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31 de mayo de 2022

Oxigenar el peronismo lavallino

  •   Por Leticia Katzer
           

El poder es hacer e impedir hacer. Aquí en Lavalle estamos acostumbradxs a una forma de hacer política desde el impedir hacer. Estamos acostumbradxs a una única forma de trabajar, que nos asfixia, nos ahorca y pretende inmovilizarnos a muchxs.

El poder es hacer e impedir hacer. Aquí en Lavalle estamos acostumbradxs a una forma de hacer política desde el impedir hacer. Estamos acostumbradxs a una única forma de trabajar, que nos asfixia, nos ahorca y pretende inmovilizarnos a muchxs.

El peronismo hegemónico es machirulo, tiene cara de varón. Lo que se muestra, lo que se hace público, lo que se visibiliza como lugar de fuerza y poder, tiene cara de varón; porque, cuando de mujeres se trata, son mujeres que trabajan para tal o cual varón.

Hoy prima más el interés por el «trono» y los cargos que la vocación, capacidad y competencia para el servicio social. Hay una gran pasarela donde desfilan varones candidateables que se autoreferencian y se autoevalúan de excelencia en la gestión. El peronismo hegemónico habla de cargos a ocuparse y de personas posibles para ocuparlos pero poco y nada se ocupa de poner en crítica sus propios criterios y variables de evaluación de conducción; poco y nada se ocupa de ponerse a pensar y poner en debate qué modelo de sociedad lavallina queremos; poco y nada se ocupa de reflexionar sobre criterios y variables para interpretar qué quiere y espera la sociedad lavallina y cómo hacer parte a todos sus espacios para su construcción y crecimiento.

El peronismo lavallino necesita oxígeno, necesita aire fresco; necesita alegría, necesita afecto. Realmente necesita transformarse, renovarse; está asfixiado de los mismos criterios, de las mismas ideas, de las mismas metodologías, de las mismas mañas, de la misma gente. Repetición, repetición.

Se dice por ahí que el peronismo «está vaciado de contenido»; también que su crisis actual «es cuestión de coyuntura y no de las personas». Nada más lejos de ello. Su crisis se debe a las personas. El peronismo está lleno de contenidos y vaciado de cuerpos. Lo que hace falta son cuerpos y fuerzas nuevas con lugar de enunciación y acción, que puedan transmitir esos contenidos y que los conduzcan a concretarse en la realidad, porque son los cuerpos, sus energías, sus ganas, su fuerza, lo que construye nuestra sociedad. El peronismo monopolista/corporativista poda su propio árbol, y se va vaciando de fuerza. Se podan personas y cuerpos; se desplazan capacidades; se desplazan ganas de trabajar y aportar, se desplazan posibilidades de innovar. Y se pierden cada vez más ramas y flores, se pierde extensión y altura. Necesitamos los cuerpos y los cuerpos apasionados. Y lo que hace falta son nuevos cuerpos y fuerzas; lo que hace falta son fuerzas femeninas con poder de acción y decisión y no mujeres que respondan a tal o cual varón. Mujeres en movimiento, con peso propio y coraje y no colgadas a paraguas.

En Lavalle se superponen distintos peronismos: el peronismo varonil, el peronismo corporativista, el peronismo de la mezquindad, el peronismo de la repetición, el peronismo de los negocios, el peronismo subterráneo, el peronismo que no se deja ver, el peronismo invisibilizado, el peronismo de la capacidad, el peronismo «que fue», el peronismo que soñamos y anhelamos, el peronismo por-venir. Hay peronismos que tienen distintas trayectorias, ángulos y posibilidades de acción y que el corporativismo monopolista se encarga de invisibilizar y desplazar.

En Lavalle hay que dejar de hablar de peronismo righista como el universal y el único posible; más aún ¿existe realmente el righismo? ¿hay un «nosotros righista» como proyección de conducción? ¿hay alma y compromiso real de equipo? ¡Cuánta hipocresía por favor! Una hipocresía que somete el sentido común de la comunidad lavallina, lo cual se logra manipulando la humildad de la gente.

El peronismo hermético, del monopolio, de la arbitrariedad, de la mezquindad, de la imitación, de la soberbia de creerse especialista en todo cuando en realidad no lo es, y por ello mismo, el peronismo inseguro de sí mismo, empobrece. El peronismo que no incorpora a su lenguaje la palabra «aprender» nos asfixia de repetición y nos aniquila como fuerza social.

El justicialismo tiene que dejar de repetir las mismas muletillas de siempre ¿Acaso la sociedad de los años 50′ no se ha transformado radicalmente? ¿Acaso no hay nada nuevo para decir? ¿Siempre las mismas frases? El justicialismo realmente necesita ser recreado con nuevos cuerpos, con nuevas articulaciones y con nuevas reflexiones. Perón y Evita han sido grandes conductores y como tales merecen ser releídos, reinterpretados y no imitados y reproducidos pasivamente. Se merecen que los hagamos crecer, que los recreemos.

En Lavalle es hora de empezar a hablar de peronismos en plural. Entonces: ¿qué peronismo queremos y elegimos? ¿a qué peronismo apostamos? Necesitamos un peronismo con más apertura, con más inclusión, con más transformación, con más diversidad, con más creatividad, con más sensibilidad, con más profesionalismo, con más mujeres valientes.

Lavalle ya no es la sociedad de hace 20 años atrás. Lavalle se ha transformado y diversificado radicalmente. Y por ello mismo hay que estar a su altura, hay que saber interpretarlo. La sociedad lavallina tiene mucho potencial, tiene mucho para dar y hacer crecer; ya no puede seguir acostumbrada a recibir limosnas y a acompañar como rebaño. Hay que realmente ponerla en valor dentro de un nuevo perfil y órbita de conducción peronista. ¡Lavalle necesita aire fresco!


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