González y Righi compartieron escenario en la Fiesta de Las Lagunas. Allí cada uno anduvo con su equipo, es decir cada uno por la suya. Sin embargo, en el ambiente flota la seguridad de que al menos algo los une: el espanto hacia un personaje muy malo como Milei.
Milei no es malo, solo por haber obtenido el 44% de los votos en Lavalle, sino por representar el icono de todo lo contrario de lo que es Lavalle.
Lavalle es presencia del Estado, acompañamiento de los más vulnerables, educación como derecho inalienable y posibilidad de ascenso social. Lavalle es producción agropecuaria y cooperativismo. Es clubes de barrio, bibliotecas populares, asociaciones vecinales y de vivienda. Lavalle es deporte amateur, es arte popular. Es cultura cuyana, y también contracultura under. También de masas.
Milei es lo contrario de todo eso. Es individualismo exacerbado, discriminación, racismo, homofobia. Milei representa el atraso al capitalismo del siglo XIX. Representa la educación para el que pueda y la salud también. Es incluso, la negación de la democracia. Y sin embargo, representando todo eso, y mucho más, ganó en Lavalle.
Sin pisar nunca este suelo, sin interlocutores válidos, los que hay en Mendoza son solo esperpentos del viejo PD, que apenas son aceptados por Milei, sin nada de eso, obtuvo el 44% de los votos en el departamento.
Y entonces ¿por qué ganó? Simplemente porque tomó a la democracia desprevenida.
La democracia, en este caso partidaria, pensó que la propia democracia representativa, se podía manejar desde las redes sociales, o desde los medios de comunicación olvidándose de una pequeña cosa: del pueblo. Palabra que ha quedado pasada de moda entre los sectores políticos, pero que hoy está más vigente que nunca. O debiera estarlo.
En ese sentido, la democracia partidaria lavallina, se volvió (de la pandemia para adelante, tal vez antes) perezosa, hiper pragmática, descontroladamente tecnocrática, super arrogante, demasiado individualista, altamente indisciplinada. Esa mirada de corto plazo, que era todo lo contrario de lo que se pregonaba, era el caldo de cultivo para arribistas como Petri o Milei, harinas del mismo costal, producto de los medios de comunicación y de una inteligencia basada en «demonizar al otro, en este caso al populismo, como causa de todos los males». En ese sentido, lo de Milei se convirtió en más interesante por lo que para él, el populismo iba más allá, incluía a todo lo que no fuera él. Incluido el radicalismo.
En ese sentido, cómo un «líder» lejano, ¿pudo vencer a líderes tan cercanos a la gente en un pueblo como Lavalle? Simplemente porque «tomar mate» con un vecino, o vivir cerca de tal, no alcanza para ser más escuchado que una pantalla de televisor que nos acompaña 24 horas al día, al mismo tiempo.
Y ese fue precisamente el desafío, cuando el Edgardo decidió pegar su cara a la del ministro, independientemente del resultado: salir a explicar la conveniencia y la importancia del apoyo a Massa. Por otra parte, que el Roberto, también haya juntado a su tropa, para brindar un apoyo importante al ministro candidato, habla de la importancia que tiene para Lavalle, un candidato, o candidata, cualquiera sea, que entienda el significado de lo que representa para un departamento tan postergado como el de Lavalle, los servicios elementales y los derechos inalienables.
Milei no lo entiende, eso está claro.
Habrá que ver estos días, cuánto habrán podido transmitir los candidatos para mejorar sus números. Como antecedente, el peronismo ya dio vuelta la elección anterior. ¿Podrá hacerlo esta vez? ¿Podrá acercarse aún más?
Habrá que esperar una semana.
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