¿Hay que esperar a ver los resultados de las medidas de Milei para opinar sobre ellas?

Seguramente quienes lo votaron albergan alguna esperanza, sin embargo el resultado de las acciones de gobierno es la consecuencia lógica de su naturaleza.

La revolución moderna tuvo fundamentos en la razón, la racionalidad, y la preeminencia del pensamiento científico, no exento de sospechas.

Como suele ocurrir con los artistas, ya a finales del Siglo XVIII, Francisco Goya dibujaba lo que no tenía palabras pero sí título: “El sueño de la razón produce monstruos”.

Desde entonces muchas voces han cuestionado la racionalidad instrumental, la racionalidad occidental y, por supuesto, el positivismo que predominó en la ciencia decimonónica. A finales del siglo XX el posmodernismo extremó la impugnación.

Si aquellos cuestionamientos señalaban los efectos de la racionalidad in extremis organizando nuestras sociedades, no se ponía en cuestión la estructura lógica del razonamiento.

Parece que entramos en ese terreno.

Lo que se llamó “el desencantamiento del mundo”, abandonar el pensamiento mágico y místico como explicación fenoménica comienza a estar amenazado, al menos en la construcción social de significados.

La pandemia global de covid-19 fue pródiga en alumbrar fenómenos masivos de este tipo. Casi todos los países tuvieron expresiones más o menos masivas de antivacunas que sabotearon medidas sanitarias. El caso de Formosa es una dolorosa espina clavada en el corazón de las buenas conciencias argentinas. La provincia que tenía un solo muerto por el virus pasó a más de 1.300 luego de manifestaciones lideradas por Patricia Bullrich y Alfredo Cornejo.

Esta publicación de Instagram muestra a la diputada de La Libertad Avanza, Lilia Lemoine, explicando que la tierra es plana.

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Causa una cierta desazón los dos niveles en juego. Las derechas desquiciantes tienen los mejores cientistas sociales a su servicio que analizan, ellos sí, con método científico riguroso cómo poner y sacar gobiernos, pero producen discursos absolutamente alienados a la lógica en sus militantes y adherentes.

Este introito no tiene otro objetivo que concluir con algo que debiera ser obvio para todos, las causas producen las consecuencias que se conocen que producen, los efectos se explican por sus causas, y es la realidad, externa al sujeto, la que da razón de verdad a las aseveraciones.

¿Si el gobierno de Milei aplica recetas que fueron utilizadas por Martínez de Hoz, por Menem, por De La Rúa, y por Macri, qué efectos pueden producir?

No hace falta esperar para saberlo. Rápidamente lo estamos viendo. En este camino, el tiempo juega en contra de las condiciones de vida de las mayorías.