La Unión Campesina y Territorial, desde hace más de 7 años, lleva adelante en todo el territorio del departamento de Lavalle, una serie de obras para garantizar el acceso al agua potable y para la producción. Se trata de pozos calzados y cisternas de placas, dos tecnologías económicas que se nutren de mano de obra local y materiales de la zona, y que asegura una provisión de agua segura, para uso doméstico y productivo, a familias que, por alguno motivo, tienen restringido el acceso al vital líquido o no tienen garantizado ese derecho por parte del estado.

Esta semana que pasó, estudiantes de la escuela secundaria técnica «Tito Francia» de Jocolí, participaron de la construcción de una nueva cisterna en la casa de una vecina de ese distrito. Los y las estudiantes de 5° y 6° año comenzaron en la semana con una aproximación teórica al método constructivo, luego pudieron observar un modelo terminado que la organización social tiene en su sede, y que hace las veces de lugar de visita accesible para conocer, ya que además presenta modelos de bombeo manual y eléctrico como opciones posibles.

Finalmente comenzaron con los primeros pasos en la construcción de la cisterna en la casa de Adriana Quinteros, vecina de la calle Quiroga, a quien el agua potable de la cañería no le llega por problemas de presión debido a la falta de inversión en obra pública desde hace años. Hasta el momento Adriana y su familia debía arreglarse con 600 litros semanales que la comuna abastece en unos pocos tambores que la familia había podido adquirir. A partir de ahora esta familia trabajadora (albañilería, trabajos rurales y producción de conservas) tendrá disponible la posibilidad de acumular 16 mil litros de agua potable y segura para mejorar se calidad de vida.

La cisterna de placas es una de las tecnologías más económicas conocidas para la acumulación de agua. Al momento de realizar esta nota, el costo de materiales de la cisterna es de 325 mil pesos, mientras que un tanque plástico que acumule la misma cantidad de agua cuesta casi 5 millones. La Unión Campesina y Territorial lleva construidas en distintos lugares del departamento (Jocolí, Tres de Mayo, Lagunas del Rosario, San José, El Cavadito, La Asunción) más de 50 obras de agua. El trabajo conjunto entre la organización y la escuela, donde estudiantes, futuros técnicas y técnicos, conozcan y se apropien de estas tecnologías adaptadas, es clave para pensar en un futuro más justo respecto al derecho al acceso al agua.

La importancia de las tecnologías locales

Además del agua, tema central en la vida de las familias lavallinas si los hay, por esta época, y sobre todo en zonas rurales, la calefacción es parte del debate cotidiano. Es común ver, por las tardes, familias completas que con carritos adaptados para las motos y bicicletas, engarillas o vehículos de carga, parten rumbo a zonas con monte natural para proveerse de leña para sus estufas, y pasar olas de frío como estas, de la mejor manera posible.

El tema con la calefacción a leña de las viviendas, que no está mucho en debate, y para lo cual prácticamente no existen políticas públicas, es que suele ser muy ineficiente. ¿A qué nos referimos?. La tradicional estufa a leña hecha de material (ladrillo, adobe, cemento, barro) también conocida como «hogar», en el cual la leña está «abierta» y el humo sale directo por una chimenea, utiliza grandes cantidades del noble combustible que nos proveen los árboles y arbustos, pero tienen una pérdida de calor enorme, es sumamente ineficiente. Casi todas las calorías de la leña se van con el humo por la chimenea.

Existen diseños muy sencillos que optimizan el uso de la leña, y que inclusive se pueden combinar con hornallas y hornos, aprovechando así la oportunidad para cocinar y calefaccionar al mismo tiempo. Las conocidas como estufas rusas o estufas rocket, construidas también con material, pero que su diseño está pensado para que el uso de la leña sea mucho más eficiente, entregue más calor y el humo «salga más frío».

Existen modelos tipo salamandra, metálicos, que también cuentan con estos principios y mejoran el uso de la leña. En estos casos suelen ser modelos más caros o difíciles de construir sin las herramientas o materiales necesarios.

Hay un modelo llamado SARA (Estufa Social Argentina de Alto Rendimiento), desarrollado por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), y que se construye con bloques de barro (similares al adobe) que pueden elaborarse sencillamente con materiales de la zona. Todas las alternativas planteadas están fácilmente disponibles en internet, en planos con lujo de detalles, e innumerable cantidad de foros en las redes sociales para asesorarse con los consejos y errores ajenos.

Un tema aparte pero vinculado es el de las viviendas. Las casas de materiales convencionales (ladrillos, block, cemento) son mucho menos eficientes desde el punto de vista térmico que las de barro (quincha o adobe). Pero por prejuicios infundados son métodos que se han abandonado o se vinculan a la pobreza o la falta de progreso.

Debido a esto una familia «evoluciona» si pasa de tener un rancho de adobe a un módulo de material (que tiene 4 veces más costo), aunque se mueran de frío. A eso sumemos aberturas «mal manejadas» y «chifletes» sencillos de resolver, que hace que la casa mantenga mejor la temperatura generada por cualquiera de las fuentes mencionadas.

La estufa tipo «hogar» con casas con muchos «chifletes» es la peor combinación: el calor que sale por la chimenea «arrastra» el aire de la casa y ese vacío se «llena» con aire de afuera que entra por las rendijas, recambiando todo el tiempo el aire frío del exterior.

Es una lástima que no existan programas de gobierno, en ninguno de los niveles, que se ocupe de este tema, que mejoraría en mucho la calidad de vida de las familias en los crudos inviernos, y que además cuidaría la vegetación natural circundante a nuestros distritos rurales.