hace muchos años, cuando trabajaba en el CIC de Jocolí y cada tanto se acercaba a la radio a dar alguna información importante a la comunidad. Juan sale de la cocina, con una taza de té en la mano y nos saluda. También lo hace Alberto Gómez, el chofer de la ambulancia, que casualmente es el compañero de vida de María Elena. Silvana nos cuenta que si bien su rol específico es ser chofer, colabora mucho, sobre todo con la parte de la desinfección luego de que se realiza algún hisopado o bloqueo.

Este cuarteto, con el que ya nos pusimos a conversar de todo lo que se venía esa mañana, es la mitad de la Brigada lavallina. Trabajan con la otra parte de manera alternada, una semana cada grupo. Lo hacen así para evitar contacto entre ellos y ellas y de esta manera, si se llegara a detectar algún contagio dentro de la Brigada, sólo se aislaría a la mitad y el otro grupo seguiría trabajando.

 

María Elena Garro es oriunda de El Retamo, y lleva más de 30 años trabajando en el Área de Salud departamental. Ella me hizo acordar que nos conocimos hace algo más de un año en una reunión, donde se abordó el tema de las derivaciones al Hospital Carrillo y el transporte público para facilitar esas derivaciones y turnos. Con ella conversamos de varios conocidos en común mientras preparaba su indumentaria y todo el material que tenían que llevar a la jornada, mientras Anto, que había ido en su rol de fotógrafa, le hacía algunas tomas.

La brigada tenía una lista de domicilios que debían visitar ese día. Algunos eran hisopados y otros eran bloqueos. Le llaman bloqueos a las situaciones, (por alguna razón que se define por criterios epidemiológicos), en las que hay que aislar a una familia completa, o a todas las personas que viven bajo el mismo techo. La que coordina la Brigada desde el Área Sanitaria es la médica Ana Ocampo, ella es la que, junto a la coordinadora Jésica Mazzeo, instruyen a la Brigada sobre lo que tienen que hacer en cada caso. Los criterios epidemiológicos los pone, según los protocolos médicos nacionales y provinciales, la doctora Ocampo.

En ese instante, Juan Luis comenzó a hacer algunos llamados, desde su celular personal, a personas que ya habían sido visitadas por la Brigada y que estaban en alguna situación, por ejemplo de aislamiento. La llamada era para preguntar cómo se sentían, si habían presentado nuevos síntomas o cualquier otra ayuda que la familia necesitara. Nos contaron que algunos bloqueos los están haciendo por teléfono porque no están dando abasto con la cantidad de consultas, visitas y potenciales casos que deben atender. Pero la mayoría lo hacen de manera presencial, que es lo que se venía en esa mañana de jueves, para ellos y ellas normal o, al menos, parte de su cotidianidad.

Ese jueves la Brigada tenía que ir a hacer hisopados y bloqueos en La Bajada, Villa Tulumaya, Tres de Mayo, Jocolí y San Francisco. En la lista figuraban los nombres de las personas y sus direcciones, así que parte de la tarea era ubicar bien los lugares para poder hacer eficiente la recorrida. Juan Luis buscaba en el Google Maps mientras que Silvana y María Elena consultaban a conocidos de los distritos para precisar los lugares.

En el albergue del poli tienen un par de planchas de tergopol donde los integrantes de la brigada van armando los «familiogramas» y así poder ordenar todos los casos que se van presentando en el departamento. «Cuando llegamos a un domicilio le hacemos la ficha con el triage» nos explicaba Silvana «y ahí le pedimos todos los datos de los integrantes de la familia, para conocer los nexos y armar los familiogramas». El triage es una serie de preguntas para realizar un diagnóstico rápido sobre la situación de las familias y detectar los factores de riesgo que pueden haber en cada casa. Si el hisopado da positivo se les avisa a los afectados y se los bloquea y se arma un mapa de personas que tiene que ir 72 horas para atrás. Si da negativo las personas son avisadas y ya pueden volver a sus actividades «normales».

María Elena y Silvana nos contaban que trabajan de manera coordinada con la policía y el municipio. A la policía se les indica dónde están las familias aisladas para que puedan asistir en caso de ser necesario pero sobre todo controlar que el aislamiento se cumpla. Con la municipalidad, además de indicar el domicilio de las familias, también se les informa sobre la situación económica y sobre esa información la comuna evalúa si es necesario algún tipo de apoyo con mercadería u otros bienes esenciales. A la familia que se bloquea se le deja un certificado donde consta que están en esa condición y que legalmente deben cumplir con el aislamiento.

¿Comenzamos? Cuando nos aprestábamos a salir, a Juan Luis le tocaba ir a hacer un bloqueo a La Bajada, mientras que al resto del equipo tenía un hisopado en un barrio de Villa Tulumaya. Como no había otra movilidad, el enfermero debía esperar otro vehículo que habían pedido para poder realizar ese bloqueo. «Si no me tengo que ir en mi auto particular, y como está el combustible y la situación económica no da» nos decía.

