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8 de septiembre de 2021

Ley de humedales: Una cuenta pendiente de hace casi 10 años

  •   Por El Despertador
           

Por Jorge Gisbert

Las actividades humanas avanzan sobre los humedales sin planificación ni control e impactan en el plano socioambiental. La protección de esos ecosistemas, que ocupan 600.000 km2 (el 21,5% del país), es clave para diversas formas de vida, incluyendo la humana. Cumplen roles importantes tales como la provisión de agua dulce, la mitigación del cambio climático, la prevención de inundaciones, entre otros.

Una ley de humedales establecería los presupuestos mínimos a nivel nacional para promocionar la conservación, el uso sostenible y la restauración de estos ecosistemas y lograr poner fin a la disgregación de políticas y normativa que actualmente existe sobre la materia en las diversas provincias.

Durante 2020 se presentaron 15 proyectos de ley para regular los humedales en la Argentina, 10 en Diputados y cinco en el Senado. Previamente en 2013 y 2016 se trataron proyectos sobre el tema en el Congreso. En ambas ocasiones, se logró la media sanción del Senado, pero no hubo avances en la Cámara de Diputados y venció su tratamiento.
En noviembre del año pasado, la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de la Cámara Baja debatió los proyectos presentados y consensuó un documento único que fue girado a otras comisiones. Desde entonces, los ambientalistas esperan que las comisiones de Agricultura y Ganadería, Presupuesto y Hacienda e Intereses Portuarios, Marítimos, Fluviales y Pesqueros la traten.
Hace más de seis meses que está cajoneado el proyecto en la comisión Agricultura y Ganadería, y cuando le de dictamen aún falta que pase por otras dos comisiones para después pasar a ser votado en el recinto.

La inacción se da en medio de una grave situación socioambiental, marcada por una bajante histórica del Río Paraná, un contexto de incendios crecientes en todo el delta (durante 2020 se quemaron más de 400.000 hectáreas” y en lo que va de 2021 continúa ese ritmo) y los incidentes en Nordelta con la fauna nativa (carpinchos).

La semana pasada manifestantes ambientalistas marcharon desde Plaza de Mayo hasta el Congreso Nacional para exigir que se apruebe la Ley de Humedales luego de que el día anterior una caravana de más de 60 kayaks arribara al Dique Luján, en Tigre, tras navegar a lo largo de 350 kilómetros por la cuenca del Paraná desde la ciudad de Rosario. El objetivo era entregar formalmente un petitorio que se trabajó en conjunto con organizaciones de todo el país para que las comisiones que faltan y traban la ley, lo trabajen en conjunto, de manera unificada y simultánea.

El principal obstáculo que motiva el “cajoneo” e impide que se avance con la Ley es una disputa histórica con un sector del “campo” y el continuo corrimiento de la frontera agropecuaria, en este caso no para soja sino para la cría de ganado. Si bien el posicionamiento del campo no es totalmente uniforme respecto a este tema, existen coincidencias en las preocupaciones e inquietudes respecto a la norma en tratamiento, sobre todo en lo que respecta a la definición con la que se considerarán los humedales. Ya que dependiendo de cuál sea esta, seria la cantidad de territorio que se vería afectada por la citada norma (oscilando entre el 15% y el 30% de la superficie nacional). También preocupa que, una vez que se defina lo qué se consideraría un humedal, cuáles serán las actividades que se podrían desarrollar.

La necesidad de que el país cuente con una Ley de Humedales es clave, ya que muchos de estos ecosistemas se encuentran “en serio peligro” tanto por las modificaciones sufridas por actividades humanas, como así también por la contaminación. Asimismo, es posible la actividad agropecuaria en los humedales siempre y en cuando que ésta se adapte al ecosistema.
Muchos de los sistemas naturales en Argentina, están en serio peligro ya que se han modificado fuertemente, y se los afectó en dos sentidos: por un lado hay un proceso de conversión o de cambio de uso que es cambiar la existencia del humedal por otra actividad humana, ya sea productiva o desarrollo inmobiliario y, también, la degradación de estos ecosistemas a través de la contaminación. Muchas veces el ser humano pretende adaptar el ecosistema a su actividad y no adaptar la actividad a este. Por tal motivo, la clave de los humedales es el agua, los ciclos de inundación y sequía que tienen y uno tiene que pensar la actividad adaptada a este régimen natural, porque por ese régimen luego se puede contar con pastizales y forrajes de alta calidad. Ese buen manejo no solo favorece a la conservación de la biodiversidad, sino también a la producción agropecuaria.

 


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