La foto parecía cocinarse a fuego lento, y se logró nomás. Desde hacía meses que De Marchi tenía en agenda a Roberto Righi, a tal punto de ofrecerle la vicegobernación, cosa que el propio Righi rechazó en su momento. No era porque no le atraía, es que la interna en el departamento era tan grande que lo podía arrastrar a una derrota que finalmente se dio igual.

Ese coqueteo, en el cual De Marchi usó palabras místicas para intentar “convencer” al Roberto de acompañarlo, tuvo su efecto un par de meses después, cuando ayer, Righi invitó a De Marchi a conocer las necesidades del municipio en una foto que nadie puede negar que tiene todo de política y muy poco de institucional, como quisieron hacer creer algunos militantes en las redes.

No es una foto ingenua, ni mucho menos, es el corolario de un proceso de fragmentación en el peronismo, sobre todo en los sectores ortodoxos del mismo, que no encuentran viabilidad provincial a sus posturas y comienzan a mirar de otra manera el escenario mendocino. De esa expresión, Righi, sin llegar, por ahora, a lo que hizo Jorge Giménez, es la cara visible de ese peronismo.

Cornejo: un enemigo declarado

Righi era un convencido, luego de la derrota del 2021 (otra más), de que había que armar un gran frente con todos los sectores (incluía al peronismo federal y al partido verde) y a todo el anticornejismo, para disputar la gobernación y creyó hasta último momento en una fórmula competitiva contra Cornejo. Claro, que lo que era competitivo para él, era muy diferente de lo que veían los dirigentes justicialistas tanto de un lado como del otro en Mendoza. Tal es así, que ningún intendente acompañó esta idea, de sacar los pies del plato, y aunque no les gustase demasiado la candidatura de Carmona, parecía que no había mucho para elegir.

Su candidatura

“Me propusieron montones de veces que fuera candidato, pero nadie (se refería a los intendentes) me quería acompañar como vice”, y “sentí que me querían dejar solo en esta movida”, fueron palabras que se le escaparon a Righi, en los momentos en los cuales se agitaba su candidatura a gobernador. Creer o reventar, lo cierto es, que Righi se sentía incómodo en una fórmula con La Cámpora y le atraía más bien otra fórmula (De Marchi por ejemplo). Es que el análisis para Righi era muy sencillo, si el “enemigo” era Cornejo había que apuntar todo contra él. Para Righi, la violencia institucional que atraviesa Mendoza es tan grande, que necesita de un armado aún más grande.

El problema no es juntar dirigentes de distintos espacios, o sectores diversos en un frente común. Si no, vincular un grupo de dirigentes, por el solo hecho de ser anticornejistas, cuestión que no parece ser la mejor solución para los problemas de Mendoza. Solo pareciera, es una presunción de quien escribe estas líneas, de que ese proyecto se asemeja al gatopardismo de la película italiana, cuya premisa es “cambiar para que nada cambie”, que a una opción más o menos clara para la provincia.

El tiempo dirá…