Héctor Rubén Camargo y Miguel Ángel Ponce ampliaron sus testimonios sin dar lugar a las preguntas de la querella. También declararon Mario Fioretti y Luis Santamaría, testigos ofrecidos por la defensa del exoficial Oscar Alberto Bianchi y del exjuez Otilio Roque Romano.
En el primer piso del Tribunal Oral Federal Nº1 se desarrolló una nueva jornada en el marco del IV Juicio por delitos de Lesa Humanidad. En calidad de testigos ofrecidos por la defensa de los imputados, declararon Mario Hugo Fioretti y Luis Beltrán Santamaría. Entre los imputados, ampliaron su declaración los exoficiales Héctor Rubén Camargo y Miguel Ángel Ponce, dos de los once acusados que manifestaron su voluntad de ampliar sus testimonios
El testimonio de Mario Fioretti fue ofrecido por la defensa del exagente penitenciario Oscar Alberto Bianchi.
Fioretti hizo mención sobre su detención ocurrida el 14 de enero de 1976. Para entonces fue llevado al D2 donde permaneció diez días para ser trasladado a la Penitenciaría Provincial hasta ser liberado el 25 de diciembre del mismo año. En el Penal, estuvo en los pabellones Nº6 y Nº11 destinados a presos políticos.
Sobre su cautiverio en el Penal, el testigo recordó haber estado en la planta baja junto con su padre y dos de sus hermanos, y que las guardias cambiaban cada 72 horas, comandadas por un oficial con tres agentes penitenciarios a cargo. Sobre las tareas de los guardias recordó: “a las seis de la mañana nos abrían las celdas y hacían el recuento de presos. A media mañana ingresaban al ala y conversaban con nosotros. Normalmente la impronta la daba el oficial a cargo”. Sobre esto aseguró: “Nunca la guardia interna golpeaba, la guardia externa sí, por ejemplo Bonafede y Barrios”, relató el testigo, confirmando que Bianchi estaba a cargo de la guardia interna del pabellón de presos políticos.
Sobre los episodios ocurridos el 24 de marzo del 76, al producirse el ingreso del ejército a la Penitenciaría, el testigo recordó que “el encierro se endureció y no hubo más visitas”; Sobre los actos de torturas denunciados en aquellos centros clandestinos de detención dijo: “en la penitenciaría sólo había golpes… en el D2, sí hubo picana”. Al ser indagado por la Fiscalía sobre si consideraba que el personal penitenciario estaba en conocimiento sobre las torturas, dijo: “yo creo que sí, porque los traían averiados” y finalizó su testimonio al decir que “el interrogatorio lo manejaban los militares”.
El segundo testimonio fue el de Luis Beltrán Santamaría, testigo ofrecido por la defensa del exjuez Otilio Roque Romano a quien identificó “como persona conocida” al igual que a los exmagistrados Petra y Miret al compartir la profesión como abogado.
Su breve relato versó sobre la detención padecida por su hermana María Florencia Santamaría – condenada penalmente y puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN)- . El testigo afirmó que la defensa de su hermana la realizó el Doctor Aguinaga y que no intervino como letrado en la misma. “Jamás planteé con ella estrategias defensivas, yo sólo iba a verla en mi carácter de hermano”.
La indagatoria llevada adelante por el doctor Civit – en este caso en defensa de Romano- fue cuestionada por la Fiscalía debido a la sugerente violación del secreto profesional, lo cual también fue observado por el Tribunal precedido por el doctor Alejandro Piña.
Sobre el testigo se conoció en el debate que fue designado conjuez federal de primera instancia en la causa que solicitaba la cesantía del doctor Miret en sus funciones como profesor en la Universidad Nacional de Cuyo; Aquel pedido realizado por el Centro de Estudiantes denunciaba la vinculación del exjuez con el aparato represor de la última dictadura cívico militar. En aquel entonces, Santamaría se expidió a favor del amparo solicitado por Miret.
El testimonio de los imputados
Los testimonios presenciales fueron brindados por los exoficiales Héctor Rubén Camargo y Miguel Ángel Ponce. Ambos imputados manifestaron su deseo de ampliar sus declaraciones pero se negaron a contestar las preguntas del Ministerio Público Fiscal y la querella.
Por una parte, Rubén Camargo relató sobre su carrera en las fuerzas policiales al egresar en el año 1969 de la Escuela de Cadetes. Según su declaración, se desempeñó en diferentes comisarías y destacamentos de la provincia en sus treinta años de servicio. “Durante mi carrera hice distintos cursos para ascender, entre ellos el de especialista en seguridad pública cuyo título lo otorgaba la Dirección General de Escuelas. Siempre he tenido buenas calificaciones y en todo momento un compromiso fundamental para con la función que tenía que cumplir defendiendo la sociedad”, expresó el imputado.
En cuanto a la función policial, Camargo relató que la misma estaba regida por el reglamento general de policías que asignaba las funciones según cada categoría. Al referirse a la Comisaría 16 – a la cual ingresó el 07 de agosto de 1976 – recordó que “había bastante trabajo por la extensión territorial y la densidad demográfica que le correspondía como jurisdicción”. En este sentido describió las competencias de la comisaría y aseguró que “el personal policial que había no superaba la cantidad de trabajo de la dependencia”.
Sobre los hechos por los cuales se lo imputa –entre ellos la participación en el asesinato de Juan Manuel Montesino, el 9 de abril de 1977 en un operativo en Las Heras – Camargo expresó: “No recuerdo haber ido a ese lugar” y agregó: “es muy probable que hayamos sido llamados por alguna situación de alteración del orden público que no debió haber sido muy importante por el tiempo que nos demandó”.
El imputado insistió sobre resoluciones dictadas para el año 75 que determinaban el accionar policial supeditado a las órdenes del ejército y confirmó haberse instruido en el Curso Intensivo Contrasubversivo (CIC). “Fue un curso muy simple para oficiales. Simplemente era para saber cómo escondernos o parapetarse pero no para trabajos de inteligencia como se dice”, expresó Camargo y cerró su declaración al decir: “Nos han ido poniendo cositas encimas para agravar nuestra situación pero seguimos con la misma sorpresa porque no sabemos porqué estamos encerrados”.
Con el mismo tenor abrió su declaración el exoficial Miguel Ángel Ponce que dirigiéndose al Tribunal dijo: “Lo único que quiero saber es de qué se me acusa, porque hasta el día de hoy estoy en cautiverio y no sé de qué defenderme”.
Miguel Ángel Ponce – imputado en la misma causa que Camargo – se desempeñaba como chofer de la Comisaría 16.
“Yo nunca abandonaba la movilidad… Mi deber era conducir no preguntar nada”, relató Ponce, que en su breve exposición expresó “posiblemente salga a la calle y me digan que soy un genocida pero gracias a Dios no tengo quien me señale porque vengo de buena crianza. Ni sabía quiénes eran los terroristas pero me tienen acá preso”.
Para mañana se prevé las declaraciones de los imputados que manifestaron su voluntad de ampliar sus testimonios tras la recategorización de las acusaciones solicitada por la Fiscalía, entre ellos el exoficial del ejército argentino Carlos Horacio Tragant.
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