Cuando decidí estudiar Comunicación Social a fin de ejercer el periodismo no lo hice por el supuesto «glamour» que puede -o no- acarrear esta profesión ni mucho menos para ser un profeta del desaliento que basa sus declaraciones en malas intenciones más que hechos, como lamentablemente muchos colegas hacen. Decidí ser periodista para hacer uso de la herramienta mediática -y la credibilidad e influencia que ésta tiene- para ayudar a fomentar cambios positivos en la sociedad.
Escribo este texto motivado por la nota de opinión del estimado lector y conciudadano José Luis Ricciardi, quien da a entender que mi escrito titulado «¿Tiempos de ajuste con acento extranjero?» publicado hace dos semanas en este medio se acerca más a la futurología propia de adivinos que a la realidad. Respondo no para entrar en una vana guerra de egos, para eso están los políticos, sino en función del llamado inicial de servir a la población y ahora sí remitirme -más- a hechos concretos como los que pide el muy respetable Sr. Ricciardi (quien sería bueno aclarar, se posiciona muy válidamente desde su militancia en el radicalismo).
Es difícil pensar en algún mendocino que se encuentre en edad laboral que desconozca la difícil situación económico-financiera por la que atraviesa la Provincia, la cual sin duda se debe mayormente a los errores de las últimas gestiones. Pero es imprescindible destacar que en un país que adopta el federalismo como forma de gobierno cada Estado provincial tiene una abundante independencia del nacional en sus asuntos internos (por ejemplo su economía) y que si bien la economía de un país afecta todas las partes, el gobierno nacional puede separarse de las gestiones provinciales en muchos sentidos.
Dado que las elecciones que se avecinan son para la presidencia en lo siguiente me abstendré a analizar ciertos factores del ámbito netamente nacional dejando de lado hechos provinciales.
1. En cuanto a la situación de déficit fiscal de la Argentina cabe destacar que más allá de determinadas decisiones políticas y económicas que pueden haber sido desacertadas por la presidencia, también es cierto que el ciclo económico positivo que dejó un 4% de superávit fiscal (en comparación del déficit del 6,5% del PBI actual) coincidió con un proceso de crisis y recesión económica internacional iniciado en Estados Unidos en 2008. Este produjo mermas en la actividad económica en tanto ese país como en China, principal comprador de la Argentina, así como también en el conjunto de los mercados. No hace falta ser economista para entender que esto tendría sus efectos en nuestra economía independientemente de las decisiones políticas.
2. Es fácil pensar que la situación económica actual se debe únicamente a las malas decisiones del Gobierno. Pero estimado lector usted no debe ignorar lo que los medios suelen callar por interés. Los subsidios decididos por la presidenta no mueven tanto la balanza financiera como los actos de quienes verdaderamente gobiernan: las grandes empresas oligopólicas como los grandes distribuidores de alimentos, los exportadores agrícolas que no venden sus productos para especular y que en 2014 perdieron U$1400 millones por esto, repercutiendo en menores ingresos nacionales y tantas otras que alimentan o no al poder político.
En cuanto al cambio, indudablemente la Argentina lo necesita, necesitamos un Estado que piense más en el pueblo y se brinde en servicio al mismo. Todos los argentinos debemos replantearnos el cambiar nuestra forma de vida, pero para eso debemos recordar nuestra propia historia. Repasando la historia -y ya que el Sr. Ricciardi comentó sobre «la fiesta menemista» durante los 90′- cabe rememorar que durante esa época Macri estuvo procesado por contrabando estando a cargo de la empresa Sevel automotriz que evadió $55 millones al Estado y fueron los funcionarios menemistas los que lo liberaron.
Correo Argentino S.A. fue otra empresa en manos del grupo familiar que para el 2002 debía 207 millones entre inversiones no realizadas y cargas sociales y previsionales no aportadas a sus trabajadores. Despidió a 10 mil empleados y lo declaró como «inversión».
Durante la última dictadura el Grupo Macri se benefició con la transferencia de la deuda privada que hizo el gobierno de facto al Estado, es decir que las empresas Sideco Americana, Pluspetrol, Socma, Dragados y Obras Portuarias, R.S.Z. y A. Producciones, Iecsa y Manliba controlada por Mauricio Macri y su clan acumulaban un endeudamiento con el exterior cercano a los 180 millones de dólares, que se trasladó a la sociedad a través de los seguros de cambio. Esto sin contar que la FIAT, también en sus manos, hizo que el pueblo pagara casi el total de su deuda de 170 millones de pesos.
La Argentina necesita un cambio, eso es seguro, pero cuesta creer que sea Mauricio Macri, quien aún hoy sigue procesado por asociación ilícita (por escuchas ilegales) pueda representarlo. Respeto a un partido tradicional como el radicalismo, con hombres como Arturo Illia que supieron salir de la Rosada con la frente en alto, pero el liberalismo no entiende de colores políticos, ya lo demostró Carlos Menem; y -como dice la Biblia- «nada nuevo hay bajo el Sol», por lo que más que personas hay que pensar en modelos de país. Rememoremos nuestra historia y decidamos por el bien de los que vendrán.
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