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4 de octubre de 2023

¡Agroquímicos en Lavalle! ¿Qué tan envenenados están nuestros cuerpos?

  •   Por Juan Burba
           

Hace unos 3 meses, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), le prohibió a la investigadora Virginia Aparicio, que se desarrolla en la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Balcarce (Buenos Aires), que realizara la presentación de una serie de resultados de investigaciones que revelaban la presencia de agroquímicos en sangre, orina y materia fecal de personas que tienen contacto con el mundo agrícola (productores) y quienes son ciudadanos alejados de las zonas rurales.

Las investigaciones de Aparicio se realizan en el marco de un proyecto internacional llamado SPRINT (siglas en inglés de Transición Sostenible de Protección Vegetal), una iniciativa en la que participan países de Europa y la Argentina. Nuestro país participa por ser el principal exportador de soja para alimentación animal al mercado europeo. SPRINT «busca identificar los residuos de los agrotóxicos, en ecosistemas y en humanos, y analiza el peligro de la sinergia (la combinación o mezcla) entre los plaguicidas hallados» según explica la colega Anabel Pomar de la Revista Mu.

La prohibición a la investigadora argentina de exponer los resultados en nuestro país por parte del INTA (institución que participa formalmente de SPRINT), tiene que ver con que esos resultados desnudaron una situación que es sabida, pero que al INTA le interesa ocultar (avalando el modelo contaminante de alto uso de venenos): los agroquímicos están por todas partes, incluso en lugares y personas que están alejados de la zona de producción.

En su momento nos comunicamos con Aparicio, quien nos explicó que las autoridades del INTA no le permiten realizar declaraciones a los medios de comunicación, y nos derivó con los responsables de prensa de la institución, de quienes jamás obtuvimos una respuesta.

Esta semana que pasó, el propio proyecto SPRINT presentó una serie de resultados en una conferencia virtual internacional desde Nueva York, durante más de 3 horas, en el marco del Día de la Salud Ambiental (27 de setiembre).

Según lo expuesto se reveló que el total (100%) de participantes argentinos «presentó un rango de 6 a 13 plaguicidas en orina, un rango de 2 a 10 plaguicidas en sangre y un rango de 0 a 18 plaguicidas en materia fecal» según publicaron las colegas de la Revista Mu que asistieron a la conferencia.

Entre los venenos detectados están el glifosato (un herbicida conocido por su nombre comercial más difundido como Round-Up, un genotóxico y probable cancerígeno) y el clorpirifós (que pese a estar prohibido en Argentina se sigue vendiendo hasta en los supermercados). «Ver la presentación de esos estudios que respaldan una afirmación que muestra la magnitud del daño, estremece. Hasta las personas que consumen o producen alimentos sin usar agrotóxicos tienen sus cuerpos contaminados. Y aquellas que consumen alimentos libres de agrotóxicos, también. El cuadro completo muestra que la exposición ambiental llega a todas las personas, no sólo a quienes producen con venenos o viven en zonas rurales» aseguró Pomar en su nota periodística.

De las 73 personas de Argentina relevadas, el 33% son consumidoras de las ciudades (sin contacto con zonas rurales), el otro 33% habitantes de pueblos pequeños y «vecinos de productores» (casi todo Lavalle podría cumplir con esta caracterización), y el tercio restante productores agropecuarios. De este último grupo la mitad usa plaguicidas y la otra mitad trabaja de manera alternativa (agroecológica u orgánica).

Además de los resultados en sangre, orina y materia fecal, se estudiaron los posibles orígenes de esa contaminación en el cuerpo humano, y que tienen que ver con el ambiente que nos rodea. Se relevaron muestras en las casas de 14 establecimientos agropecuarios, y los resultados son preocupantes:

En alimentos: «el total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 22 plaguicidas en la muestra de alimentos». En el polvo del hogar: «el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 43 a 86 plaguicidas en polvo del hogar». Granos de cultivos: «el total de muestras analizadas en Argentina presentó un rango de 0 a 8 plaguicidas en grano». En animales: «el total de animales analizados en Argentina presentó un rango de 1 a 12 plaguicidas en orina, un rango de 0 a 16 plaguicidas en materia fecal» (los de sangre continúan pendientes). En alimento para animales: «un rango de 5 a 25 plaguicidas en alimento animal». En suelos: «el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 0 a 12 plaguicidas en suelo». Agua superficial: en «el total de muestras analizadas presentó un rango de 10 a 28 plaguicidas en agua superficial».

A su vez, si se compara los resultados nacionales con los análisis hechos a europeos y europeas «los resultados señalan que hay presencia de glifosato en la orina del 86,1% de los argentinos muestreados y en el 35,2% de los europeos, mientras al analizar las heces humanas se detecta ese plaguicida en el 70,5% de las personas residentes en Europa y en el 100% de los bonaerenses. Para el caso del clorpirifós, el 3,7% de europeos tiene en sus heces ese tóxico, mientras que para la Argentina el número asciende a 37,7%».

