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7 de octubre de 2024

Las juventudes huarpes tienen su libro

  •   Por El Despertador
           

Por Daniela Nievas y Juan Burba

En el marco de la feria del libro que se realiza por estos días en la provincia de Mendoza, en el departamento de Lavalle, se presentó el libro «Memorias de lucha y resistencia por el territorio ancestral en clave generacional: Voces de juventudes huarpes» es un libro de autoría múltiple que reúne las memorias de Verónica Jofré, Melina Ocaña, Danilo Guaquinchay, Horacio Mayorga, Noelia Mancilla, Noelia Guaquinchay, Gabriel Guiñe, Angel Suárez y Cristian Bustos, jóvenes que tienen en común la identificación huarpe y el haber transitado sus estudios universitarios en la UNCuyo.

El libro invita a recordar historias, como quienes se reúnen a contar sus experiencias junto al fuego. Con la urgencia de rememorar el pasado de lucha y resistencia de las once Comunidades Huarpes del departamento de Lavalle.

A principio del siglo XXI, algunas chicas y chicos de estas Comunidades fueron parte de un programa de becas universitarias.

Desde esa vivencia compartida se vinculan e implican desde diferentes modos en estas historias: hay quienes integran las Comunidades Huarpes y otros y otras que apoyan su lucha desde el ámbito universitario o desde las aulas de escuelas rurales.

Carla Rosales, es trabajadora social y hace casi 20 años asume la coordinación del Programa de becas para la Comunidad Huarpe de la Secretaría de Bienestar de la UNCuyo. Es doctora en Estudios Sociales Agrarios de la Universidad Nacional de Córdoba y es quien compila los relatos de estos jóvenes. «Pudimos recuperar las memorias y las historias de jóvenes que lucharon y resistieron por su territorio ancestral, desde una perspectiva muy particular que es el registro que las y los jóvenes, y alguna niñez también, han tenido respecto de la lucha que llevaron en esos años sus familias, estamos hablando de relatos y narraciones de hace más de 20 años», nos dice.

El libro cuenta con un primer capítulo histórico y legal, respecto de la lucha del pueblo Huarpe, concretamente en lo que respecta a la Ley 6920 «que todavía no se instrumentaliza» señala Carla.

Respecto al libro asegura que «han sido dos años de trabajo, de idas y venidas, de revisiones conjuntas» e informa sobre una particularidad que le da otra densidad: «el libro está escrito en primera persona, tiene un enfoque biográfico, y se sitúa en estas memorias recientes, de los recuerdos, de sus infancias y adolescencias, de sus juventudes».

Rescata que «a lo largo del libro se pueden leer distintos registros y perspectivas, muy diversas miradas y formas de entender cómo fue la organización de las comunidades, cómo fue la lucha por la reivindicación de las identidades indígenas, la lucha por la tierra».

Y marca la contradicción, ya que asegura que el libro narra «qué lugar ocupó (la lucha) en el marco de la visibilidad de un pueblo originario que la misma academia, paradójicamente, lo había declarado extinto» haciendo referencia a la pérdida de la lengua. El libro también narra las movilizaciones a la ciudad, el despojo del agua, «de este ecocidio que ha vivido sistemáticamente hace casi 100 años».

La publicación hace principal foco en la cuestión educativa: «hay una parte importante que tiene que ver con la trayectoria educativa, en las escuelas rurales primero, y las distintas modalidades en las escuelas rurales, terminando con el formato actual que es la escuela albergue y las experiencias vividas en la universidad y algunos debates en torno a esas vivencias».

Angel y Cristian, en primera persona

Ángel Suárez, es de la Comunidad «Secundino Talquenca», del distrito El Retiro. Tiene 36 años y es Agente de Salud Indígena. Trabaja en zonas rurales de Lavalle y es productor caprino junto a su familia. «Cuando Carla me llama me dice: estaría bueno que contaras tu experiencia sobre cómo fue salir de la comunidad Huarpe, le digo ‘bueno, vamos, sí, ¿por qué no plasmar anécdotas e historias de nuestra comunidad y el proceso que muchos de los chicos de otras comunidades también sufrimos?’ y lo logramos».

Nos cuenta la parte dolorosa: «salir de nuestro lugar, de nuestra comunidad, de nuestra familia, sin perder nuestras raíces, sin perder nuestras costumbres, fue difícil para mí, para muchos de mis compañeros, con los cuales no nos conocíamos, y nos conocimos en la Universidad».

Respecto a su experiencia Ángel expresa que «fue lindo, pero también fue bastante chocante, porque extrañamos nuestra cultura, nuestra comunidad, el día a día, en la Universidad era distinto, sufrimos, adaptarnos nos costó un montón».

El choque mencionado tuvo que ver con encontrarse con estudiantes de la ciudad «nosotros nos limitamos a lo que decían, y los chicos ya tenían una educación mucho más avanzada, y la nuestra no era mala, pero era poca, entonces también nos costó un montón, esa forma de estudiar». Admite que «tuve momentos donde quería dejar todo y volverme para mi casa, volver con mis viejos, con mis abuelos, y me decía que, que tenía que seguir adelante».

Valora profundamente su experiencia: «gracias a eso (a su paso por la Universidad), soy lo que soy, doy un aporte con lo que tiene que ver con la salud, una ayuda a muchos pacientes, que tengo que controlar, que visitar, y me lo hacen saber, eso es muy gratificante, son caricias al alma».

Entiende que su estudio tiene que volver a su comunidad: «todo ese esfuerzo que hice, y toda esa lucha que tuve, no fue en vano, fue para hacerme mejor persona, para seguir trabajando y para ayudar al prójimo, para ayudar a mi comunidad y a las comunidades que lo necesiten».

Por su parte Cristian Bustos, es de la Comunidad «Juan Manuel Villegas», de San José. Tiene 36 años, trabaja en el Registro Civil y vive en Costa de Araujo. «El primer año me fue mal, porque me costó mucho, estar tan lejos de la familia, de nuestra cultura, de nuestra gente, en esa época no teníamos transporte que te llevara más o menos más cerca de tu casa, no tenías la posibilidad de ver a tus papás, los veíamos una vez cada tanto, no teníamos la comunicación de ahora, te comunicabas por El Correo del Cielo, por un mensaje a través de alguien, por una carta» nos cuenta.

Y valora el aprendizaje de su experiencia: «aprendés a ser más compañero, el sentido de comunidad y eso hace que hoy te vas a ver en la calle y te vas a dar un abrazo y esas son las cosas que uno respeta, de saber que los valores, todavía dentro de nuestras culturas o nuestra gente, están, porque vos vas a una fiesta y te saludás con todos».

Cursar una carrera universitaria es un sueño anhelado y lejano para muchas juventudes del campo. Hoy ese derecho se ve vulnerado debido a las medidas que el gobierno nacional va tomando, ejemplo de eso es el veto a la ley de financiamiento universitario aprobado la semana pasada después de la multitudinaria marcha que se vivió en todo el país. Tanto Ángel como Cristian coinciden en que «llegamos a donde llegamos porque las familias, la comunidad en general, nuestros mismos compañeros de la Universidad, los profesores, mucha gente nos acompañó, pero sin las becas por la que años las comunidades Huarpes lucharon, sin un estado presente no hubiera sido posible» y aseguran que «ir a la universidad nos permitió acceder a nuevos conocimientos que también hacen que valoremos lo que somos, de dónde venimos y que defendamos nuestros derechos».

 


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