En la previa a los amistosos con Bolivia y México, muchos se cansaron de destrozar a Messi imaginando una ausencia que no fue tal. Son los mismos que se hacen los desentendidos cuando los que no acuden al llamado son otros y por razones poco claras.
La Selección está en Estados Unidos, lista para jugar los dos últimos amistosos antes del inicio de las Eliminatorias para Rusia 2018. Entre los jugadores que integran el plantel, pese a los vaticinios tremendistas de los desestabilizadores de siempre, se encuentra Lionel Messi, el crack al que muchos le extendieron un certificado de defunción luego de perder la final de la Copa América.
“Si yo fuera Messi, no vendría más a la Selección”, llegó a declarar el propio entrenador nacional, Gerardo Martino, luego de observar la lluvia de críticas descarnadas tras la frustración de julio pasado. Declaraciones que luego, acaso más frío, el DT se arrepintió de realizar: “Es lo que pienso, pero no debí decirlo”.
Messi, que tranquilamente pudo jugar para España pero eligió siempre a Argentina, está en Houston como uno más, dispuesto a iniciar de cero otra nueva etapa en la vida de la Selección. Aunque su mujer atraviesa el último período de embarazo –motivo más que suficiente para excusarlo de una convocatoria para dos amistosos de poca monta-, Leo asume su rol de figura y líder de grupo, y está donde debe estar: en la Selección. Está porque siempre estuvo, así fuera para jugar contra la Alemania campeona del mundo o un amistoso inclasificable contra Hong Kong.
Ninguno de los detractores seriales de Messi ha dicho ni “mu” por las llamativas deserciones de otros pilares del plantel. Salvados los casos de Biglia, Zabaleta y Garay, afectados por lesiones claramente comprobadas, la mira enfoca a los puntuales casos de Di María e Higuain.
Insólitamente, el cuerpo técnico de la Selección pactó con la dirigencia del Paris Saint Germain la ausencia de Di María, quien fue convocado oportunamente. Al parecer, se contempló el reciente desembarco de Angelito en el club francés y el supuesto período de recuperación tras la lesión que padeció en la final de la Copa América. ¿Para qué lo convocaron inicialmente, si no estaba en plenitud? ¿Por qué jugó el fin de semana pasado para el PSG, si su supuesta recuperación estaba entre algodones? ¿Por qué el cuerpo técnico de la Selección contempló los intereses del PSG y no los de Boca y San Lorenzo, que cedieron sus futbolistas pese a que el domingo protagonizarán un cruce clave de la definición del campeonato argentino?
Más misteriosa es la deserción del Pipita Higuain, preso de una sorpresiva descompostura tras convertir dos goles para el Napoli durante el fin de semana. ¿Sería para tanto el malestar, que Gonzalo ni siquiera pudo viajar para estar con el grupo y, al menos, quedar a disposición para el segundo partido? ¿Cómo hacer para no pensar que, en realidad, en la mente del centrodelantero pesó, además de la repentina indisposición, imaginar que perdió terreno en la consideración de Martino, quien probablemente probaría más minutos a la dupla Messi-Tevez que a la suya con Leo?
Finalmente, ¿dónde están los detractores seriales de Messi, que no le perdonan a Leo ni las deserciones que solo ellos imaginan (porque Messi sí está en Houston), y se fuman con absoluta naturalidad ausencias como las de Di María e Higuain?
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