Cuando la campaña parecía ya terminada, con poca o casi nula emoción, el miércoles por la tarde, la plaza departamental se llenó de campaña. Si bien, apenas dio para algún que otro escarceo, las formas (y también los contenidos) distaron mucho de lo que fueron en las épocas en las que los mítines eran asediados por centenares de mendocinos tratando de escuchar a sus líderes en la calle Córdoba y San Martín, en ciudad, o en las plazas departamentales.

 

 

Sin embargo, esta vez, algo de ese eco se hizo sentir. En el medio de la plaza, la campaña de Cambiemos, junto a toda la troupe, se congregó para arengar a fiscalizar este domingo. Detrás música pegadiza de fondo, y remeras con la inscripción que decían «Gana Mendoza, cambia Argentina» o «mendocino de Ley».

 

 

 

Sin tanta parafernalia, pero con algunos remakes, como los paraguas celestes y blancos, al este de la plaza, las huestes del FPV mostraban los carteles de Daniel Scioli, y lucían remeras del che, ni una menos o la tupac, mostrando los dedos en V y los propios carteles a cada vehículo que pasaban en la esquina, instando a tocar bocina.

Entre tanto «juego», algunos dirigentes con temor pensaban que podía haber algún inconveniente. Sin embargo, los dos frentes transformaron la plaza en una «fiesta de colores».

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A punto de finalizar, el gigantesco micro con la publicidad de Cambiemos pasó por la esquina donde se encontraba encolumnado el FPV. Desde arriba, música pegadiza, y ganas de bailar, desde la esquina de la plaza, saludos y dedos en V.

La campaña terminó así, sin grieta de por medio y con mucha juventud.

Una buena forma de ser parte de un hecho democrático histórico.