El fin de semana del 13 y 14 de julio, Milei y Luis Caputo anunciaron una decisión que explicaron en un idioma difícil. Hablaron de emisión o de no emisión, del Banco Central, del Tesoro y varias otras cosas, traducido es lo siguiente: utilizarán las reservas del Banco Central para vender dólares en los mercados paralelos.
En ese momento había una fuerte presión devaluatoria que continúa pero sofrenada, en cierta medida, por el anuncio. El dólar oficial mantiene una “tablita” de depreciación al 2% mensual, los dólares “contado con liqui (CCL)”, “Mercado Electrónico de Pagos (MEP)” y blue, distintos modos de obtener divisas por fuera de los canales oficiales, oscilan en rangos entre $ 1.300 y $ 1.500 (según cuándo leas esto puede ser descriptivo o hilarante). Cuando la distancia entre el oficial y los paralelos crece la presión por devaluar el tipo de cambio oficial aumenta y genera una serie de trastornos vinculados con la situación de la economía argentina: deuda externa de magnitud, economía bimonetaria, crónica escasez de dólares, fuga. Por otra parte, los efectos de la devaluación son conocidos, basta ver lo que ocurrió en diciembre cuando Milei devaluó 118%.
No debería ser necesario decir que un problema bastante evidente de Argentina es la falta de dólares. En la fundada opinión de Cristina Fernández de Kirchner es el principal problema de la economía argentina. Tan así es que faltan dólares, que el gobierno que jura querer salir del “cepo” no puede hacerlo por… falta de dólares. Milei y su equipo prometieron y prometen que el dólar será libre y cada quien comerciará o ahorrará en la moneda que quiera sin ninguna intervención estatal. Eso es falso hasta hoy porque… no hay dólares. No pudo ni puede dolarizar porque… no hay dólares. Podría resonar en nuestra cabeza la frase del actual presidente usada por alguna publicidad “no hay plata” reconvertida en “no hay dólares”.
Entonces, no hay dólares para salir del cepo, no hay dólares para pagar la deuda, no hay dólares para pagar las importaciones pero algo queda en las reservas del Central. ¿Qué hacemos? Los vendemos para intervenir y frenar la cotización del paralelo.
Por supuesto, ni los acreedores ni el FMI están contentos con una medida que les birla las divisas que deberían tenerlos como destinatarios. ¿Qué pasa con esos dólares? Pasan a engrosar la fuga de divisas. Alguna (poca) gente que tiene muchos pesos quiere tener muchos… dólares, entonces compra dólares. Esos dólares que estaban en las reservas del Central y ahora pasarán a las carteras de importantes tenedores de activos.
En ese contexto se conoció por un tuit del diputado nacional y presidente de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo, la posibilidad que hubiera sido remitido desde el Banco Central oro físico en aviones. Acompañó un pedido de informes al respecto.
https://twitter.com/SergioOPalazzo/status/1812852884234490048
https://twitter.com/SergioOPalazzo/status/1812856661406601625
Cuando esto se hizo público, Luis Caputo lo confirmó en una entrevista. Es decir, si no se hubiera descubierto por “versiones” no nos hubiéramos enterado, lo que pone seriamente en duda, una vez más, el precepto de la difusión republicana de los actos de gobierno.
Caputo lo presentó como la cosa más normal del mundo. “Es como tener un edificio adentro del Banco Central, lo tenés que sacar para obtener un rendimiento”. Esto podría ser una discusión de finanzas sobre cómo conformar el mejor portafolio para las reservas nacionales, un tema que se puede discutir en cualquier tiempo normal, no en este momento. No con las medidas previas, no la semana en que se decide vender todas las reservas. No ahora, que cualquier cuenta sencilla señala que vamos al default de la deuda, porque como dijimos, no hay dólares. Y hay mucho por pagar.
Se ha señalado el riesgo de embargo. Argentina tiene varios juicios internacionales, uno de ellos el difundido por la nacionalización de YPF, pero hay otros, fruto de la insana práctica de aceptar jurisdicción extranjera en la emisión de deuda y litigios comerciales. Los tiempos recientes muestran que cualquier país está expuesto a sanciones y maniobras de este tipo. El propio Palazzo recordó que Islandia, país inequívocamente alineado a Europa y Estados Unidos, también padeció embargos caprichosos. El oro argentino no está seguro.
Se ha afirmado que es garantía de un préstamo en dólares. Mucha opacidad, poca información oficial. Todo indica que ese oro se perderá, por impago del préstamo, o por el default argentino que ya se vuelve a otear en el horizonte.
Caputo puede ser un mago de las finanzas, pero de él, las suyas propias, no las del país, a las que arruina cada vez que las tiene a su mando.
El oro del Central al exterior no responde a una evaluación de resultados sino a un fraude alevoso, otra vez, contra cada uno de nosotros.
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