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15 de junio de 2023

Lavalle: Jóvenes que ponen el alma en lo que hacen

  •   Por Juan Burba
           

El pasado 2 de junio se celebró en todo el país el Día Nacional del Bombero Voluntario en honor a la fundación del primer cuerpo de bomberos voluntarios de La Boca, en Buenos Aires. La historia comenzó ese lunes de 1884 cuando, a raíz de un voraz incendio en La Boca, un vecino llamado Tomás Liberti y su hijo organizaron, junto a un grupo de personas del barrio, una cadena humana para apagar las llamas que amenazaban propagarse rápidamente en las construcciones aledañas.

Así fue como este suceso dio nacimiento a la creación del primer Cuerpo de Bomberos Voluntarios de nuestro país. En la actualidad, Argentina cuenta con más de 43.000 bomberos voluntarios, de los cuales 7000 son mujeres, distribuidos en más de 900 cuerpos en todo el país.

En nuestro departamento la Asociación de Bomberos Voluntarios de Lavalle fue creada el 23 de Marzo de 1989, por un grupo de vecinos que decidió comenzar a trabajar en la formación de la misma. «Trabaja al servicio de la comunidad con el objeto de salvaguardar vidas y bienes personales» expresaron desde la institución en diálogo con El Despertador. Está compuesta por una Comisión Directiva (que en este momento está en un proceso de recambio) y cuenta con un Cuerpo Activo integrado por bomberos y bomberas voluntarios, hoy a cargo de Daniel González, Jefe de Cuerpo.

«El trabajo de los bomberos es voluntario y no reciben ningún tipo de resarcimiento económico por su labor, teniendo jurisdicción en todo el territorio departamental y prestando colaboración con las jurisdicciones que lo necesiten» destacaron desde la Asociación. En sus tareas concretas realizan diferentes intervenciones: incendios estructurales y forestales, rescates de personas y animales, accidentes, inundaciones, derrumbes, búsquedas de personas, capacitación y acciones de prevención. La Institución cuenta con una Academia de formación de aspirantes y capacitaciones permanentemente para los bomberos y las bomberas.

Ser bomberas

Dania D’Ambrosio tiene 18 años, es estudiante de cosmetología y forma parte de la institución desde los 15. «Mi familia es grande y todos, mis abuelos, mis tíos y mis papás, estamos ayudando permanentemente en la Asociación de Bomberos Voluntarios de Lavalle» expresó Dania en una conversación con este periódico, «vivo a una cuadra del cuartel así que siempre que puedo estoy yendo».

Sobre sus motivaciones para ser parte del cuerpo manifestó que «siempre me motivó, porque mi papá es bombero, desde que yo nací, así que siempre estuve en ese mundo, el de querer ayudar a los demás sin recibir nada a cambio». Su rol es el de radioperadora, y está a la espera de trámites del seguro para poder salir a hacer intervenciones, «mientras tanto ayudo también en las tareas del cuartel, como la limpieza o en eventos». Además es parte de la Academia en la que forman a nuevos bomberos, «estoy en el área de socorrismo y primeros auxilios, es muy lindo poder enseñar a los nuevos bomberos que viene entusiasmados con ayudar al prójimo».

En general los bomberos y las bomberas voluntarios cuentan con el apoyo de la comunidad, pero en algunos momentos son criticados por su accionar. «Siempre la comunidad de Lavalle acompaña las actividades de los bomberos, sin dudarlo, hemos sentido su apoyo siempre, pero hay mucha gente que no sabe que somos voluntarios, que no recibimos un sueldo y a veces nos critican porque llegamos tarde, y no saben comprender que disponemos de nuestro tiempo libre para el cuerpo, solemos ir al cuartel después del trabajo, la familia y el estudio, y a veces no tenemos gente que cubra las guardias» señaló. Sobre el apoyo de la sociedad lavallina la joven bombera destacó: «siempre que hemos hecho rifas u otras actividades nos acompañan, hace poco lanzamos la campaña solidaria a través de Mercado Pago, y la verdad que recibimos muchas donaciones de la comunidad, sentimos que valoran mucho nuestro trabajo».

En esta nota queremos rescatar a las bomberas, a esas mujeres que arriesgan su vida, como en otros oficios, al servicio de la comunidad. Y en particular a las jóvenes. Por eso también dialogamos con Estefanía Cabrera, bombera de 23 años, quien en este momento está desocupada, y estudiando en el profesorado de nivel primario del Instituto «Nuestra Señora del Rosario».

Ella también se sumó al cuerpo muy joven, hace una década: «ingresé a los 13 años, junto con mi hermana» nos contó, y relató su profunda motivación «siempre me llamó la atención sobre qué se sentía el ayudar a las personas, la adrenalina del sonido de la sirena que te paralizaba el corazón y te ponía los pelos de punta, me daba curiosidad, y así descubrí que el corazón me dijo que era mi lugar».

Ella también está encargada de las comunicaciones: «tengo que proveer los libros de novedades, el material para los informes, estoy pendiente de las radios, las linternas, todas actividades de la sala de comunicaciones» señaló, «además soy la secretaria provisoria del jefe de cuerpo, lo ayudo con lo legajos y otras cosas». Explica también que su tarea cotidiana cuando llega a cumplir una guardia es «revisar las movilidades, que cada material esté en su lugar, ver el resto de la dotación, ver que siempre haya un chofer, mantener el orden del cuartel, a aveces hay que dedicarse a hacer los informes de las intervenciones, reportando lo que hiciste en un incendio, cómo se trabajó». Pero reconoció que de todas sus actividades «la más importante es ser bombero, salgo a los incendios, me capacito».

Sobre el reconocimiento de la comunidad Estefanía expresó: «yo creo que la sociedad reconoce el trabajo de los bomberos, algunas veces nos ha pasado que por llegar tarde nos cuestionan, o se usa el chiste de que los bomberos llegan tarde y sin agua, son críticas que se hacen sin conocer, pero a pesar de eso muchas veces te piden disculpas, y vemos el reconocimiento en los aplausos de los desfiles o cuando nos hacen llegar donaciones». Y rescató la ayuda de los vecinos y las vecinas en el momento de las intervenciones, cuando se hace más necesario: «me han tocado muchos incendios de campos en temporada de zonda y la gente nos ofrece sus cosas, como una señora de Tres de Mayo que nos ofreció una bomba, o cuando trabajamos durante mucho tiempo en un incendio nos ofrecen una botella de agua o gaseosa».

Ser mujeres

Consultamos a nuestras jóvenes protagonistas sobre si su condición de mujeres en una actividad que está principalmente vinculada, en el imaginario, a los varones, les había dificultado su cotidianidad. Ambas coincidieron en que no.

Dania D’Ambrosio nos contó que «cuando entré a la Academia era la única mujer, en el 2021, además tenía sólo 15 años, todos mis compañeros eran hombres mayores de edad y pensaba: ‘me van a dejar afuera’ y la verdad que fue todo lo contrario, siempre me acompañaron y me ayudaron, nunca por ser mujer me dejaron afuera de algo, y nunca me sentí incapaz de hacer algo por el hecho de ser mujer, en el día a día del cuartel nunca hay discriminación hacia las mujeres».

Por su parte, Estefanía Cabrera aseguró que «no es más dificil siendo mujer, salgo a las intervenciones entre hombres, corto con la motosierra, o he tenido que cortar un vehículo, o asistir a una persona accidentada ayudando en todo momento, yo me considero una más en el grupo, porque cada uno de mis compañeros siempre me trataron como una igual, hay mucho compañerismo, en las salidas y en el cuartel».


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