Partimos rumbo a un populoso barrio. Alberto, Silvana y María Elena en movilidad del Área y Antonella y yo en el auto, atrás. Preguntando a los vecinos ubicaron la casa. Las familias siempre las están esperando, porque ellas mismas informan sobre su situación y la Brigada les avisa en qué momento van a ir a visitarles. Al momento de hacer el hisopado entra un solo integrante de la Brigada a cada domicilio, con dos capas de ropa, la más externa se descarta luego de realizar el procedimiento. En este caso ingresó Silvana unos pocos minutos para hacer el hisopado. A la salida prepara la muestra para llevarla al Hospital Central y Alberto le aplica los líquidos desinfectantes (alcohol y amonio) luego.

Posteriormente partimos rumbo a Tres de Mayo. Allí fuimos al domicilio de una de las mujeres fallecidas de nuestro departamento. La familia está muy dolida por la pérdida y con mucha necesidad de asistencia y contención. Uno de los yernos de la señora estaba cumpliendo en ese momento los catorce días de aislamiento y necesitaba de un certificado para presentar en el trabajo y poder retomar. La hija de la fallecida es enfermera del Hospital Sícoli. A ella fueron a hacerle el hisopado. El sistema necesita que ella vuelva a trabajar y el resultado de esa muestra podía hacer que eso ocurriera. Al principio molestó nuestra presencia: un auto particular desde el cuál se estaban sacando fotos. Las integrantes de la Brigada explicaron nuestro rol periodístico en el lugar y la familia accedió a que permaneciéramos allí mientras se realizaban las tareas. Mónica, la enfermera hisopada, se mostró muy agradecida con las integrantes de la Brigada: «están haciendo muy bien su trabajo». En tercer lugar visitamos una casa en uno de los barrios de Jocolí. Allí realizaron el triage y les avisaron que debían permanecer en aislamiento por catorce días.

Finalmente fuimos hacia San Francisco, por calle Quiroga, que como siempre está en pésimas condiciones. La movilidad, que tiene pinta de ambulancia por fuera, por dentro es un furgón vacío y con un solo asiento. Por una cuestión de protocolo, adelante va Alberto manejando, y en la parte de atrás, sin contacto, María Elena y Silvana. El furgón tiene un solo asiento atrás, así que una de ellas va sentada en la rueda de auxilio. Me imagino cómo deben haber ido moviéndose con los serruchos y baches de la Quiroga. Allí, en uno de los barrios de San Francisco identificaron el domicilio al que iban. Los atendió un muchacho joven que comenzó a explicar la situación con los síntomas y el contacto que había tenido con personas Covid positivas de otros distritos. Poco a poco fueron saliendo otras personas de la casa para poder completar la información necesaria para el registro. Allí, desde la puerta, Silvana y María Elena trabajaron de manera conjunta, preguntando y explicando cual excelentes docentes, los considerandos que la familia tenía que tener en cuenta. Mientras tanto, Alberto las esperaba en la movilidad para poder realizar el proceso de desinfección de cada una de ellas. Finalmente les informaron que quedaban aislados y que se comunicaran por cualquier situación o duda.

Cuando comenzamos la jornada, y nos contaron cómo se maneja la Brigada, nos hicieron saber algo que pudimos comprobar en el poli, y que luego de la recorrida nos pudimos imaginar. Los y las integrantes de la Brigada están de guardia las 24 horas, sobre todo en sus teléfonos personales, conteniendo vecinos y vecinas, explicando, asesorando, estando pendiente de que éstos, familiares, amigos y conocidos estén bien. Porque si bien Lavalle ha crecido mucho en los últimos años, la verdad es que todos y todas nos conocemos de algún lado o del otro. «Recibimos muchos reclamos y atendemos a todos por igual, no hacemos ningún tipo de discriminación» nos decía María Elena.

Ahí, en San Francisco, terminó nuestra recorrida con la Brigada. Ya se iban con las muestras rumbo al Hospital Central para entregarlas en el laboratorio. Finalmente les pedimos una foto frente a la movilidad y sin los barbijos. Aclaro que fue el único momento que estuvieron sin barbijos y a nuestro expreso pedido para que podamos conocer sus caras. Ya habíamos charlado con la Anto sobre la necesidad de que la gente le conozca los rostros a estos ¿héroes y heroínas? Me pregunto si exagero. Nunca creí en eso de endiosar y fomentar los personalismos. Pero en ellos y ellas hay una urgente necesidad de reconocimiento por su trabajo cotidiano. Porque es, además, un héroe (o mejor una heroína) colectivo. A quienes tenemos experiencia del trabajo con otros y otras tenemos ciertamente «el ojo hecho» para darnos cuenta como se llevan y cuáles son sus vínculos. Ese jueves vimos un equipo de trabajo, con buena onda, con sumo profesionalismo y con un gran sentido del deber, acorde a este difícil momento que estamos atravesando. Quizás sin todos los medios necesarios para hacer la tarea (cosa que no es su responsabilidad) pero suplantando esos déficit con tremenda actitud y vocación de servicio. Eso, fue un gusto compartir esa mañana con ellos y ellas, conocer su trabajo de primera mano y comprender que quienes están en la primera línea de fuego de esta guerra contra este ejército invisible, son lavallinos y lavallinos comprometidas con su comunidad.

Al terminar la jornada me sentí orgulloso de ellos y de ellas, y de haber podido ser parte de esta educativa jornada.


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