Despertador Online

El diario del Oasis Norte de Mendoza

La región hace escuela
Titulos

10 de febrero de 2024

Lavalle: El barrio sustentable que no fue

  •   Por Juan Burba
           

En abril del 2021 la Municipalidad de Lavalle anunciaba con bombos y platillos que se iba a construir «el primer Barrio totalmente sustentable en la Argentina«. Se trata del proceso que, en ese entonces, encararon un grupo de 28 mujeres acompañadas por la comuna, en la figura de la arquitecta Adriana Saua, referente de la construcción natural en nuestra provincia.

El barrio comenzó por iniciativa de Meltequi Ti Chalu, la asociación conformada por 28 lavallinas, que construiría, con su propias manos, las viviendas de quincha «un arte ancestral que heredamos de nuestros antepasados Huarpes» según reza en la publicidad municipal. Anunciaron también que «las casas van a estar equipadas con biodigestores para los desechos biológicos y paneles fotovoltaicos para la generación de energía eléctrica».

Días pasados, y a raíz del fallecimiento de una de las jóvenes mujeres que integraba Meltequi Ti Chalu, Saua publicó en sus redes sociales una suerte de reclamo a las autoridades municipales que dejaron de acompañar el proceso de este grupo de jefas de hogar.

«La publicación la hice en un momento de bronca e impotencia, porque teníamos un vínculo de casi hermanas con estas mujeres, tengo que pedir disculpas a la familia porque no quería que se usara su nombre para protestar» aclaró la arquitecta, en diálogo radial con la 89.1, explicando el por qué había decidido levantar el posteo.

Saua, por los desmanejos que denuncia, y están plasmados a continuación, renunció a seguir trabajando en esas condiciones, pero con la esperanza de que el ímpetu luchador de las mujeres y el apoyo municipal, pudieran llegar a buen puerto: «cuando yo me fui, las mujeres habían terminado una estructura (de una de las viviendas), todo hecho por ellas, con dificultades, pero lo único que faltaba hacer era terminar revoque y colocar carpintería e instalación eléctrica» explicó la arquitecta.

«En ese momento las mujeres estaban totalmente empoderadas, pidiéndole al municipio que, en lugar de la metodología que ya se había hecho (todas construyendo la misma casa), les dieran los materiales a cada una ya que habían aprendido, y que ellas con sus familias, harían cada una sus casas, porque si iban casa por casa era un proceso muy largo y desgastante» señaló, y rescató que el grupo de mujeres, luego de su proceso de aprendizaje, comenzaron a dar «capacitaciones a gente de la Universidad, daban charlas, iban a congresos, eran mujeres empoderadas, seguras de lo que querían».

Pero a medida que el proceso avanzaba, y luego de varias publicaciones en redes sociales y medios de comunicación, donde la comuna se vanagloriaba de los avances, las cosas comenzaron a trabarse: «en todo el proceso hubo cosas que iban ocurriendo, yo viajaba desde mi casa (en el departamento de San Carlos), en micro, con la motosierra y otras herramientas, porque a veces no teníamos las herramientas en la obra: si teníamos el andamio no teníamos el grupo electrógeno, si teníamos el grupo electrógeno no habían llegado las herramientas …» manifestó la, en ese momento, técnica municipal.

Se quejó de que «eran pequeñas cosas en las que se notaba que no estaba el acompañamiento integral que se había planificado, que debería ser con un trabajo interdisciplinario, eso nunca estuvo, nunca hubo una trabajadora social o una psicóloga, porque cuando trabajás cuestiones de género, no existen los mismos tiempo de obra que se le podría exigir a cualquier otro trabajador», y explicó que «mientras trabajábamos siempre había un momento para hacer catarsis, para hablar de los problemas, para buscar salidas».

Luego comenzaron los problemas de comunicación entre el grupo de mujeres y las autoridades municipales: «desde el municipio empezaron a cuestionar los tiempos, a meterse en algunas alternativas que queríamos hacer, como dar talleres a otras mujeres, yo soy una mujer bastante vehemente, y cuando veía algo les decía, los enfrentaba, y me preguntaba si el problema era yo, por eso dije hasta acá llego, porque, además, mis compañeras estaban muy empoderadas».

Cuando Adriana Saua se alejó del proceso, las cosas, lejos de mejorar, fueron en declive: «unos meses después de que yo me fui, y sin avisar los motivos, comenzaron a construir una casa de quincha al lado de donde estaban trabajando las mujeres, con hombres del municipio, y ellas me decían que no entendían por qué pasaba esto».

Concretamente, lo que faltaba para terminar esa primera casa, que servía como modelo, como experiencia de aprendizaje, en la que todas hicieron sus primeras armas con esta fabulosa técnica constructiva, eran los revoques, la carpintería y la instalación eléctrica.

La arquitecta del barro, que fue quién escribió gran parte de la ordenanza municipal que permite el uso de estos sistemas de construcción (quincha y adobe) y que es vanguardia a nivel nacional, retomó el tema del fallecimiento de su compañera: «estaba enferma, vivía en una pieza y vio que su casa no avanzaba, pidió que le hicieran un baño, recorrió 25 mil oficinas, y nunca tuvo su baño, una mujer que estaba dispuesta a hacer su casa con sus propias manos, dijo ya está».

De las 28 iniciadoras de la asociación hoy sólo quedan 8, «algo mal hicimos» se lamenta, «yo me hago una autocrítica, como técnica, y es que yo tendría que haber permanecido y demandado, ir a los medios, hacer esto que estoy haciendo, en su momento, pidiendo, trabajara social, psicóloga, recursos …». Y cargó contra la inacción municipal: «escuché que la gestión anterior dejó un montón de recursos, que quedó plata, ¿y porque no estuvieron esos recursos en ese momento?, ¿y qué pasó con las casas que se hicieron después?».

Y remarcó: «estas mujeres hace 3 años que han visto políticos que han ido a sacarse fotos, barrios que se han entregado, materiales que se han usado para otras construcciones que no son las de ellas … si les han exigido estar para las fotos con los políticos, y darles los talleres a los universitarios y recibir gente de no se qué, y todo lo que han hecho, ahora hay que hacerse cargo de todo eso».

Saua aclaró con insistencia: «ellas no tienen nada que ver con mi reclamo, no me han mandado, ellas están abatidas, agotadas, desvalorizadas, yo no se en qué momento van a reaccionar y reclamar, pero va a pasar» y recordó «yo se los dije (a las autoridades municipales) con todas las letras, ustedes no saben lo que se está construyendo acá, no es un barrio, no son casas, son otras cosas» en referencia al proceso integral de organización del grupo de mujeres, en muchos aspectos que van más allá de lo técnico.

En su autocrítica la arquitecta manifestó que las mujeres de Meltequi le reclamaron: «ellas también, un tiempo después de que me fui, me dijeron que se sintieron abandonadas, se sintieron tan mal que me dijeron: ‘nos dejaste solas'».

Para finalizar la entrevista radial, Adriana Saua dejó un mensaje para la nueva gestión: «si van a abordar este tema, que lo tienen que hacer, que lo hagan con un equipo multidisciplinario, y tienen que terminar el barrio, y no es que la gestión nueva desconozca todo, porque muchos siguen estando en esta, hay técnicas muy bien formadas para darle continuidad y seguimiento al proceso», en referencia a arquitectas que trabajan actualmente en la comuna.


  • Comentarios

    Relacionadas