El martes 26 de marzo Javier Milei fue el orador principal de un foro organizado por José Luis Manzano. Independientemente de la opacidad que rodeó el encuentro, pondremos el foco en el nuevo ataque del presidente a la educación pública.
Un breve fragmento de su intervención, que transcribimos textualmente:
“Es decir, lamentablemente en Argentina la educación pública, porque toda es pública, puede ser de gestión privada o de gestión estatal, ha hecho muchísimo daño lavando el cerebro de la gente y llevando a la lectura de autores que verdaderamente han sido verdaderamente (sic) nefastos para la historia de la humanidad y en especial para Argentina. Digo, yo siempre hago el chiste que si ustedes van a la Universidad de Buenos Aires a la Facultad de Ciencias Económicas y le preguntan quién es Ludwig Von Mises le van a decir que es el 9 de Holanda, digo y para otros es el mejor economista de todos los tiempos junto a Murray Newton Rothbard, eso sí, al barbudo sí lo conocen, al barbudo alemán digamos, a ese empobrecedor de Marx, a ese sí lo conocen”.
El extracto está plagado de mentiras y manifiesta una intención que ya ha padecido el país, metafóricamente, la quema de libros.
En cuanto a las mentiras, el radical Ricardo Alfonsín le contestó con mucho tino.
Con ironía le respondió a Milei: “Tiene razón el presidente: los siguientes son sólo algunos de los marxistas formados en las universidades públicas: Cavallo, Luis Caputo, Artana, Espert, Carlos Rodríguez, Sturzenegger, Roque Fernández, Melconian, Szewach, Adorni, Giacomini. Es decir, la primera plana del neoliberalismo y de la ideología de Milei ha obtenido diploma en universidades públicas.
En otro momento discutiremos sobre la moraleja que podemos sacar de esa constatación espantosa pero por lo pronto alcanza con decir lo inverso que Milei, los planes de estudio de las universidades públicas están volcados a la derecha, no a la izquierda, al menos en lo que a Ciencias Económicas se refiere.
En el extracto Milei retoma un acervo bien conocido: censura, persecución política, fiscalización ideológica, adoctrinamiento y control de las clases. Fue lo que hizo la dictadura. Por supuesto sus diatribas son incompatibles con la democracia y con nuestro marco legal, pero este último ya empieza a ser cambiado por este gobierno.
El DNU 70/23, la norma aún vigente que cualquier especialista sensato afirma que resulta inconstitucional, redactado en su parte dispositiva por abogados de las corporaciones monopólicas, tiene algo que decirnos en cuanto a nuestro análisis.
El texto completo del DNU 70/23 puede verse en este link:
Si cada disposición del DNU contiene un negociado para las empresas a las que les interesa el país de Milei y está redactada por sus respectivos estudios jurídicos, los considerandos fueron supervisados o escritos por el mismísimo Milei. Lo sabemos porque le hemos escuchado varias veces decir lo mismo (y ojalá esa vocinglería radiactiva no haya afectado nuestra salud).
Si vas al texto completo del DNU encontrarás varios pasajes análogos al que presentaremos, obviamos el sinnúmero de mentiras, falacias, medias verdades, bolazos, errores técnicos. Vamos a un párrafo que muestra el nudo de nuestra tesis de estas líneas:
Que, de esta manera, se pondría fin tanto al déficit fiscal como a la emisión de dinero necesaria para financiarlo y, con ello, a la única causa de la inflación empíricamente cierta y válida en términos teóricos.
Ese es uno de los considerandos. Es mentira, ni el déficit fiscal ni la emisión de dinero son la única causa de la inflación. También es mentira que eso sea empíricamente cierto y mucho menos que sea válido en términos teóricos.
Por ejemplo, a partir de 1973, lo que se conoció como “shock del petróleo”, la multiplicación del precio del crudo a partir de la conformación de la OPEP, produjo en Estados Unidos y en todo el mundo una inflación de costos. Estamos tentados a continuar con la refutación económica del bolazo, pero no queremos perder el foco: MILEI PRETENDE DECRETAR QUÉ ES VERDAD.
La discusión sobre las causas de la inflación es algo que corresponde a la ciencia, si es que la economía política es una ciencia, y que dirime en el ámbito de la academia argumentos. El consenso científico y lo que Popper llamaba falsación, es decir verificar si la teoría pasa la prueba de la realidad dan estatus de verdad científica a las aseveraciones. Esa verdad es siempre provisoria, siempre sujeta a refutación, si no, no es ciencia, es dogma.
La verdad científica no se decreta. La nueva grosería de Milei excede el autoritarismo, excede la censura que conoció Argentina. Incursiona en un tipo de aseveración dogmática, “las fuerzas del cielo”, que hablan por voces que solo Milei escucha, y que para muchos de nosotros merecen más un chaleco de fuerza que el sufrimiento del pueblo.
Por muchos decretos que firme no impondrá como verdad las fantasías que viven en su cabeza. Sus mentiras siguen siendo mentiras, sus bolazos, bolazos.
Esto tiene un nombre en la teoría política, por extraño que suene, solemos referirlo a algunas regiones donde predomina el Islam, sin embargo lo que Milei plasma en decretos aberrantes supera el autoritarismo, nos expone ante un déspota fundamentalista, un teócrata desquiciado.
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