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24 de noviembre de 2024

Lecciones de vida: un reconocimiento a un maestro que dice presente

  •   Por Jorge Abalo
           

De vez en cuando la vida, nos besa en la boca y a colores se despliega como un atlas…

Como el atlas que el maestro supo recorrer. No hablo de cualquier contorno, sino de la geografía humana, la que rodea al mundo con sus anhelos y sus utopías. Las geografías que esa noche despertaron la admiración de cualquiera, sobre todo la mía.

Por supuesto que siempre lo admiré, aunque participábamos de deportes diferentes y lo admiré profundamente cuando la semana pasada, jugadores de todas las edades se juntaron en una especie de ritual común para homenajear al profe Rubén Fernández.

Un homenaje que con todo lo espontáneo que tuvo al pergeñarse, se convirtió en un cúmulo de cuerpos y mentes alrededor de una cancha que se transformó en una ruega mágica alrededor del profe.

 

La iniciativa comenzó casi de casualidad, en una charla improvisada entre algunos muchachos del hándboll, quienes se cruzaron a Rubén en la calle. Entre risas y recuerdos, alguien tuvo la brillante idea de organizarle un reconocimiento sorpresa, para celebrar sus cuarenta años dedicados a la enseñanza de ese deporte tan aguerrido que es el balonmano.

Con entusiasmo, empezaron a convocar a antiguos alumnos de Rubén, personas que habían sido marcadas por su dedicación y carisma a lo largo de las décadas. El plan se mantuvo en secreto, y se tejió una estrategia para que Rubén llegara al lugar sin sospechar nada.

El día del evento, el jueves 14, en las instalaciones del polideportivo, Rubén fue recibido con aplausos y risas, rodeado de personas que lo admiraban profundamente.

La jornada incluyó un partido de handboll recreativo, como en los viejos tiempos, y culminó con el propio Rubén dando una clase improvisada, recordando por qué siempre fue tan especial tanto para los pibes de 60 años, como para aquellos de 40.

En ese día se condensaron generaciones enteras con sus edades, sus historias y sus cuerpos a cuestas, que lo rodearon, sintiendo la nostalgia de los tiempos idos y la evocación de glorias pasadas.

Entre reconocimientos y recuerdos, Rubén se sintió emocionado por el homenaje, y aunque intentó no llorar, algún lagrimón se le piantó mientras agradecía a la muchachada presente, el reconocimiento.

Un día inolvidable, lleno de reencuentro, alegría y gratitud por todo lo que Rubén ha significado para decenas de jugadores a los que vio crecer.


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