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El diario del Oasis Norte de Mendoza

Titulos

17 de diciembre de 2020

Hoy se cumplen cien años del terremoto que sacudió a Lavalle

  •   Por El Despertador
           

«…Recuerdo a doña Micaela Avallay, una viejita muy viejita, criollona, que solía venir a tomar mates con mi madre, que según decía había sido originaria de la Costa de Araujo. Esta señora tomaba mates a media mañana en el patio de mi casa y yo la oía que contaba que ella había estado cuando el terremoto de mil novecientos veinte que se había llevado a la Costa de Araujo y El Central.

-Sí, así es nomás m’hija, algo malo habremos hecho los mortales, porque Dios se venga de nuestras maldades mandándonos calamidades como la de anoche. Recuerdo, allá por el veinte, yo sabía vivir para el lado de la Costa, y no quedó casa en pie. Fue a la siesta, yo había tenido un sueño feo esa noche, y cuando yo sueño feo, y el agua se pone negra, seguro que hay alguna desgracia. Sí, yo vi cómo se abría la tierra y brotaba el agua hirviendo, eran como tajos negros que se hacían, y las cantidades de adobe tirado, y los escombros. Caminábamos por una calle del pueblo y de debajo de unas ruinas salía una trenza de mujer renegrida con una cinta blanca atada en moño, y las lloraderas de los niños y las mujeres. A los señores Marianhoff del Central se les murieron tres hijos, pobrecitos ángeles de Dios. Después decía la gente que no se podía pasar por lo que había sido el chalet sin oír los llantos de los inocentes, los pobres padres se fueron a Buenos Aires a olvidarse de su infortunio; eran gente muy pudiente, pero…en eso somos todos iguales, que se le va a hacer.

Mientras decía esto doña Micala, porque así se le decía, no paraba de persignarse y tirar azúcar al fogoncito…»
Fragmento de «MEMORIAS DE PEDRO GRAPA» novela inédita (Juan Edgardo Martin)

El relato de Juan Martín describe el drama de la época, que también fue contado por Oscar Alfredo Gil Gallo, y del cual nos pareció bueno reproducir su texto.

Dice Gallo:

Era el 17 de diciembre de 1920, a pocos días de la entrada del verano, el cual se presentaba caluroso, la población de Mendoza, tanto mayores como niños, se preparaban para festejar la navidad, nadie preveía que pudiera sobrevenir un acontecimiento fatal, pero al calor reinante de las primeras horas de la tarde, en medio de aquel descanso reparador de las siestas mendocinas, un movimiento sísmico alarmaba la población y todos los habitantes ganaban las calles de la ciudad ante el peligro que sobrevenía, salvando así sus vidas ante cualquier posible derrumbe.

 

Foto: Mendoza Antigua, blog

Los comentarios sobre este acontecimiento surgían de todas partes y aunque la alarma fue general, ninguna desgracia personal había acontecido de ese movimiento sísmico producido a las 14,45 horas, para seguir otras réplicas a las 15,00; 15,20 y 15,50 horas.

Momentos después la sirena del Diario Los Andes daba su primer alarma y las veredas frente al local del principal matutino de Mendoza se cubría de personas deseosas de noticias sobre el epicentro del sismo producido; las pizarras del diario ponían en conocimiento del público sobre un terremoto acontecido en el Departamento de Lavalle y parte Norte del Departamento de San Martín.

Las primeras noticias que se recibieron de parte de las autoridades radicadas en el lugar del epicentro, clamaban auxilios urgentes para aquellos pobladores que habían quedado aprisionados por los derrumbes de los edificios, que tanto en la Villa de Lavalle como la de Costa de Araujo habían sufrido daños incalculables. Las fuerzas policiales de la ciudad de Mendoza rápidamente se dirigieron al lugar del desastre, mientras la Dirección de Salubridad con la urgencia que el caso requería envió las ambulancias disponibles y un equipo de médicos y enfermeros con auxilios sanitarios; el Cuerpo de Bomberos partío también con sus equipos de salvataje, como lo hiciera el mismo Escuadrón de Seguridad.

