En Lavalle, el abandono de animales se ha vuelto cotidiano. Pero detrás de cada perro callejero hay una historia que revela una trama más compleja: violencia, negligencia, falta de políticas públicas sostenidas y una enorme indiferencia social. Mientras tanto la Asociación «Santa Bernardita» sostiene con esfuerzo un refugio desbordado que da cobijo a más de 130 perros.
“En el último año ingresaron unos 50 perros al refugio, y te hablo solo de los que están en muy mal estado, ya no tenemos espacio, sólo recibimos los casos más graves”, cuenta con firmeza y tristeza Alejandra Crosetti, presidenta de «Santa Bernardita». Los demás quedan afuera, literalmente, librados a su suerte.
Algunos de los perros rescatados llegaron con signos de maltrato extremo: “una perra ingresó con disparos en el lomo, y otros, directamente, no sobrevivieron”. La violencia contra los animales, advierte, es parte del mismo entramado de agresión que se respira en la sociedad: “los animales son el eslabón más débil, allí se descarga mucha furia”.
La situación se agrava por la falta de responsabilidad de muchas personas. Aunque existe un decreto municipal de control de mascotas, el incumplimiento es evidente: animales sueltos en la calle, sin castrar, sin vacunas y muchas veces mal alimentados. “Hay perros que los dueños sacan a la calle para que hagan sus necesidades, coman lo que encuentren y vuelvan cuando quieran… si vuelven, si causan algún problema, el dueño se desentiende”, relata.
Denuncias, abandonos y una red de contención insuficiente
El origen de los perros que llegan al refugio es variado: vecinos que alertan, animales encontrados en estado crítico en el campo o en las calles, perros traídos por la policía o por orden judicial tras denuncias por maltrato. “También me dejan cajas con cachorros en la puerta del refugio, antes los tiraban directamente al canal, por lo menos ahora les dan una posibilidad de vivir”, comenta con amargura.
El refugio, que ya alberga el doble de su capacidad, subsiste gracias al esfuerzo personal y la solidaridad de un puñado de personas: “el alimento sale de mi sueldo, es un gasto de entre un millón y un millón doscientos mensuales. A eso se suma medicación y cirugías” explica Crosetti. Las rifas solidarias y las donaciones —como las gestionadas por la doctora Heidi González y algunas madrinas mendocinas— son el salvavidas constante.
Aun así, el desafío no para: “estamos construyendo otro canil con lo que recaudemos de la rifa, ya no tenemos dónde meter perros”, explica la presidenta de «Santa Bernardita» mientras detalla los costos de una cirugía reciente para una perra con fracturas múltiples. Todo se hace a pulmón. Todo es urgente.
Educación, castraciones y multas: las claves para un cambio
La solución, insiste, está en tres pilares: educación, control y penalización. “La Municipalidad pone el móvil de castración, pero a veces no se presentan ni tres personas en el día. Algunos me dicen que la municipalidad debería ir a su casa a castrar. ¡Es una cirugía! Tenés que llevar al animal, y es gratis”, subraya con frustración.
Lo mismo ocurre con la vacunación antirrábica, que es gratuita y sin embargo muchas personas no cumplen. “El perro no es un juguete ni una alarma. Si se enferma, lo abandonan. Si ladra mucho, lo atan y lo dejan solo. Y si molesta, lo maltratan”.
Para frenar esto, propone aplicar con mayor fuerza el Código Contravencional de Mendoza, que contempla multas económicas para casos de maltrato animal. “El dinero es lo que más nos duele, yla jueza de Paz de Lavalle lo aplica con firmeza. Es la única forma de que entiendan que al animal hay que tratarlo con respeto”.
Por último, destaca la necesidad de avanzar con el chipeado obligatorio de mascotas. Un chip subcutáneo con datos del animal y su dueño permitiría identificar responsabilidades, facilitar la localización de mascotas perdidas y desalentar el abandono. “En otros países ya es obligatorio, acá hay mucha resistencia, porque implica hacerse cargo”.
Mientras tanto, el refugio sigue recibiendo más animales de los que puede contener. Y el drama sigue creciendo. “Si no empezamos a castrar y educar, esto va a ser cada vez peor”, advierte. Pero también deja una puerta abierta: “Hay gente que ayuda, y eso da esperanzas”.
Compartimos la entrevista completa con Alejandra Crosetti:
Una rifa para colaborar
Hasta este martes 6 de mayo hay tiempo de colaborar con una rifa que se está realizando para solventar los gastos de una compleja operación a la que se tuvo que someter Lizzy, una perrita que llegó al refugio con quebraduras múltiples. El número sale $ 2000 y se puede depositar a través del alias santa.bernardita.mp y avisar al 261 611-3409. Compartimos los premios a continuación
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