Como siempre sucede luego de y entre medio de las elecciones, es que el run run vive dando de qué hablar a los medios para conseguir lectores. Y no es que los medios los inventen, es que las versiones corren cuando se trata de versiones.

En la semana corrió la voz de que uno de los que podría ocupar el sillón del Área de Deportes, podría ser tal o cual. Lo mismo sucedió con algunos cargos y delegaciones en los distritos.

Este tipo de runrunes viene dado por la propia lógica postelectoral, pero también por los mensajes que se mandan o se alientan desde un lado y de otro, y de otro.

La rosca no viene de ahora, sino de antes de las elecciones, cuando se hablaba de nuevos candidatos a delegados municipales que ya estaban en agenda de ganar uno de los candidatos. Pero como siempre pasa en estas cosas, el tiempo es sabio y muchas veces pone las cosas en su lugar.

En este caso, fue el propio Edgardo Gonzalez, el que fue contundente: «por ahora, en lo único en lo que estamos preocupados es en hacer la mejor elección el 3 de setiembre».

Gallardo, apostó, ganó y también perdió

Julián Gallardo es desde hace tiempo, un aliado de Edgardo y desde el año pasado venía jugando «solo». Si bien hizo algunos intentos para posicionarse como intendente de Lavalle, lo cierto es, que decidió acompañar al Edgardo cuando vio que las encuestas lo favorecían a éste último. Y pegó un batacazo. Su candidato ganó y también él. Sin embargo, por un puñado de votos perdió en su distrito. A diferencia de González, que arrasó en 3 de Mayo y Jocolí, el «Julián» no tuvo suerte en su terruño y fue vencido por el candidato del Roberto, Gerardo Vaquer. Esto significó un golpe duro para Gallardo, que supo alambrar como nadie los límites de su distrito, a cualquiera que quisiera desafiarlo.

Fue Director de Obras Públicas durante años, pero una fuerte disputa por las «desprolijidades» al frente de la Dirección y sus vínculos con el principal beneficiario de la obra en aquella época, lo relegaron a un cargo de concejal. Tuvo más de un cruce por sus visos autoritarios, y fue el director que propuso quitarle la pauta a El Despertador en el año 2009, por criticar la gestión y mantener una actitud independiente del poder.

No siempre estuvo del lado de Gonzalez, en realidad sus vínculos estaban del otro lado del paraguas, con el sector que encarnaba Vaquer y compañía, y se despegó a «tiempo», porque los veía «perdedores».

Para algunos, la concejalía para Gallardo era demasiado mérito, pero está claro, que para Gallardo era un «castigo», y él tenía otras aspiraciones.

En el mugrerío, como decía el Chino Guzmán, hay algunos que lo bancan. Sobre todo el empresario amigo. Hay otros, que dicen, que no es el de antes, y que viene en modo constructivo. Habrá que ver, qué versión es y cómo queda parado, después de esta victoria, con sabor a derrota, o de una derrota, con sabor a victoria.

La política tiene muchas lecturas, tantas lecturas como la vida misma.