Otro 24 de marzo. Luego de dos años de pandemia, marchamos para no olvidar el horror de la dictadura genocida y exigir justicia.
Es un hito fundamental, quizá el gran mojón que apuntala nuestra democracia.
No todo es color de rosa ni está exento de contradicciones y complejidades, por eso es necesario repensar esta conmemoración para no vaciarla de sentido, o peor aún, tributar a favor de los contradictores de su significado.
Cada año que pasa son menos quienes tienen, tenemos, experiencia vital de ese período y más quienes sólo lo reconocen por sus estudios o referencias.
El 24 de marzo de 1976 una “Junta” militar derrocó a un gobierno civil, votado, legítimo y asumió potestades gubernamentales. La ruptura del orden constitucional no solo fue tolerada sino impulsada por la casi totalidad de la prensa, por los jueces, por la Iglesia, por las cámaras empresarias, entre otros. Por eso, hace ya años, se modificó la denominación para reemplazar “dictadura militar” por “dictadura cívico-militar” o incluso “Dictadura eclesiástico-cívico-militar”.
La dictadura fue responsabilizada por crímenes de lesa humanidad, delitos horrendos que incluyeron robo y asesinato de bebés, pero esos crímenes no se hicieron al azar (aunque hubo casos fruto de la ebriedad de poder, de equívocos, o secuestros para provecho propios) sino que siguieron un patrón, un plan diseñado por civiles. En el fondo, el plan es el proyecto neoliberal. El mismo que en Chile comenzó en 1973 con Pinochet.
Durante esos años, aquellos civiles y Estados Unidos pensaban que los planes neoliberales necesitaban una dictadura para imponer las medidas antipopulares. Luego, la propaganda consiguió que las pudieran imponer en el marco constitucional. En Argentina ello ocurrió en 1989, 1995, 2001 y 2015, años en que los argentinos votamos lo que 1976 se impuso por la fuerza.
Es medular la apelación al componente civil del golpe de 1976 pues si no, nos quedamos en el terreno de lo individual, inexplicable, irracional. Y no fue nada de eso, fue un plan, un plan que en realidad ya venía de modo incipiente aplicándose con las políticas de Celestino Rodrigo con la propia Isabel Perón. Un hombre clave de esa etapa que continuará en el gobierno siguiente y que (de)formó centenares de economistas fue Ricardo Mansueto Zinn.
Recordar el horror y honrar a las víctimas supone, al menos, entender de qué fueron víctimas y encontrar en el presente las marcas de aquel pasado.
La prensa que hizo posible el golpe sigue actuando hoy. Incluso peor. Como dato de color es interesante recordar que apenas asumido el dictador Videla creó por decreto un área de censura, se llamó “Oficina de Lectura Previa”. La prensa escrita debía remitir sus publicaciones antes de imprimirlas. Duró un mes, a fin de abril la eliminaron, Videla no tendría mejor defensa que aquellos medios (que en muchos casos son los de hoy).
Otro tanto con la Justicia. Uno tiende a pensar que una ruptura constitucional no puede ocurrir con los jueces de la Constitución actuando. Se producirá un quiebre, una ruptura. Plantearán la nulidad e ilegalidad de todos los actos del gobierno ilegítimo. Nada de eso. Fueron los jueces quienes, no solo continuaron en los cargos sino que dieron validez a actos ilegales y ayudaron en la persecución. Esos jueces continuaron en democracia. Excepcionalmente hubo algún proceso muchos años después.
La dictadura no libró lo que algunos negacionistas llaman una “guerra sucia”. Ese gobierno aplicó un plan sistemático de terrorismo de estado. Es decir, utilizó todos los recursos del Estado para perseguir a una parte de la población que definieron como “enemigo interno” violando para ello todo el marco legal. Imagínese, querido lector, que un grupo de hombres entra a su casa, le da una paliza feroz, le revuelven sus cosas y le roban algunas pertenencias. Ud. va a la Comisaría a denunciar y encuentra que el comisario es uno de quienes lo molió a palos, va al juez a denunciar al comisario y escucha cómo el juez le cuenta por teléfono al comisario su exposición. Recurre al médico del hospital público para que constate sus lesiones y descubre que también le avisa al comisario. Vuelve a su casa y encuentra vigilando en la puerta un auto con un grupo de personas armadas. ¿A quién recurriría? ¿Cuál es la guerra? Lo que ocurrió en Argentina fue un totalitarismo asesino.
Es fundamental conmemorar el horror, repudiarlo y entender de qué se trató, para sacarlo del memorial y encontrar sus trazas en el pasado muy reciente de la Argentina.
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