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De viaje por el mundo

10 de julio de 2021

Genocidio de niños indígenas en Canadá, una afrenta a la condición humana

  •   Por El Despertador
           

Por Alfredo Saavedra / Para La Quinta Pata

«Hay que matar al indio para salvar al hombre»

(estadounidense Richard Henry Platt)

El incendio de templos católicos y la destrucción de monumentos pertenecientes a personalidades de la política y la religión, entre las que destacan las estatuas del primer mandatario que rigió como Primer Ministro de Canadá John Alexander Macdonald, la reina Victoria y del Papa Juan Pablo II, como inmediatas consecuencias por el repudio de la población indígena, ante el descubrimiento de un total de más de 700 sepulturas de niños muertos por racismo, desnutrición, enfermedades y maltratos físicos por parte de autoridades estatales, misiones del credo católico y otras denominaciones cristianas, conforme el consenso de lo informado hasta el momento al respecto.

La caracterización de genocidio se sustenta en la definición oficial del concepto, de acuerdo con las siguientes condiciones: Lesiones graves a la integridad física o mental de los miembros de un grupo; sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial y traslado por la fuerza de niños de un grupo a otro grupo.

En el caso de Guatemala, con el cometido de genocidio por el gobierno del finado general Efraín Ríos Montt, se agregó el otro numeral de: Matanza de miembros de un grupo, lo que se menciona por el hecho de que se polemizó sobre ese concepto en un debate que era dirigido a eximir no solo al gobernante sino a la institución armada en suceso que fue de sobra examinado y calificado como genocidio por entidades como la importante organización Amnistía Internacional.
El caso de Canadá, relevante en las noticias locales e internacionales, surgió hace dos semanas con el aparecimiento de un cementerio clandestino en predios de una Escuela Residencial, en la provincia de British Columbia, donde fueron localizadas 215 tumbas numeradas, aunque hasta el momento no se han dado detalles de las condiciones en que murieron esos niños.

Las Escuelas Residenciales fueron establecimientos fundados a finales del siglo XIX bajo el auspicio del ya mencionado Primer Ministro de Canadá, John Macdonald. El funcionamiento de esas escuelas estuvo a cargo de la Iglesia Católica, y otras entidades cristianas, hoy foco central no solo de crítica si no también de repudio. Tuvieron papel relevante monjas y sacerdotes del credo católico en la educación y cuidados de los alumnos, en tutoría que ha sido definida como proceso de reeducación.

Un reporte define así a esas escuelas: “En total, unos 150,000 menores pasaron por ‘escuelas’ donde les forzaban a olvidar sus lenguas, culturas e incluso sus familias. La Iglesia Católica sigue siendo el último gran actor institucional que no se ha disculpado por su rol en el programa.” En ese sentido sigue pendiente la solicitud del Primer Ministro Justin Trudeau en su pedido al Papa Francisco, para que viaje a Canadá para presentar disculpas a la comunidad indígena, compuesta por lo que se denominan Primeras Naciones que congregan a millones de personas. Sin embargo el Pontífice al parecer obligado a caminar “sobre un techo caliente” ha hecho caso omiso de la petición del señor Trudeau, en lo que puede interpretarse como falla de Su Santidad al principio de “infalibilidad”, postulado en el dogma eclesiástico.

El primer ministro Trudeau, al comentar el descubrimiento de los restos de los alumnos dijo que todavía ve «una resistencia de la Iglesia» en reconocer las injusticias y se dirigió a los católicos del país, pidiéndoles que exijan acciones por parte del Vaticano, responsable de la gestión de la escuela desde 1890 hasta su cierre definitivo en 1977. «Como católico, estoy profundamente decepcionado por la decisión que ha tomado la Iglesia católica ahora y durante los últimos años».

Como información adicional se reproduce el informe final de la Comisión de Verdad y Reconciliación canadiense: “El sistema tenía como objetivo asimilar a los indígenas y hacer que perdieran su cultura nativa. Según el historiador canadiense John S. Milloy, los fines del programa eran similares a las del estadounidense Richard Henry Platt, organizador de la escuela Carlisle Indian Industrial School en Pensilvania: quien expresaría «Hay que matar al indio para salvar al hombre». Como resultado, los funcionarios de las ‘escuelas’ forzaban a los discípulos a olvidar su cultura, lengua e incluso familia.

El programa fue apoyado por varias congregaciones cristianas, entre ellas la principal Iglesia católica, también la Iglesia Anglicana, la Unida de Canadá, y la presbiteriana, que en 1930-1931 manejaban 44, 21, 13 y 2 internados, respectivamente. «El acuerdo de las iglesias dio un fuerte respaldo moral a esta postura decidida», indica Milloy. En total, unos 150.000 menores pertenecientes a las minorías étnicas fueron matriculados en tales internados a nivel nacional. En 1931, cerca del 37% de los menores de pueblos nativos estudiaban en estos internados.

Se estima que al menos 3.200 infantes fallecieron en esas instituciones por causa de la violencia o negligencia, aunque el número exacto de víctimas sigue siendo desconocido. Se sabe, además, que los menores eran sometidos a abusos físicos y sexuales por parte de los supuestos pedagogos.


El internado Red Deer Industrial School, manejado por la Iglesia Unida de Canadá, cerca de 1914. En total, unos 150.000 menores pertenecientes a las minorías étnicas fueron matriculados en tales internados a nivel nacional. En 1931, cerca del 37% de los menores de pueblos nativos estudiaban en estos internados. Se estima que al menos 3.200 infantes fallecieron en esas instituciones por causa de la violencia o negligencia, aunque el número exacto de víctimas sigue siendo desconocido. Se sabe, además, que los menores eran sometidos a abusos físicos y sexuales por parte de los supuestos pedagogos.

La mayoría de los internados fueron cerrados en la década de 1960. Algunos fueron trasladados a los pueblos nativos que quisieron tener sus propias escuelas.

Reconocer las injusticias

Durante décadas, los activistas indígenas llamaban la atención del trauma histórico de los pueblos nativos causado por el programa de internados.

La primera organización involucrada que reconoció sus errores fue la Iglesia Unida de Canadá, que presentó disculpas por su parte en la colonización, en 1986, y concretamente en el manejo de las ‘escuelas’, en 1998. Fue seguida por la Iglesia Anglicana, en 1993, y la Presbiteriana, un año más tarde.

En 1998, el Gobierno canadiense emitió una declaración de reconciliación y en el 2008, el entonces primer ministro del país, Stephen Harper, presentó oficialmente disculpas. El mismo año, fue creada la Comisión de Verdad y Reconciliación de Canadá, que trabajó hasta el 2015.

En cuanto al Vaticano, en el 2009 el papa Benedicto XVI emitió un comunicado en el que «expresó su pesar por la angustia provocada por la conducta deplorable de algunos miembros de la Iglesia», pero no se disculpó explícitamente en nombre de la Santa Sede. El tema fue reavivado en el 2017, cuando Trudeau exigió disculpas. Sin embargo, al año siguiente el Papa Francisco informó a los parlamentarios de Canadá, a través de la Conferencia Canadiense de Obispos Católicos, que no iba a pedir perdón.

“Dios no lo quiera Papa Francisco/ pero presiento que has dejado de querernos/ en estos días se te nota diferente/ se han vuelto frías tus declaraciones de repente”.


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