En el Monumental, con gol de Espinoza, el conjunto de Parque Patricios se impuso por 1-0 en el primer partido de la semifinal; el tiempo corre para los millonarios, que siguen sin encontrar su mejor juego para el Mundial de Clubes.
Nadie sabe cómo latirá el corazón de Huracán el 26 de noviembre, cuando cerrará la serie que anoche empezó a ganar en el Monumental. Es un equipo desconcertante, capaz de estar invicto en la Sudamericana mientras pena por no descender a la B Nacional, un lastre que llevará al menos hasta el lunes próximo. ¿Y quién puede firmar qué será de River en tres semanas, entrampado como está entre aquel que ganó la Copa Libertadores y éste que deambula sin encontrar cuáles teclas tocar para encender de nuevo la luz? El fútbol tiene misterios que, a veces, ni un simposio de psicólogos puede desatascar.
Revuelve y revuelve Gallardo para ver si en alguna de todas esas vueltas que le da a la olla aparecen al menos unas grajeas de la espesura que perdió. La transformación tuvo un condimento novedoso: la apuesta a la sociedad Driussi y Martínez en la gestación. Dos jóvenes con más energía y entusiasmo que lucidez en esa etapa vital del armado.
No puede explicarse la falta de consistencia de un equipo solo en un par de apellidos. River lleva meses tratando de reenfocarse, mientras el viaje a Japón empieza a ser una fecha peligrosamente cercana. Y en ese intento, las soluciones no aparecen. No es fácil gestionar bien el juego si la defensa, antes una garantía sellada por cuatro escribanos inamovibles, es ahora una caricatura de aquella. Hasta los apellidos que firmaban los papeles perdió: Mammana ayer (Álvarez Balanta en general) hizo que en el aire se oliera la ausencia de Funes Mori como si lo que faltara fuera un general; y Vangioni (suplente, recomponiéndose) no suele tener en Casco a un reemplazante a su altura. La idea quedó fija en el gol de Espinoza, resultado de una mala lectura del lateral, que decidió cerrar hacia adentro del área en vez de rechazar hacia afuera. Los problemas son individuales, claro, pero también colectivos: incapaz de sacar la pelota por abajo y con destino seguro, el recurso del pelotazo se convirtió en sistemático cada vez que el equipo debe iniciar la jugada.
Eso deja más expuestos todavía a futbolistas como Driussi y Martínez, que rara vez recibieron la pelota perfilados de frente a la retaguardia de Huracán. Un pase digno mendigaban. Y así, sus errores y su atolondramiento los vendieron muy barato: en ellos tuvo un impaciente Monumental a sus «chivos expiatorios».
Contra esa energía juvenil mal administrada contrastó Rolfi Montenegro. No hace falta preguntarle a él para entender que transita el tramo final de su carrera: a sus 36 años, pareciera que tiene el combustible justo para aparecer en dosis mínimas. Pero qué va, el que sabe jugar no necesita correr como un fondista keniata: dos pases suyos en cortada, a favor de la carrera hacia adelante de sus compañeros y en contra del retroceso desarticulado de la defensa ambientaron el mejor momento de Huracán en el primer tiempo. Uno terminó en gol y el otro, en un remate de Ábila que congeló al estadio pero se fue por arriba.
El mapa de calor del partido dejó más caliente el campo visitante en el segundo tiempo, cuando ya el DT de River había apelado a Lucho González y Viudez. Pero avanzar en el terreno no es lo mismo que atacar bien. ¿Pudo haber empatado? Sí, porque un gol de diferencia siempre genera esa expectativa. Y no, porque los caminos del gol siguen cerrados para Saviola, que resolvió como un principiante la oportunidad más clara.
Al final, extraviada la esperanza, un grupo minoritario de voces eligió cantar eso de que «de la mano del Muñeco» irán a Japón. Nunca como ahora, ese destino soñado le habrá parecido tan a contramano al homenajeado.
«Jugadores al límite»
«Se nota el cansancio. Tengo jugadores al límite. Hay que limpiar la cabeza», reconoció el DT de River, Marcelo Gallardo. Carlos Sánchez fue sincero: «No hicimos nada de lo previsto. No estamos muertos, pero tenemos que mejorar mucho. Jugamos contra un adversario muy duro, pero ya nos tocó dar vuelta este tipo de situaciones», dijo el uruguayo.
2. Lo pide Mancinelli
«Huracán en primera»
Federico Mancinelli, figura del partido, no dio nada por seguro: «Haber ganado este partido no nos pone en la final. Estamos frente al campeón de la última Sudamericana y la revancha será igual de dura. Ahora, el lunes nos jugamos todo para dejar a Huracán en primera».
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