No es novedad que desde abril del año pasado, el peronismo lavallino está divorciado casi a un punto de no retorno, al menos por los tiempos que corren, y al parecer los venideros.
El triunfo de Edgardo González sobre Gerardo Vaquer en la interna, generó un descalabro que dura casi un año, más allá de que la asunción del nuevo intendente fue hace 4 meses. El rol que jugó Roberto Righi fue catalizador de la situación, en dos aspectos. Uno, por jugársela por uno de los precandidatos, y el otro, por ir y venir con coqueteos poco claros, con Omar De Marchi y la Unión Mendocina, y sus viejos compañeros, la liga de intendentes del peronismo no K y los recientes encuentros al polémico Guillermo Moreno. Pero esto ya queda en el plano de lo anecdótico.
No hubo una caza de brujas, como se pregonaba desde el «gerardismo», al menos no de manera brutal, pero si una discriminación sutil. Aunque casi todos los funcionarios de la última etapa no fueron considerados, ni siquiera desde el punto de vista de su solidez técnica o en la gestión, para ser parte de los equipos que se conformaron a partir del nuevo gabinete.
Una pésima gestión de la derrota
Claramente el sector que perdió no supo gestionar la derrota. No esperaban perder, corriendo con el caballo del comisario (cosa que está muy bien, porque siempre competimos para ganar) pero luego del fracaso en la interna quedó el desparramo. Quienes conducían el espacio, y tienen hoy espalda para dedicarse a otras actividades, dejaron a la tropa propia a su suerte, sabiendo que siguen siendo parte de la municipalidad como empleados, y tienen que transitar día a día, esos pasillos. El primero fue el propio Vaquer, que se recluyó en la legislatura.
No se vislumbra, por el momento, ningún viso de participación en la política lavallina. Ni como oposición interna, disputando por esos proyectos de política pública que fueron promesa de campaña (y que venían llevando adelante desde la gestión), ni como aliados al nuevo gobierno «ofreciendo» su experiencia y conocimientos, para hacer de Lavalle un municipio mejor. Casi un capricho, si la pelota no es mía, no quiero jugar.
El oficialismo «reavivó la interna»
El «edgardismo» que también tiene sus caprichos y resentimientos, por cómo se dio la interna, tampoco intenta acercar posiciones, porque si bien no hay despedidos ni perseguidos (cómo se vaticinaba desde la vereda del frente), tampoco (salvo honrosas excepciones) hizo propuestas de dar continuidad a algunas políticas que son (o eran) un progreso para nuestro departamento.
En el Concejo, el peronismo dividido a pesar de formar un solo bloque
En las últimas semanas, y a partir de un discurso (el de apertura de sesiones del Concejo Deliberante) del nuevo intendente, se reaviva enormemente la interna, sobre todo desde quienes tienen la obligación de «resistir» desde sus puestos: los concejales de la oposición interna. En el Concejo, la nueva gestión hizo pesar su triunfo también, poniendo a sus dos nuevos ediles en cargos de conducción.
Una jovensísima Guadalupe Martino en la presidencia del cuerpo, y un novato en estas lides, Diego Sifuente presidiendo el Bloque Justicialista. Podría haber aprovechado la experiencia y predisposición de Gimena Masoero para ocupar uno de esos lugares, pero decidió prescindir de ese servicio. Sólo para graficar, sirve la nota en que Keka Sarmiento de Lavalle Online «pincha» a Martino por el tema transporte, que terminó en un desagradable momento para la joven peronista que, debido a su falta de experiencia y acompañamiento, careció de cintura para abordar las preguntas incisivas de la periodista.
Edgardo González, durante el discurso, fue durísimo con la gestión anterior, hemos publicado los detalles en algunas de nuestras notas y análisis. Y esos lugartenientes que son los concejales han salido a «bancar los trapos». Entre estos se destaca Luis Mangione, una de las personas con más experiencia en el Concejo (trabajó muchos años al lado de Carlos Alberti en el legislativo departamental), y que se está transformando en una suerte de vocero, y nuevo referente, de ese sector tan diezmado que no logra, aún hoy, recuperarse de esa derrota que ayer cumplió 11 meses.
Finalmente, el oficialismo en el concejo logró lo que buscaba, que la oposición hablara bien del intendente, y el «gerardismo» reclamara.
En algunas entrevistas con medios locales, Mangione destacó en primer lugar, la voluntad de acompañamiento al gobierno de González («creemos que van a encontrar el camino y le deseamos la mejor de las suertes»), marcó la importancia de la impronta social en tiempos de crisis, pero señaló que los problemas financieros heredados que reclamó el intendente en el discurso no son tales, y pidió celeridad en la gestión de nuevos recursos para terminar obras inconclusas.
La crisis en el peronismo mendocino se trasladó a Lavalle
La crisis en el peronismo lavallino no escapa a la que está viviendo la provincia, y en otra escala la nación. Y si bien en la cotidianidad no afecta directamente a la familias de nuestro departamento, que debido a la crisis propiciada por el gobierno nacional, la están pasando cada vez peor, sería deseable un trabajo conjunto entre ambos sectores, dejando de lado algunas diferencias que siempre van a estar, pero que con madurez política deberían poder resolverse, para tener un municipio a la altura de las circunstancias y mejore diariamente la calidad de vida de lavallinas y lavallinos.
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