El 31 de octubre de 1986, Fernando Martín saltó a la cancha del Rose Garden Arena para disputar su primer partido como jugador de los Portland Trail Blazers contra los Seattle Supersonics. Apenas estuvo dos minutos en el campo, pero fueron dos minutos históricos: se trataba del primer español y el europeo que llegaban a la NBA, un sueño entonces inalcanzable para la mayoría.
En una entrevista posterior, el desaparecido pívot del Real Madrid, reconocía que lo que más le costó al llegar a Estados Unidos no fue la exigencia física de aquel baloncesto tan diferente al europeo, sino entender el tocho de cientos de páginas que su entrenador, el legendario Jack Ramsey, le entregó para aprender las jugadas y movimientos de su nuevo equipo. Hoy Martín hubiera recibido esta información en formato digital y, junto a ella, habría tenido -antes y después de cada partido- un completo análisis de todas las facetas del juego: zonas desde las que suelen lanzar los rivales, pases, rebotes, distancias recorridas por cada jugador, tiempo medio de posesión, velocidad de las transiciones… y así hasta una cantidad ingente de datos que convierten cada enfrentamiento de dos equipos de la NBA en un ejercicio de estadística aplicada al deporte.
Detrás de cada milagroso triple de Steve Curry con los Golden State Warriors la mayoría de aficionados sólo ven el talento descomunal de un jugador que ya está marcando una época. Pero, aunque el ingrediente principal de su espectacular juego son sus cualidades, también hay mucho de estudio y preparación de movimientos en base a las estadísticas de cada partido.
La NBA lleva aplicando la estadística para el análisis del juego desde el lejano 1943, pero en las últimas cinco temporadas su sistema de recogida de datos ha evolucionado hasta situarla a la vanguardia de cualquier disciplina deportiva. Un sistema de cámaras registra las acciones de cada jugador en la cancha y el movimiento del balón, para mostrar estos datos en tiempo real y ponerlos al servicio de los árbitros, cuerpo técnico y aficionados. El análisis de las métricas de los jugadores no sólo condiciona las instrucciones que los entrenadores dan a sus equipos, sino que son tenidos en cuenta para fichajes y establecer sueldos.
Con las pulsaciones disparadas y la adrenalina a niveles estratósfericos debe ser complejo tomar decisiones, por más que se tengan muchos datos para hacerlo. Ahí es donde entra en juego “la habilidad del entrenador para ofrecer el mensaje preciso” afirma Steve Hellmuth, vicepresidente de Tecnología de la NBA, puesto que “cada jugador puede asimilar una cantidad limitada de información” y es misión del técnico transmitirle aquello que le permitirá ser más efectivo.
Así que gracias al big data y a la tecnología implementada por la NBA, si alguna vez te encuentras en situación de defender a Lebron James y ves sus 113 kilos de peso abalanzarse sobre el aro, podrás saber con mucha seguridad hacia dónde se moverá… para apartarte lo más rápido posible.
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