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17 de octubre de 2020

Por «prender hojas» se perdió un bosque de doscientos años en el corazón de Lavalle

  •   Por Juan Burba
           

Hace algunas semanas un incendio intencional arrasó con 4 hectáreas de bosque nativo a un kilómetro del centro lavallino. Acá te contamos la historia de ese pulmón verde de nuestro departamento, cómo ocurrió y lo que se perdió con el siniestro.

A un kilómetro de la plaza departamental de Villa Tulumaya, hacia el norte, por calle San Martín, como quien se va, como dice la cueca, al Alto del Olvido, está ubicada la Finca «Santa Bárbara» de la familia Fernández. Podría ser una finca más de la zona, como muchas de las que hay, que producen hortalizas, viñedos, frutales y olivos. Pero tiene una particularidad y una historia reciente muy triste.

Don Pedro Fernández compró esa finca hace más de 50 años. Es una propiedad de 17 hectáreas, pero cuando la adquirieron ya contaba con una fracción de 4 hectáreas de bosque nativo. La familia calcula que ese bosque debe tener más de 200 años.

«Él era de corazón agrario y amante de la tierra, por eso preserva estas cuatro hectáreas que ya estaban, calculamos que desde el tiempo que tiene el Algarrobo Histórico» nos contó Liliana Fernández, hija de Don Pedro. Él fallece hace aproximadamente un año, a los 91. Actualmente está viviendo, en la finca, Doña Mafalda Montenegro.

Don Pedro, por iniciativa propia, comenzó a generar una reserva en su pedacito de bosque, hizo senderos «en los que te metías, como si fueran laberintos». Una de las especies predominantes eran los chañares, «mucha gente no lo sabe» afirmó Liliana «pero los chañares crecen en comunidad, un chañar se vincula con el resto, están todas las raíces relacionadas, vive en comunidad porque lo necesita». Incluso, dentro del bosque había una depresión generada porque antes se utilizaba para sacar arena. Don Pedro armó allí una laguna en la que vivían gansos y otras aves, incluso en algún momento hubo nutrias. «Fuimos creciendo y amando este espacio» manifestó su hija, que además es docente, «y hace un tiempo nos propusimos donar este espacio para que fuese patrimonio natural y cultural del departamento». Liliana expresó que «no es un espacio de la familia Fernández, es un espacio de todos y todas».

El pasado 17 de setiembre ocurrió lo inesperado, pero que tuvo un antecedente también funesto. Una semana antes se había generado un incendio en el fondo de la finca, la misma limita con el Arroyo Tulumaya y los fondos del Cementerio. En principio este incendio había nacido de alguien que quiso «limpiar» una parcela o una acequia con fuego. Y llegó muy cerca de la casa donde hoy vive Doña Mafalda «Todos los años sucede que hay gente que prende fuego, es una mala costumbre instalada desde hace mucho tiempo» afirmó Liliana, «gracias a los vecinos y el rápido accionar de los bomberos no pasó a mayores».

Pero una semana después, el 17, «la vecina que tenemos hacia el norte, sobre la calle San Martín, decidió prender fuego a unas hojas» se lamentó Liliana «y eso que nosotros nos habíamos arrimado a decirle de que tuvieran en cuenta que tenemos un bosque, que no es un monte abandonado, si no que tiene vida. Sin embargo esta vecina inició este incendio, pero se le fue de las manos, no lo pudo controlar y en muy poco tiempo arrasó con casi todo».

Fue un momento de zozobra, las llamas se podían ver prácticamente desde la esquina de los Bancos, «fue desgarrador, las llamas eran enormes, porque además habían árboles de más de 20 ó 30 años en las orillas».

Rápidamente la familia se fue comunicando y fueron llegando al lugar, pero la dimensión del incendio era tan grande que ya nada podían hacer «una semana antes estuvimos agradeciendo a la Pacha que nos salvó del incendio anterior y ahora esto nos pasó por encima, y nos destruyó este sueño de preservar este espacio» dijo «la Lili» como la conocen sus amigos y amigas, «sufrimos mucho la perdida de mi papá, pero el dolor que yo sentí de estar viendo cómo se quemaba y cómo perdíamos el bosque y no poder hacer nada, fue una sensación de otra pérdida, de mi padre y su legado».

 

La familia ya comenzó las tareas de restauración del bosque, una pequeña parte que se salvó es la esperanza desde donde vuelva a renacer todo. Ya se comunicaron con la Dirección de Ambiente de la comuna para ver la posibilidad de que les donen algunas plantas nativas y comenzar a replantar.

Para relatar el hecho la familia realizó un video que compartieron en redes sociales donde se muestran imágenes del bosque antes, durante y luego del incendio, acompañada de la lectura de un texto y con la música de fondo de «El Caluyo del Desierto» de Sandra Amaya. Compartimos a continuación las palabras del video:

Homenaje a nuestro bosque

El 17 de setiembre vi como el poder del fuego y la falta de amor por la naturaleza destruían un bosque de 4 hectáreas de monte nativo, más de 200 años. Parece una película, pero así fue como sucedió. Se había formado una pequeña reserva, de chañares, molles y otras especies originarias de nuestro secano lavallino. Mi padre, amante de la naturaleza, creó un recorrido de senderos y refugios con el entramado montes, con amor, paciencia y constancia nos regaló a todos: hijos, nietos, sobrinos, amigos, un lugar en el que nos encantaba reunirnos, para jugar, cantar, celebrar, sentir, los pájaros el viento, los susurros, caminar descalzos sobre la arena tibia y soñar que estábamos en un lugar alejados de todo.

Ahora camino sobre cenizas, creyendo estar dormida, y ellos me gritan con su último suspiro, que florezca el canto, reverdece la vida, en este río sagrado, florida y serena, agua, luz, danos un renacer con paz, libera nuestros rencores para que nuestra semilla siempre viaje liviana y tierna, pues en la tierra sólo crece el amor.

Seamos bosques, comencemos sembrando, plantando, regando cuidando al árbol que tenemos cerca, seamos agua, seamos aire, seamos pájaros. Volvamos a la tierra, volvamos a ser semilla…

 


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