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20 de febrero de 2023

Estas elecciones ponen a prueba la lealtad en el peronismo lavallino

  •   Por Jorge Abalo
           

Si hay algo que ha caracterizado al peronismo en general es la adhesión a la idea de lealtad, que no es solamente una idea o un proyecto, sino fundamentalmente la adhesión a un líder. Por contraposición, lo contrario, sería en esta lógica, la traición a los principios, pero fundamentalmente a ese líder. Esto también ha sido tradición en el peronismo, devenido en justicialismo. Desde los albores mismos esta disyuntiva se planteó en el movimiento, y tal vez la idea de Augusto Timoteo Vandor, indicaba como nadie este sentido dual, contradictorio, aparentemente antagónico, de la política en los años 60: «Para estar con Perón hay que estar contra Perón». De esta manera nació el neoperonismo. Que no fue ni más ni menos que darle un cariz de complicidad al régimen oligárquico vigente, en todas sus variantes. Complicidad que acompañó a éste hasta su muerte a partir de un hecho ominoso.

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Para Proyecto Lavalle, Cristina sigue vigente en Lavalle como siempre

Si hay algo que no quiere esconder Proyecto Lavalle es su adhesión al modelo que imperó desde el 2003 al 2015, cuya representante máxima fue Cristina. Por eso, el sector encolumnado en Raimundo Laugero, Corcho Brizuela y Lucas Alvarez entre otros, tiene una fuerte apelación a ese pasado exitoso, y que se espera repita, si Cristina fuera candidata. Con la reminiscencia a cuestas, como en esos mítines soviéticos donde se celebraba a la vieja guardia, el peronismo cristinista se siente fuerte para disputar la hegemonía righista de los últimos años y dice prepararse seriamente para esa confrontación.

En los mentideros políticos, esto es, en los cafetines de la Villa o de Costa, la cosa no parece tan clara.

Y es que en las últimas dos elecciones, una para concejales, y la otra para autoridades partidarias, Proyecto Lavalle quedó pagando o medio pagando, ya que no presentó lista sola, sino que en la primera se quedó afuera, luego de mucho amague, y en la otra se terminó cerrando lista única. Eso significó que no pudieran medir fuerzas internamente, y que el righismo siguiera configurando la mayoría hegemónica.

Sin embargo, al peronismo cristinista, se lo ve más embarcado que nunca en la idea de dar pelea en las PASO, que lógicamente se podrían negociar, toda vez que cierren los acuerdos provinciales. Para esto, el cristinismo en Mendoza, agita la idea de cerrar la mayoría de los acuerdos o todos los acuerdos el 11 de marzo, y no después para darle mayor certidumbre a la campaña provincial y tal vez quien sabe, poder hacer una buena elección. Por supuesto que esto no dependerá de los buenos deseos de la dirigencia peronista, sino de algunos aditamentos necesarios, como la ruptura de Cambia Mendoza y las dificultades que tenido el radicalismo para encolumnarse incluso en la figura de Cornejo, que hoy por hoy deja bastantes heridos en el camino, e incluso muy cerca de él.

En ese sentido, Proyecto Lavalle, muestra una fuerza, que aunque endeble en la Villa y en Costa, aparece fuerte en las zonas rurales postergadas, donde el predicamento nacional y popular sigue vigente. Y es ahí donde se siente fuerte para ofrecer una pelea interesante, frente a una conducción casi desbordada por una interna que debe posponer el nombre del candidato o candidata para dentro de unas semanas, y así evitar la dispersión o un posible daño colateral de aquél que no se sienta dentro del esquema que emerja.

En ese sentido, la lealtad una vez más será puesta a prueba. En el peronismo cristinista, el mecanismo parece más aceitado. El proyecto y las líderes hacia adentro del espacio, todavía valen, aunque sean una minoría hacia afuera.

Sin embargo, lo difícil será vislumbrar lo que puede pasar de aquí a dos semanas, alrededor de los sectores vinculados al intendente Righi, que hoy por hoy tiene la misión de convencer a Félix de ser candidato a gobernador, de dilucidar quién es su candidato (tiene afecto por los tres, digo dos en pugna), de armar una lista acorde a las circunstancias y ver qué papel juega desde el punto de vista electoral, que hoy por hoy se mantiene bajo siete llaves, por lo menos para la prensa.

Sin embargo, el mayor desafío que enfrenta el intendente es identificar quiénes están dispuestos luego de que él elija a su sucesor; de hacer daño hacia el interior de la gestión, pero fundamentalmente hacia afuera, de cara a la sociedad. Esa tarea no parece sencilla, y hoy por hoy es parte de su desvelo porque no se sabe cómo reaccionarán aquellos involucrados directos. En el oficialismo peronista, todos hablan de lealtad a la continuidad del proyecto, pero pocos de la lealtad al líder que los mantuvo en el poder durante dos décadas.

El tiempo dirá…


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