Se eligió el 30 de noviembre por el nacimiento de Andrés Guacurarí y Artigas, conocido como Andresito, primer gobernador de origen indígena.
Símbolo de la amistad y sinónimo de encuentro que trasciende las edades y estratos sociales, los argentinos celebrarán mañana por primera vez el Día Nacional del Mate, la infusión más popular del país que se originó en una ancestral tradición de los indios guaraníes y que se replicó rápidamente a todo el territorio y traspasó sus fronteras.
Profundamente arraigado en las costumbres y tradiciones, tomar mate implica mucho más que beber una infusión, es un gesto de amistad y de cordialidad por lo que, asociado a los beneficios que genera para la salud, este año fue instaurado por ley que todos los 30 de noviembre se celebre su día.
La ley, publicada en el Boletín Oficial en enero, hace mención a que se eligió esa fecha en conmemoración del nacimiento de Andrés Guacurarí y Artigas, también conocido como Andresito, el primer gobernador de origen indígena en la historia argentina.
De acuerdo al Instituto Nacional de la Yerba Mate, la infusión tiene propiedades antioxidantes y energizantes, por lo que tomarla también implica incorporar al cuerpo una serie de beneficios para la salud.
Esta combinación de factores sociales, culturales y saludables motivó la sanción de la ley y su publicación este año por lo que mañana será la primera vez que los argentinos conmemoren el Día nacional de su fiel compañero de jornada.
El Instituto destacó que en la Argentina «se consumen alrededor de 256 millones de kilos de yerba mate, lo que implica un consumo anual per cápita de unos 6,4 kilos. La yerba mate está presente en más del 90% de los hogares».
«Su consumo, bajo la forma de mate tradicional, aporta al organismo gran cantidad polifenoles, vitaminas del complejo B, potasio, magnesio y xantinas. Los polifenoles actúan como un poderoso antioxidante, que ayudan a aumentar las defensas y a disminuir el envejecimiento celular», destacó el organismo.
Además, «las vitaminas del complejo B ayudan al cuerpo a aprovechar mejor la energía de los alimentos ingeridos. El potasio y el magnesio son sustancias indispensables para el correcto funcionamiento del corazón y las xantinas (cafeína, teobromina) son compuestos que estimulan el sistema nervioso central; es decir, apuntalan al esfuerzo físico e intelectual», subrayó.
Algo de esto debían percibir los indios guaraníes que utilizaban las hojas de la planta de yerba mate como bebida, ya que eran objeto de culto y ritual, y moneda de cambio en sus trueques con otros pueblos prehispánicos como los incas, los charrúas y aún los araucanos que, a través de los pampas, recibían yerba elaborada de manos de los guaraníes.
Caá en lengua guaraní significa “yerba”, pero también significa planta y selva. Para el guaraní, el árbol de la yerba era el árbol por excelencia, un regalo de los dioses. Tomar la savia de sus hojas era para ellos beber la selva misma.
Los conquistadores aprendieron de los guaraníes el uso y las virtudes de la yerba mate, e hicieron que su consumo se difundiera en forma extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico desde su zona de origen a todo el Virreinato del Río de la Plata.
Más tarde los religiosos jesuitas introdujeron el cultivo en las reducciones distribuidas en el norte de la Argentina, y Sur de Paraguay y Sudoeste brasileño. Fueron los grandes responsables de que la Yerba Mate fuera conocida en el mundo civilizado, en donde llegó a conocérsela como el “té de los jesuitas”.
Los guaraníes lo disfrutaban en rondas alrededor de un «fuego sagrado» y fue este mismo legado que llegó a nuestros días convirtiendo a la ronda de mate en un rito social significativo.
Valeria Trapaga, primera sommelier del mundo especializada en cata de yerba mate, capacitada en Establecimiento Las Marías, aseguró que el mate «es un elemento que aparece en el medio de todas las diferencias, acercándonos y rompiendo el hielo. Cualquier distancia que existe se va diluyendo con cada cebada, porque frente al mate somos todos iguales”.
