Ariel Basteiro presenta su investigación sobre el contrabando de armas con que Macri ayudó al gobierno de facto de Jeanine Añez en las masacres de 2019 en Bolivia.

En entrevista con el programa radial Temprano para Imposibles, Basteiro anticipó el libro que presentará a fines de abril en la Feria del Libro de Buenos Aires y que refleja su investigación sobre las armas aptas para reprimir manifestaciones populares que el gobierno de facto de Jeanine Añez recibió de contrabando desde Argentina y utilizó en las masacres posteriores a su toma del poder.
Además de ex diputado nacional, referente de una de las vertientes del Socialismo argentino y dirigente nacional del Partido Frente Grande, Ariel Basteiro fue dos veces embajador argentino en Bolivia, la segunda entre 2019 y 2023, lo que le permitió un conocimiento directo de los hechos que relata.

En noviembre de 2019, Bolivia sufrió un golpe de estado contra el gobierno legítimo de Evo Morales. La sedición congregó una mezcla de los elementos tradicionales, fuerzas militares y policiales que dieron un ultimátum al gobierno y tomaron el poder, con injerencia extranjera, y elementos más novedosos, guerra comunicacional, manifestaciones callejeras y patotas paraestatales, una de las cuales mató al ilustre periodista mendocino Sebastián Moro.

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La participación del gobierno de Macri en el golpe fue siempre un secreto a voces, que ni siquiera hicieron esfuerzos por ocultar. Sus diputados se negaron a votar un repudio a la asonada e investigaciones periodísticas revelaron que Cancillería argentina tenía información fehaciente que se produciría el golpe de estado una semana antes. Se sabía del contrabando de armas, caso sobre el que hay una causa judicial que tiene por imputados a Macri y 13 funcionarios de su gestión, pero Basteiro aporta una prueba clave que se les pasó borrar de la embajada: una carta de agradecimiento del general Terceros Lara al gobierno argentino por las armas y municiones. Hoy Terceros Lara, jefe de la Fuerza Aérea Boliviana por entonces, está preso por esta causa. En Bolivia, claro, en Argentina está estancada esperando mejores jueces.

El racconto de las matanzas del golpe boliviano, siempre parcial porque no da cuenta de los mutilados, las vidas eternamente afectadas, las familias, según relata el ex embajador, es de 37 asesinados, 36 bolivianos y Sebastián.

Sobre Sebastián y su muerte, recomendamos la película “Sebastián Moro, el caminante” (2023) de María Laura Cali. La novedad que nos trae Basteiro es que el gobierno boliviano reconoció el caso como un crimen de la dictadura boliviana. Esos días convulsos, patotas paraestatales comandadas por un señor feudal de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, tomaban e incendiaban sedes del partido político de Evo Morales y linchaban con distinto grado de lesiones a dirigentes y militantes de su fuerza. Especial saña descargaron contra periodistas de los medios en que trabajaba Sebastián. Varios de ellos fueron agredidos o debieron escapar. Sebastián fue encontrado agonizando, las primeras versiones se orientaron a que había sufrido un ACV, pero luego aparecieron pruebas de golpes en su cuerpo y de vulneración de su domicilio.

Basteiro reconstruye un caso valioso para entender la realidad latinoamericana de estos tiempos. Con impacto académico, para formular mejores hipótesis ante esa pregunta que parece percutir en nuestros oídos aunque no sea pronunciada, ¿qué tanto de democracia tienen nuestras “democracias”? ¿qué tanto de república tienen nuestras “repúblicas” que encarcelan perejiles sin pruebas y no lo hacen con contrabandistas sobre cuyos delitos están las pruebas sobre la mesa? Pero también con impacto sobre el presente y potencialidad performativa si somos capaces de rebelarnos ante flagrantes delitos. Para quienes lo conocimos, siempre es motivo de emoción y admiración recordar a Sebastián, cosa que también nos permitirá la publicación.

La verdad siempre es sanadora, aunque sea dolorosa. Bienvenida la verdad que nos trae Ariel Basteiro.

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