Principio y fin de una polémica estéril sobre la elección de la reina de la Vendimia en Lavalle y las ganas de inventar conspiraciones de una parte minúscula de la población que no tiene otra cosa
que hacer que…

Por Juan de los viñedos

¿Dónde se ha visto? En la historia de la humanidad jamás un rey o una reina fueron elegidos por el voto de nadie, y menos por el voto directo del pueblo que gobernaban. Pero la vendimia permite estos raros cruces que tan bien supo describir el querido Discepolín en Cambalache: la biblia junto al calefón. Un vetusto y añejo concurso de belleza, en el que se coronan reinas elegidas por el voto, antes indirecto y hoy popular.

Que nadie se enoje con la provocación precedente. Amamos la vendimia y todo lo que ella trae. Las fiestas con su música, sus músicos, sus danzas, sus colores, sus relatos, sus estanes, su tradición, sus uvas, sus vinos, sus esfuerzos cotidianos, la cultura de nuestro Cuyo, y reivindicamos el sudor y el esfuerzo de obreros, cosechadoras, productores y hacedoras de nuestra bebida emblemática. Y somos, además, conscientes de que las reinas han evolucionado a la luz de las luchas de las mujeres. Ya no pesa tanto la belleza (¡bah!, ciertos estereotipos de belleza impuestos por el vil metal) si no otras características de las chicas que «compiten» por representar a nuestra industria madre: su cultura general, sus estudios, su compromiso con la comunidad, y tantas otras como candidatas suelen haber.

Esta semana, en Lavalle, hemos vivido la novela de las vanidades, que no tiene nada que ver con quien salió coronada como reina, sino con un lóbrego y oscuro modo de operar de alguna gente grande que no tiene nada que hacer más importante que maltratar a jóvenes tratando de manipular o imponer sus patrones de conducta como si fueran universales.

Luego de una elección donde, al parecer todo fue alegría, comenzaron a aparecer críticas al proceso electoral que coronó a Morena González, quien representó genialmente a Tres de Mayo, como Reina, y a Daiana Suans, que también representó genialmente a El Chilcal, como Vierreina. Lo primero en explotar fueron las redes sociales, ni bien publicadas, por distintos medios del departamento las fotos de las elegidas, algunos y algunas cibernautas comenzaron (en la mayoría de los casos de manera muy agresiva) a denunciar que la elección no había sido clara. Uno de los motivos fue que, en el recuento parcial que se suele realizar, Daiana iba al frente por algunos sufragios, y la segunda tanda de votos le dio el empujón a Morena para consagrarse ganadora.

Y el diablo de la política metió la cola, pues resulta ser que las dos jóvenes más votadas son hijas de referentes opuestos de la política local: Edgardo González, diputado peronista y candidato a intendente es el papá de Morena, y Érica Vilurón, mamá de Daiana, es una importante referente del radicalismo lavallino. Érica, además, fue reina departamental en sus años mozos. Pareciera que por ahí viene la contradicción de heredar la corona (como corresponde a una buena monarquía) y no acatar los designios de las urnas. (Vilurón fue virreina pero se convirtió en reina, por renuncia de la entonces reina).

Entonces, la novela tiene que ver con una serie de presentaciones que El Chilcal, y algunos vecinos de otros distritos, entre ellos El Vergel, que realizaron ante la comuna, sobre la falta de transparencia de la elección. Reunión con el intendente, notas en medios provinciales, muchas actividad en las redes sociales para defender y atacar. Cabe mencionar que representantes de la Comisión de El Vergel, fueron parte de la mesa escrutadora de votos, ergo, eventuales cómplices del «fraude».

Con tantas cosas que hay para hacer en el departamento desde el lugar de representación que estas niñas ocupan, con tantas injusticias que viven los y las laburantes de la vendimia, con la necesidad de que las representantes estén atentas al quehacer cultural, social, económico, deportivo, y otros, de nuestro departamento, al que seguro tienen tanto que aportar … armar semejante bolonqui, ¿no es mucho?