Trapaga quien disfruta del mate con los cinco sentidos, aseguró que “lo queremos tanto al mate y se ha convertido en un ritual tan incorporado a nuestras vidas que nos cuesta detenernos a observarlo, mirarlo, olerlo y tocarlo. Es fundamental investigar y profundizar en esta infusión para conocerla y disfrutarla mucho más”.
Ya que entendés qué es el mate, ahora pasamos a la historia del mate, porque esto nos ayuda mucho a entenderlo. Creo que la importancia social que tiene el mate hoy en día es producto directo de su historia. Era central a cada época y figura nacional (los indígenas, los colonizadores, y los gauchos), entonces por supuesto hoy en día se ve como un símbolo importantísimo de la nacionalidad argentina.
El mate viene de los indígenas nativos a la mayor parte del territorio argentino, los guaraníes. Antes de la llegada de los españoles, los guaraníes usaban mucho el mate. Lo “masticaban o colocaban en una calabaza con agua y sorbían, usando sus dientes como filtro o por medio de un canuto de caña. Según ellos, lejos de aflojarlos, estas hojas les daban mayor resistencia para las largas marchas o para realizar las labores diarias” (Carabajal).
Un guaraní
La palabra “mate” viene del idioma guaraní. Ellos lo llamaban “CAA-MATE, de cuyos términos “caá” significa en idioma guaraní “planta o hierba”, en tanto que “mate”, se supone derivado de la palabra quichua “matí”, con la cual designaban a la calabacilla que usaban en general para beber” (Cobiella).
El mate formaba gran parte de la vida de los guaraníes, hasta incorporarse a su folclore. Encontré varias versiones de una leyenda del nacimiento del mate, pero por lo general se trata de un cuento así: Un día la luna, Yací, y la nube, Araí, bajaron a la tierra para ver la selva. Durante el día un viejo cazador guaraní las salvó de un tigre. Por la noche el viejo soñaba que la luna le hablaba, diciendo: “Queremos darte las gracias por salvar nuestras vidas. Fuiste muy valiente, por eso voy a entregarte un premio y un secreto. Mañana, cuando despiertes, vas a encontrar ante tu puerta una planta nueva: llamada caá. Con sus hojas, tostadas y molidas, se prepara una infusión que acerca los corazones y ahuyenta la soledad. Es mi regalo para vos, tus hijos y los hijos de tus hijos…” El viejo encontró la planta, siguió sus instrucciones, y finalmente “probó la nueva bebida. El recipiente fue pasando de mano en mano: había nacido el mate” (Leyenda del mate).
Cuando llegaron los españoles al Nuevo Mundo, pronto descubrieron el mate de los guaraníes. Diferentes fuentes citan varios conquistadores que supuestamente “descubrieron” el mate, pero lo más común es atribuirlo a Hernando Arias de Saavedra, que en el año 1544 observó a los guaraníes usando la yerba (Krebs).
Muy pronto, el consumo se extendió hasta llegar a ser “un intenso tráfico regular del producto, desde su zona de origen a todo el virreinato” (Cobiella). Luego, los jesuitas tenían un papel decisivo en el aumento del mate, porque empezaron el cultivo organizado de la yerba: “introdujeron el cultivo en algunas de sus ‘reducciones’ o ‘misiones’” en el noreste de la Argentina y el Paraguay (Cobiella). Con todo esto, el consumo se extendió más. Una nota interesante que encontré es que “España, para competir con el té que comercializaban los ingleses, puso a la venta la yerba mate picada para hacer una infusión que se popularizó en Europa como el té de los jesuitas” (Krebs). Éste es muy interesante para explicar cómo empezó la tradición del mate, tan similar al té inglés, a pesar de la larga enemistad entre la Argentina e Inglaterra.
Los jesuitas tomando mate
Pero en 1767 el rey de España expulsó a los jesuitas de todo el imperio español, por varias razones políticas. Tras el abandono de las misiones en Argentina vino “el abandono de los yerbales cultivados por” los jesuitas (Cobiella). Este dio luz a un período de decadencia para el mate, pero a pesar de esto, sobrevivía el cultivo en varios lugares, como se puede ver en la importancia continua del mate durante este tiempo.
