«Creo que me voy a llevar muchas sorpresas», acepta el nuevo presidente de la Conmebol; «La crisis moral», culpable del derrumbe
ASUNCIÓN.- El despacho de la presidencia de Conmebol vive en sepia, el color de los recuerdos. Están los mismos trofeos, las mismas copas de hace 30 años. Testigos mudos de otras épocas. Tiempos del uruguayo Eugenio Figueredo y de dos paraguayos: Nicolás Leoz y Juan Ángel Napout. Aparte de haber compartido el mobiliario, los tres están implicados en la trama de corrupción corporativa conocida comoFIFAgate. Otro paraguayo acaba de ser elegido para ocupar la presidencia. Es el empresarioAlejandro Domínguez Wilson. El sillón de Leoz & compañía le llega como regalo del destino, ya que el lunes cumplió 44 años. «Cualquiera de los que estuvo acá viene y encuentra todo en su mismo lugar. Eso habla a las claras de que no había ninguna intención de modificar absolutamente nada», dice Domínguez, quien ganó las elecciones por consenso y gobernará por cuatro años. Sobre el futuro, avisa: «Está todo por aprender. De verdad, no conozco lo que estoy heredando».
-¿En qué situación asume?
-No es un momento glamoroso. En esto no hay un salvador. Hay que hacer un trabajo en equipo.
-¿Por qué se llegó a este momento «no glamoroso»?
-Por años de mal manejo.
-Los dirigentes que estuvieron en la Conmebol y veían lo que pasaba, ¿no tienen ninguna responsabilidad?
-Mi primera reunión de comité ejecutivo fue en mayo de 2015, dos semanas antes de que estallara el FIFAgate. En mi primera intervención (están las grabaciones y las actas), lo primero que dije es que tenía que terminar la relación con los intermediarios. No podía saber que se venía lo que se vino. No cayó nada graciosa mi postura. Pero por lo que pasó dos semanas después [las detenciones de los ejecutivos de FIFA en Suiza] parece que tenía razón.
-Napout es su amigo. ¿Nunca le sugirió lo de los intermediarios?
-Sí. Pero él tampoco era el que negociaba con los intermediarios. Ya venían de otra época. El contrato era de los 90.
-Y con una empresa con sede en las Islas Caimán.
-Sí. Aquella de mayo fue la única reunión en la que estuvieron todos los actores. A partir de ahí no se volvió a hablar de fútbol.
-¿Con qué se va a encontrar?
-Creo que me voy a llevar muchas sorpresas. Muchas de las situaciones serán probablemente traumáticas. Hay que hacer reformas de gobernabilidad, de transparencia, de gestión. Y de cambio de estatutos. Hay que actualizarlos: poner un término a los períodos de mandato.
-¿Qué clase de crisis es esta?
-Es una crisis moral, que condujo a todas las otras crisis. Acá se olvidaron del fútbol y a la larga prevalecieron los intereses personales. Hay que reconducir a la Conmebol para que vuelva a pensar en el fútbol.
-Los clubes celebran que los haya recibido para hablar de dinero. ¿Por qué?
-Nunca tuvieron oportunidad de sentarse acá. Acá había un señor que decía: «No aviven a los giles».
-¿Era argentino?
-Era argentino.
-¿Qué opinión le merece Julio Humberto Grondona?
-No lo conocí.
-Su padre [Osvaldo, histórico dirigente de Olimpia] sí lo conoció.
-Él sí. Y en el fondo tenían una relación amistosa, pero para mí nunca congenió con él. Creo que ese fue uno de sus pecados.
-¿No haber congeniado con Grondona?
-Con la estructura. Él iba en contra de esas reglas.
-¿Y qué pasa si hoy se encuentra con una federación que no congenia con su estructura?
-Si mis diferencias son morales, entonces son innegociables. Si son políticas, vamos a tener que trabajar en conjunto.
-La gente está cansada de que le digan que harán reformas. Quiere hechos. ¿Coincide?
-Estoy de acuerdo. Vamos a hacer la reforma estatutaria. Eso dará resultados.
-¿Cuándo?
-La comisión legal tiene que procesar un proyecto, que se aprobará en Asamblea y se dará a conocer. Supongo que en los próximos seis meses tiene que estar. Además, hay un acuerdo de una empresa internacional que propuso una estructura nueva. Y a partir de que también sepamos qué Conmebol está habilitada a hacer todas sus operaciones vía licitación.
-¿Puede no estarlo?
-Depende del tiempo de los contratos. Hoy, los contratos se van a cumplir. Eso no significa que no intentemos renegociarlos.
-¿La transparencia paga?
-No tengo ninguna duda de que pagará el doble o el triple [que ahora].
-Si la transparencia paga ahora y antes no, ¿qué quiere decir?
-¿Por qué hay gente que se autoconfesó culpable? Acá hay varios.
-A muchos los conocía.
-Los conozco a muchos. A otros, por referencias.
-¿Cómo se hace para cambiar esa crisis de credibilidad?
-Trabajando y mostrando frutos.
-Eso lo dicen los jugadores de fútbol.
-¡No hay otra manera!
-¿Cuál sería el fruto de ese trabajo en un mes?
-Mandar señales claras. Por ejemplo, ya pedí la auditoría de una Big 4 [un grupo que integran Deloitte, Earnst & Young, Price Waterhouse y KPMG].
-¿Cuál?
-No puedo decirlo porque no tengo el contrato firmado.
-¿Cuántos años se auditarán?
-Cinco años. La condición que pusieron es que ellos entran con su equipo de auditoría forense y su unidad antifraude. Todo lo que resulte de eso se lo daremos al departamento legal. Si hay algo que reclamar lo haremos ante quien tengamos que hacerlo.
-¿Harán público el resultado de esa auditoría?
-Por supuesto. Tengo que ser sincero: no sé con lo que se van a encontrar. Me tiene absolutamente sin cuidado. Si acá alguien hizo las cosas mal, va a tener que responder.
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