Juegos Olímpicos
En un partido muy cerrado, Argentina perdió ante Gran Bretaña en cuartos de final por 5-0.
Parte el alma verlo al mismo Matías Moroni que en el Mundial de Inglaterra 2015 se consagró como un centro de excepción en Los Pumas, pasar por la zona mixta siendo pura impotencia primero y después pateando el piso con toda la bronca aflorando por sus poros; duele en serio reflejar esas lágrimas del capitán Gastón Revol, todo un símbolo del seven argentino, mientras camina hacia un vestuario que lucirá vacío aunque se vaya llenando de gente; lastima el corazón ese llanto del entrenador Santiago Gómez Cora, el padre de la criatura, al que por cada diez palabras que le brotan repite solamente dos: pasión y orgullo. El seleccionado argentino quedó fuera de la lucha por las medallas en la vuelta del rugby a los Juegos Olímpicos después de 92 años y lo que se vio en Deodoro bien puede corresponder a una película y no a un simple duelo deportivo. Es que si le acercaran a un productor de Hollywood un guión propio de una historia imposible con un final que en este caso no fue feliz, seguramente hubiese adoptado el de Argentina-Gran Bretaña, que terminó con victoria 5 a 0 de los europeos en tiempo suplementario.
La primera secuencia, de 13 minutos y 19 segundos, sería la siguiente: partido por los cuartos de final; gran clima en las tribunas con cientos de hinchas alentando en celeste y blanco; encuentro muy cerrado desde el inicio en el que resulta muy difícil sacarse una ventaja y en el que sólo una corrida de Bibby junto al touch izquierdo, después de zafar de dos tackles, es frenada con lo justo por Santiago Alvarez en el segundo tiempo; amonestación de Juan Imhoff a sólo 41 segundos del cierre para que Los Pumas jueguen con seis hombres ese tramo final; otra amonestación, pero sobre la bocina final, de Davies para igualar la cantidad de jugadores y un penal a favor de los argentinos en el minuto 14. En el minuto final…
Ahora hay que tomarse un respiro porque llega la segunda parte, esa que dura cuatro minutos y 48 segundos y que se desarrolla de esta manera: el penal de Gastón Revol frente a los palos que puede cambiar para siempre la historia y meter a los argentinos en las semifinales y en la lucha por las medallas, se va, caprichoso, por el palo izquierdo; final del partido e inicio de un suplementario a muerte súbita con un plantel cansado y que dispone de un jugador menos por las lesiones de Rodrigo Etchart y Javier Rojas en el primer partido del campeonato; penal, esta vez para que definan los británicos, y el envío de Mitchell desde una posición similar a aquella de Revol pega en el poste; hasta que… a la salida de un scrum es Dan Bibby, el apertura británico, el que se anima y el que decreta el único try del partido para el 5 a 0 y la derrota. Y la decepción. Y esas lágrimas que costarán secar. Y olvidar.
Porque Los Pumas llegaron a Río de Janeiro con el objetivo de buscar una medalla. Pero la oportunidad histórica se diluyó.
La jornada había arrancado con una victoria contundente ante Brasil por 31 a 0 (cinco tries) en el último partido de la clasificación del grupo A. La tarde se hizo eterna después porque había muchas ganas de salir a la cancha para enfrentar a un rival que había pasado la primera fase con tres victorias y apenas dos tries menos que Fiji, el gran candidato al oro. Hubo almuerzo y descanso. Hubo concentración y mente fría para enfrentar lo que se vendría después. Pero por más que sobró coraje faltó físico para poder ganar el partido dentro de los 14 minutos reglamentarios.
Ahora llega el consuelo de pelear por el quinto lugar y el primer duelo, el jueves a las 14, será ante Australia.
En el debut de Argentina en el rugby olímpico se cumplió la lógica con la obtención de un diploma. Pero los jugadores y su staff querían más. Y fueron por más. No les alcanzó. Y encima tuvieron que despedirse en un partido increíble. Con el guión de la película más dramática que cualquiera haya imaginado alguna vez.
http://www.clarin.com/juegos-olimpicos-rio-2016/alcanzo_3_1629467097.html
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