El proyecto SPRINT dura hasta el 2025 y estos resultados son insumo de experimentos de exposición. Según pudimos averiguar, los investigadores del INTA firmaron un consentimiento informado con los participantes involucrados, de darles el informe personal, cosa que Aparicio hizo en su momento de manera inmediata, por su compromiso con quienes se prestaron para el estudio, que lamentablemente reveló que sus cuerpos están llenos de veneno.

¿Qué pasa en Mendoza?

Si bien en nuestra provincia no hay estudios tan exhaustivos como el mencionado SPRINT, muchas y muchos investigadores se están preocupando de cuál es el impacto en Mendoza, donde se produce de manera intensiva en muchas zonas agrícolas, con alta carga en el uso de agroquímicos.

Un estudio del Departamento de Geografía de la UNCuyo relevó que el 97% de las familias productoras del cinturón verde de Mendoza aplica agroquímicos de alta toxicidad a sus cultivos y son escasas las medidas de protección para las personas que los utilizan.

La geógrafa Carolina Beceyro, quien es la responsable de la investigación que se realizó en base a encuestas a familias productoras, visitó los estudios de Radio Tierra Campesina para dar una profunda entrevista donde pudo informar los resultados de la investigación. La entrevista (en 3 bloques) se puede escuchar íntegramente en el siguiente enlace: https://comecu.co/AgrotoxicosUNCuyo.

Beceyro expresó su preocupación respecto a la falta de consciencia sobre la peligrosidad de los venenos y los déficit del sistema de salud para detectar y registrar los casos. El distrito lavallino de Las Violetas fue parte de su investigación.

Se realizaron 59 entrevistas y encuestas a quienes producen hortalizas en una franja del cinturón verde, específicamente en la zona de Kilómetro 8 (Guaymallén) y sus alrededores. Una vez concluido el trabajo de campo, el equipo de la UNCuyo determinó las conclusiones. Estas fueron: 96,6 % de las personas aseguró que utiliza agroquímicos (insecticidas, herbicidas y fungicidas), al tiempo que expresaron que con los años necesitan mayor cantidad, porque «no hacen efecto».

En cuanto a los agroquímicos que mencionaron fueron de distintos niveles de peligrosidad, 3 considerados «de banda roja» por su alta toxicidad (abamectina, carbofuran y aldicarb), otros tantos de «banda amarilla» (clorpirifós, imidacloprid, pendimetalin y paraquat entre otros), además del peligroso glifosato (que paradójicamente, y a pesar de estar muy estudiado, sigue siendo «banda verde»).

Beceyero subrayó que, si bien la utilización de los agroquímicos de «banda roja» está permitida por las normativas nacionales, no se cumplen las medidas de extremar los cuidados en su utilización, ni en la disposición final de los envases.

El 83% de las personas encuestadas dijo saber que los agroquímicos pueden ser peligrosos para la salud, pero sólo 34% utiliza elementos de protección y el 17% expresó que se coloca mascarilla o guantes «a veces».

En cuanto a su estado de salud, un 78% de las personas dijo no tener problemas crónicos, pero 64% respondió haberse intoxicado mientras aplicaba los productos. En estos casos expresaron que tuvieron dolor de cabeza, irritación ocular, vómitos, irritación de garganta o de la piel, vértigos o mareos, calambres, dolores de estómago y problemas para respirar.

¿Y en Lavalle?

En nuestro departamento no hay estudios hechos en profundidad y particularmente, pero es sabido que los niveles de utilización de agroquímicos en los distintos cultivos (sobre todo en horticultura) son muy altos.

Si bien no estamos en condiciones de mencionar casos en particular, podemos afirmar que Lavalle no escapa a las generales de lo expuesto, y por observación directa, este cronista puede asegurar que en los últimos años se han visto casos de contaminaciones con venenos (fundamentalmente en agricultores familiares u obreros de grandes fincas) que han terminado en el hospital o los centros de salud (mal atendidos y peor diagnosticados), en casos de enfermedades graves como cánceres, o la muerte.

De todo esto surgen innumerable cantidad de preguntas que nos permitimos dejar para el cierre de esta nota, y que más rápido que urgente deberíamos intentar responder de manera colectiva.

¿Somos conscientes de los niveles de contaminación con agroquímicos que tienen nuestros cuerpos, nuestros alimentos y nuestro ambiente?, ¿está el sistema de salud preparado para atender problemas vinculados a esta problemática?, ¿las políticas públicas desde los distintos niveles (municipal, provincial y nacional) se están ocupando de esto?, ¿existen alternativas para las familias productoras?, ¿y para las y los consumidores?

A esta altura de las circunstancias estamos en condiciones de asegurar que el 100% de los lavallinos y las lavallinas tenemos venenos en nuestros cuerpos ¿qué vamos a hacer con eso?


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