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La Región

7 de agosto de 2021

Vivir al límite: historias de argentinos que cruzan a pie hacia Brasil

  •   Por Franco D´Amelio
           

La Copa América nos hizo ver a los brasileños como contrarios, como ajenos a nosotros y totalmente diferenciados, pero en Misiones las fronteras suelen estar más en los mapas que en la realidad. Charlamos con colegas que viven en sitios donde literalmente cruzás la calle y estás en el país de Pelé. Nos trasladamos a la provincia más oriental de la Argentina, y puntualmente a la ciudad más al Este del territorio nacional: Bernardo de Irigoyen.

Esta localidad de 25 mil habitantes cumplió recientemente su centenario y tiene muchas particularidades. Por ejemplo, es el lugar donde primero sale el Sol de todo el país, pero hay algo más: sólo una calle urbana separa el lado argentino del brasileño.

Imaginemos una avenida con un boulevard verde en el medio, como la que habrá en muchísimas ciudades del mundo, pero con una pequeña diferencia: al cruzar ese espacio verde no seguimos en el mismo barrio, ni la misma provincia, ¡ni el mismo país!. Así es, antes de la pandemia podíamos cruzar caminando a Brasil, comprar en un kiosco de allá, volver a cruzar la calle y comprar el pan en Argentina.

Concretamente, esta ciudad misionera limita con dos estados brasileños: Son el estado de Santa Catalina, donde se encuentra la ciudad de Dionisio Cerqueira y el estado de Paraná, donde está ubicada la ciudad de Barracao, aunque para el turista es todo lo mismo.

Dialogamos con Fabián Acosta, periodista y residente de Bernardo de Irigoyen, quien nos cuenta algunas de las particularidades de ese insólito sitio de nuestra diversa patria. “Hoy el tema de la convivencia es complicado, porque al pasar al otro lado y volver tenés que hacer cuarentena…tenemos unos 6 kilómetros de frontera seca urbana donde sólo una vereda es lo que más que dividir une dos países.

Antes de la pandemia la verdad es que la convivencia siempre ha sido muy amena, al punto que en realidad es como si fuera un gran barrio”
“En términos generales la gente va y viene por distintos puntos de la frontera, no es necesario pasar por un control aduanero, pasás por donde te queda bien. Cruzás para hacer compras o esparcimiento…esto siempre y cuando sean tiempos normales, pero de volver a la normalidad es difícil de distinguir qué es Argentina y qué es Brasil para el que no conoce”.
Sobre los nuevos controles aduaneros que buscan impedir -irónicamente- que la gente cruce la calle de un lado al otro, el periodista nos comenta que cada 100 metros hay un control de gendarmería con uno o dos efectivos.

ED: Antes de la pandemia imagino que había gente que vivía con un pie en cada lado, tal vez con negocios o relaciones sociales en un país, pero residiendo en otro. ¿Cómo afectaron a esas personas estos controles fronterizos?
FA: “hay empresarios y comerciantes brasileños que en los últimos años invirtieron del lado argentino pero seguían viviendo en Brasil. Algunos no volvieron abrir y otros trabajan con encargados de confianza a cargo del personal…también había argentinos que vivían del lado brasilero y tuvieron que dejar sus casa y alquilar o vivir de prestado en la casa de familiares, para poder trabajar acá, y empleados de comercios de ambos lados que cruzaban día a día la frontera que tuvieron que abandonar el trabajo”.

Seguimos navegando por el Río Uruguay y llegamos a la localidad misionera de El Soberbio donde justamente este cauce natural (que en algunos tramos no tiene más de 20 metros de ancho) separa nuestra patria de la vecina creadora de la caipirinha, concretamente con Porto Soberbo, Rio Grande do Sul.

Esta localidad de algo más que 5 mil habitantes está ubicada aproximadamente a unos 250 kilómetros de Posadas y es el distrito cabecera del departamento Guaraní.
Charlamos con Yohana Silva, corresponsal del diario El Territorio en El Soberbio, quien nos cuenta algunas curiosidades de sus pagos.

“Nosotros acá convivimos con el portugués día a día, es parte de nuestra vida cultural…Antes de la pandemia el lazo era más fuerte con Brasil…pero acá la gente consume la televisión brasileña, como O Globo porque por las antenas parabólicas es más factible consumir la televisión y la radio brasileña que la argentina”.
“Antes de la pandemia era muy común cruzar la frontera y almorzar allá…incluso los zapatos, la moda, a las mujeres les gustaba actualizarse con la última tendencia de Brasil y estrenarla acá”.
“Algo muy común de acá es que la gente sea fanática de Gremio e Internacional” (conocidos equipos de fútbol del vecino país).

Yohana nos cuenta que la mayoría de las personas de El Soberbio habla fluidamente o al menos entiende el portugués, pero afirma: “no cambio mi país, me identifico 100% argentina, es como una amistad cercana que tenemos con Brasil”.

Le pregunté “¿a quién alentaban en la final de la Copa América?” y para que a este colega mendocino no le quedaran dudas se limitó a responder compartiendo un video de la celebración popular del pueblo ante la victoria deportiva argentina.

¿Por qué? porque claramente entienden que la otra nación, la bellísima República Federativa de Brasil, no es un enemigo sino un amigo y hermano con quién fraternizar, pero ellos se saben argentinos.

Evidentemente aun nos queda mucho por conocer de esta riquísima tierra y su gente, profundizar en la noción de que la Argentina no es lo que los grandes medios porteños muestran, sino que tal vez sea eso, pero también mucho, muchísimo más.

A modo de reflexión personal, hoy que se ha puesto tan de moda hacer noticias sobre lo bien que le va a los argentinos que emigran a Europa y cómo hacerlo, creo que este país tiene una diversidad maravillosa, una tan grande que seguramente no bastaría una vida para conocer en profundidad todo nuestro suelo y a su pueblo.

Por eso, quizás haya que mirar menos afuera y amar más lo de adentro.

 


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