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28 de abril de 2022

La ética política en crisis: reflexiones sobre el devenir del Proyecto Esperanza en San José

  •   Por Leticia Katzer
           

El proyecto de electrificación solar de la capilla Patrón Santiago y de entrega de lámparas solares a miembros de la comunidad Huarpe Juan Manuel Villegas (San José) llamado «Esperanza» tuvo en cuenta diversos detalles y variables para su diseño, el cual fue vertebrado de manera absolutamente integral. En su diseño trabajaron de manera conjunta la ONG Electriciens San Frontieres -a través de Griselda Andreoni- y Fundación Vincular -a través de su representante, quien escribe esta carta, Leticia Katzer.

Desde el principio, para el diseño del proyecto se tuvieron en cuenta las siguientes variables: vinculación, capacitación, aporte de infraestructura y puesta en valor de recursos tanto humanos como culturales; todas ellas, variables que en realidad pensamos como ejes de gestión.

Este proyecto se logra ejecutar recientemente luego de más de 4 años de trabajo, tiempo en el que se tuvieron que enfrentar muchas dificultades y carencias, que sólo la perseverancia y el profundo compromiso social hicieron que pudieran ser superadas. El desarrollo del proyecto implicó mucho trabajo de campo, puesto que la ONG me solicitaba información de todo tipo y de manera permanente. Aquí «mucho trabajo» significó tiempo y dinero. Desde ya, durante el proceso de diseño del proyecto, la participación y colaboración con la logística de parte del municipio fue prácticamente nula. Solo colaboró con la movilidad durante la primera visita de la ONG. En adelante, parte de la logística incluyó reuniones con autoridades del Centro de Capacitación para el Trabajo, Escuela Francisca G. de Molina, reuniones con DGE y viajes a San José, para los cuales muchas veces me negaron la movilidad. La mitad de viajes al campo tuve que operativizarlos por mi cuenta, esto quiere decir, puse a disposición mis recursos (mi auto y mi dinero para el combustible) para una parte del tramo y para la otra parte, viajé en el transporte que está a cargo de Juan Ojeda (el micro que usa toda la gente de las comunidades Huarpes para moverse), también solventando el pago de pasajes de mi bolsillo. En innumerables ocasiones las áreas municipales no respondieron mis mensajes. Hasta que finalmente, en un momento del proceso cercano a la ejecución, una de las secretarías del municipio pidió desplazarme del proyecto, preguntando de manera cuestionadora por mi rol y mi participación en el proyecto; pedido que por supuesto fue desestimado e invalidado.

Aún así, en la comunicación reciente de la página oficial del municipio de Lavalle, éste se auto referencia como promotor y desarrollador de esta iniciativa cuando en realidad su rol se redujo a acompañar recién en la etapa de ejecución de la obra, colaborando con la movilidad. Sin desestimar esta necesaria y valiosa colaboración, su participación fue nula tanto en el diseño como en el financiamiento, este último asumido completamente por la ONG y la empresa Schneider. Sin embargo, una vez más la gestión municipal de Lavalle se atribuye el rol y protagonismo principal en el diseño y en la ejecución de una obra en cuyo proceso de desarrollo estuvo prácticamente ausente. Más llama poderosamente la atención que se envíe un representante a la inauguración que jamás participó en ninguna de las etapas del proyecto. ¿A qué responde esto?

A Lavalle se lo tiene muy acostumbrado a este tipo de mecanismos centralizadores e invisibilizadores, los cuales se encuentran naturalizados y normalizados; mecanismos que en realidad son dispositivos de construcción y perpetuación del poder. Estas prácticas amorales y antiéticas de parte de instituciones que «representan» a la sociedad en su conjunto, que administran los recursos de todos y todas, y que debieran dar el ejemplo, resultan inadmisibles. Pero parece que para algunxs la política es un privilegio que los habilita a colocarse en el centro siempre y a desplazar a quien se les antoje y por las razones que se les antoje. Pero la política es un derecho de todos y todas. Y parte de su respeto ético es reconocer los roles y compromisos que asumen otros y otras.


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