Las pizarras del diario Los Andes seguían anunciado: «En el Departamento de Lavalle y San Martín se ha producido una verdadera catástrofe; grietas abiertas en la tierra de donde surge agua, mucha hirviendo; en Costa de Araujo no ha quedado ninguna casa en pie».

Al día siguiente el mismo matutino, a grandes títulos repetía las noticias más ampliadas, refiriéndose a la magnitud del desastre, diciendo:
«La vista que presenta por doquier lo que fue el Distrito de Costa de ARaujo es conmovedor; a las pocas horas de haberse iniciado el rescate de las personas que habían quedado aprisionadas por los escombros, se extrajeron 51 cadáveres y más de un centenar de heridos, muchos graves y con fracturas; los sobrevivientes duermen a la interperie sobre el montón de ruinas de sus viviendas o en los techos de las mismas ya que se encontraban cercados por el agua que brota de las grietas que el cataclismo ha dejado por todas partes en el terreno, mientras es constante el trepidar de la tierra y las sacudidas aumentan el pavor de sus habitantes».

Cabe destacar que a raiz de este desastre natural, la solidaridad no se hizo esperar, donde distintas organizaciones de la sociedad mendocina se pusieron en campaña para recolectar donativos para las víctimas, tanto en dinero como en distintos bienes.

Muchas fueron las muestras de heroismo, abnegación y sacrificio por parte de autoridades, empleados públicos, personal de salubridad, policias, bomberos y ciudadanos comunes, que hicieron todo lo posible para amortiguar las consecuencias de tan terrible sismo, ayudando y dando consuelo a todos aquellos que sufrían.

Así fue como con el aporte de todos, nuevamente Costa de Araujo renació de su cenizas para volver a ser un lugar próspero como es en la actualidad, tal vez con pocos testigos de aquel hecho histórico que ha cicatrizado y tal vez dejado en el olvido por las generaciones presentes.

 

Foto: Mendoza Antigua, blog

Relatos del Diario Los Andes sobre el terremoto

«Padres, madres e hijos buscan anhelantes a sus deudos entre la masa informe delos escombros; la mayor parte de los muertos son niños que no atinaron a ponerse a salvo; en otros casos las madres han perecido abrazadas a sus hijos bajo el golpe de un muro desplomado…en la casa de don Benigno Solanilla cinco niños quedaron bajo los escombros; apretados por el techo que cayó sobre los muebles, donde aquellos se encontraban y al removerse los escombros se comprobó que los niños, incluso uno de dos meses, estaban completamente ilesos, cual un milagro…comisiones de la policía y de bomberos trabajan sin descanso removiendo escombros o retirando de entre los mismos muertos y heridos…el interventor Federal Doctor Vargas Gómez se hizo presente en el lugar del cataclismo acompañado del Señor Jefe de Policía de la Provincia, Coronel Enrique Pérez Colman y del Comisario de Ordenes, Capitán Ricardo López Jordán… el ferrocarril puso trenes especiales para la conducción de los heridos a los centros hospitalarios…el hospital de la Ciudad de San Martín completó su capacidad con heridos y hubo que derivar otros a los hospitales de San Antonio y Provincial…»

«…El cuadro de desolación que presenta el distrito de Costa de Araujo es indescriptible; basta afirmar para darse una ide exacta de la catástrofe, que no ha quedado ni una sola casa en pie y que tampoco hay una sola vivienda donde no se lamente la muerte de un miembro de la familia…las innumerables grietas por donde surge el agua constantemente han dejado intransitables los caminos, que muchos automóviles no han podido llegar, aparte del peligro que ello entraña para quienes se aventuran a llegar hasta el verdadero foco de la destrucción..»

Protagonista de la época

Juan Puertas fue un colono que llegó a 3 de Mayo, y le relató a nuestro editor, Jorge Abalo, el terremoto, ya que fue protagonista en primera persona del hecho. (Ver relato)

Agradecimiento especial a Rubén Sosa, que nos acercó material para el presente artículo.

 


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