A diferencia de lo ocurrido en años anteriores donde las inclemencias climáticas ocasionaron pérdidas de hasta el 100%, en líneas generales el granizo no afectó este año la producción de uva.
De hecho, según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), hasta finales de marzo de 2025, las bodegas argentinas recibieron 16.446.810 quintales de uva, lo que representa un incremento del 7,5% respecto al mismo período del año anterior.
Esto mantiene la tendencia de 2024, donde ya había habido un incremento del 31,9% más que en la cosecha previa.
Sin embargo, en el caso puntual de Lavalle, aunque la temporada en líneas generales ha sido positiva en cuanto a volumen, para algunos no fue tan amena.
“Lo que les ha jugado en contra a muchos productores es el tema de la lobesia y la peronóspera…la primera es una plaga y la segunda un hongo…han hecho mucho daño en la zona Este del Departamento como en Costa de Araujo y Gustavo André. Hay fincas que han tenido disminuciones importantes, pero son casos puntuales…”, explicó Juan Jaime, director municipal de Desarrollo Económico.
La liberación del cepo, ¿arma de doble filo?
Cabe aclarar que el cepo en verdad no se liberó del todo, sino que se flexibilizó para personas físicas y en algunas restricciones para empresas, pero no todas.
Jaime comenta que el “sinceramiento” del valor de la divisa estadounidense favoreció a los productores por poder hacerse más competitivos ya que estaban vendiendo a un dólar de $1.090 y pasó a uno que ronda los $1.160.
Sin embargo, hay un punto a tener en cuenta y es que junto con la mayor competitividad para colocar los productos en el mercado internacional: “también hay un encarecimiento de los insumos”.
Sobre esto, habrá que esperar cómo evoluciona el sector y la macroeconomía en los próximos meses para saber si el saldo fue positivo, negativo o relativamente neutral.
¿La oportunidad lavallina?
Se le consultó a Jaime cómo veía esta “temporada baja” agrícola en relación con el desempleo en el Departamento.
El funcionario comentó que, si bien habrá una baja propia de la estacionalidad, se presentaban nuevas oportunidades para compensar esos puestos: “…creo que hoy en Lavalle no va a haber tanto impacto, si bien se va a sentir porque va a haber un aumento de los alimentos…qué nos puede ayudar es la inversión que tiene que ver con la planta de paneles solares de “El Quemado” en el límite entre Lavalle y Las Heras y que si todo marcha como viene, puede contener bastante de la mano de obra que queda disponible terminada la temporada (de cosecha)”.
“En ese sentido nos estamos reuniendo con la gente de la empresa…también con las escuelas técnicas, haciendo las capacitaciones para que los chicos vean y entiendan las dinámicas de nuevos roles, de nuevos sectores en la economía de Lavalle…”.
Por otro lado, el director de Desarrollo Económico mencionó una tendencia mundial a tomar vinos con menor graduación alcohólica, ya que es una preferencia sobre todo en el público joven.
Se estima que la industria del sin/poco alcohol” mueve más de US$ 13.000 millones a nivel mundial y se espera que represente casi el 4% del volumen total de bebidas alcohólicas para 2027, además de tener un crecimiento anual promedio de 6% hasta ese año.
De hecho, siguiendo esta tendencia, el Instituto Nacional Vitivinícola aprobó el año pasado la elaboración de vino sin alcohol, medida por de más cuestionada.
En ese sentido, Lavalle tal vez no sea la más inclinada a este tipo de producción, pero sí tiene posibilidades interesantes en virtud del tipo de varietales que actualmente cultiva.
Datos del INV del 2024 dan muestra de que este departamento tiene la tercera producción más grande de Tempranillo en Mendoza, con un 11% del total y unas 516 hectáreas.
Esta cepa es una de las de menor nivel de azúcar y genera vinos de baja graduación alcohólica.
A su vez, es Lavalle tiene la segunda producción más grande de Torrontés, con 624 hectáreas que equivalen al 17,9% del total provincial.
Esta variedad tiene alta acidez y una concentración de azúcar moderada, lo que le permite producir también vinos de menos de 10 grados si se trabaja con esa intención.
Por último, la “joyita” lavallina: el Bonarda. Esta es la segunda cepa más cultivada en Mendoza luego del Malbec.
Nuestro departamento es el segundo mayor productor local luego de San Martín, con el 14,2% de la superficie provincial cultivada con esta variedad.
El Bonarda tiene una concentración de azúcar moderada, por lo que con una cosecha temprana y otras técnicas podrían lograrse vinos con menos de 10 grados de alcohol.
Consultamos por el tema al enólogo Juan González Pessinatti, autor de los vinos Finca Gracia, quien comentó que esto es posible. Pero advierte que no serían vinos de alta gama y que tendrían “cosas a resolver, como que no tenga sabor herbáceo. También la posibilidad de conservación es mucho más baja”.
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