Decenas de miles de litros de agua comenzaron a bajar desde las alturas de las montañas, como si fuera un gran maná. Desde fines de enero, el agua baja con un caudal que sorprende en algunos casos, por lo intenso, y viene a poner un poco de alivio, y más también, a la población necesitada de este líquido vital.

De esta manera, vimos, luego de más de una década y media, como el agua iba ocupando las todavía existentes huellas del río, en algunos casos y algunas huellas nuevas que se iban formando.

Indudablemente que el agua trajo un alivio, aunque dure solo un tiempo, calculan que hasta marzo, fundamentalmente al sector productivo y ganadero de la zona, que en los últimos tiempos vio como mermaba el agua de manera trágica.

Así, el agua fue bajando hasta llegar a La Asunción donde se formó una playa extensísima con un arrastre de agua al principio, casi simbólico, pero que este fin de semana pasado tenía un caudal sumamente importante.

Por supuesto que el agua no se detuvo y ya llegó a San José y Lagunas del Rosario, llevando un enorme alivio a aquellas poblaciones.

Verano caliente y agua fría

Está claro que con esta de ola de calor, la población salió en cantidad, a acercarse al río. En Costa de Araujo, en Gustavo André y en La Asunción, la población lavallina se acercó para combatir el calor. Sin embargo, el uso de los cauces está prohibido expresamente en el código contravencional y solo un convenio de Irrigación con un ente como el municipio, podría disponer otra norma.

Para las autoridades municipales, por ahora prima la idea de prevenir antes de generar algún tipo de «playita Lavalle». Y esto tiene que ver con que el municipio no tiene estructura para llevar adelante semejante propuesta, pero fundamentalmente, porque el agua a la altura de Costa de Araujo y Gustavo André forma un cauce peligroso, lleno de ramas, árboles que se desprenden, rocas y demás que generan un peligro extra.

Sin embargo, la gente sigue yendo a bañarse. En La Asunción, la situación es diferente. Playa ancha, arenas maravillosas y agua tranquila, configuran un paisaje majestuoso para la zona.

Diecisiete años después

El superintendente de Irrigación, Sergio Marinelli señaló que en los últimos 17 años Mendoza ha tenido caudales medios que han sido inferiores al actual. «Este año el caudal medio, o sea, el promedio de los caudales de todos los días de enero del río Mendoza y el río Tunuyán han sido superiores a los últimos 17 años, pero similares a los del año 2017, o sea que no estamos frente a una cantidad de agua o caudales desmedidos, sino que son los que tuvo Mendoza en épocas anteriores, pero con la nueva normalidad y la sequía nos desacostumbramos a tenerlos», explicó.

A esto, Marinelli le sumó que «por otro lado, en la cantidad de agua total, si uno junta toda el agua que ha bajado hasta ahora desde que dimos el pronóstico en octubre de 2023 hasta enero de 2024, la diferencia en el río Mendoza de lo pronosticado versus lo que realmente ha bajado, es de un 16% mayor a lo pronosticado».

Además, comentó que está llegando al río una cantidad de agua en orden de los 130, 140 hectómetro cúbico (Hm3) por segundo. «Para el agua potable erogamos 70 m3 por segundo, con lo cual la mitad va al río. Entonces, ¿cuándo va a bajar el caudal en el río? Lo que pasa de Cipolletti aguas abajo, cuando bajen las erogaciones a la mitad de lo que están llegando del río».

Por otro lado, explicó que los ríos del sur, en el río Diamante y en el río Atuel los caudales promedio han sido por debajo de los históricos. «En esos dos estamos un poco por debajo de lo que deberíamos tener. No obstante, igual van a hacer años medios similares en cuanto a la magnitud a la cantidad de agua total», remarcó el funcionario y agregó: «Los pronósticos hasta ahora se vienen modificando solamente en menos de un 8%, o sea que todo el pronosticado está bien».