En 1810 empezó la lucha por la independencia en Buenos Aires y, por extensión, en todo el Virreinato del Río de la Plata. Fue un proceso muy largo que duró hasta los años 1820, pero aún después de la independencia la Argentina tenía guerras civiles casi sin fin.
Durante este tiempo surgió la figura nacional del gaucho. El gaucho es básicamente el “cowboy” argentino. Vive a caballo en las pampas, trabaja con el ganado, y vive una vida muy simple y solitaria: el caballo, la naturaleza, la independencia personal, y la compañía infrecuente de algunos otros gauchos. Muchos gauchos servían además como soldados en el ejército de la independencia o de las varias guerras civiles. En general, “estos relatos, como tantos otros, han hecho del gaucho un personaje mítico, que con el tiempo se fue transformando en un arquetipo de los ‘valores esenciales del ser argentino’” (El gaucho)
Fotos que saqué de gauchos ‘modernos’ en el desfile de la Fiesta de la Vendimia. Mendoza, Argentina, 6 de marzo de 2009.
El mate fue muy central a la vida de los gauchos — hoy en día, quizás la imagen más conocida de la vida gauchesca es pensar en dos o tres gauchos tomando mate alrededor de un fogón aislado en medio de las pampas. Por ejemplo, la novela “Don Segundo Sombra” es uno de los dos libros clásicos argentinos sobre el gaucho, y describe a los gauchos tomando mate para empezar el día a la madrugada, para el desayuno unas horas después, para el almuerzo tarde, y finalmente para la cena y el acostarse.
“Gauchos mateando”
Entonces, creo que no es una exageración decir que el mate era realmente central a la vida gauchesca. Y si el mate representa la esencia de ser gaucho, y el gaucho es “un arquetipo de los ‘valores esenciales del ser argentino’”, entonces podemos ver muy claramente cómo el mate llegó a representar la esencia de ser argentino.
Pero los gauchos no eran los únicos que tomaban mate durante este período, sino que casi todos lo tomaban. En la clase alta, el mate tenía un papel interesante en el cortejo formal entre amantes, porque servía como un lenguaje oculto entre ellos. Muchas fuentes describen este lenguaje, pero la mayoría no describe cómo funcionaba. Creo que funcionaba así: el hombre tradicionalmente venía a cortejar a la mujer en su casa (la casa de sus padres), pero ellos nunca podían hablar a solos. Ella le servía mate, y entonces se desarrolló este lenguaje para que se comuniquen a través del mate. Por ejemplo:
“Mate dulce: Amistad
Mate muy dulce: Hablá con mis padres (sobre el casamiento)
Mate muy caliente: “Yo también estoy ardiendo de amor por ti”
Mate con té: indiferencia
Mate hirviendo: odio”
(de Hojas sueltas y El mate en Argentina)
Obviamente ya no se usa este “lenguaje del mate”, pero creo que es un fenómeno muy interesante en la historia.
Hoy en día, el mate no sólo tiene un cultivo muy moderno, sino que también es una presencia continua en todas partes de la Argentina (Cobiella, Scutellá). De hecho, “un estudio del Instituto de la Yerba Mate muestra que la infusión tiene una presencia en 98% de las casas del país” (El mate, en todos los hogares argentinos). Pero esta estadística tan alta no me sorprende, porque la verdad es que el mate es muy, muy común para todos los argentinos. No sólo lo toman en la casa, sino en todos partes: en el trabajo, con amigos, con la familia, en el parque, en el coche, en la universidad, en la plaza . . . en todo el país.
Durante los recreos de 15 minutos en las clases universitarias, muchas veces vi a algún estudiante sacar su mate y termo y cebar mate para todos sus amigos. Es casi obligatorio llevar mate al parque . . . . . Podría seguir contándolo por horas, pero me voy a parar ahora – lo importante es entender cuán común es el mate actualmente.
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