La apicultura es una importante actividad productiva en nuestro departamento, por ser la miel de Lavalle, y puntualmente la del secano lavallino, una de las más apreciadas en nuestra provincia y distintos lugares del país. La miel, aunque no el único producto de la colmena, es uno de los alimentos más nobles, por sus propiedades nutricionales y por sus posibilidades productivas. Desde el punto de vista comercial tiene muchas ventajas: es un producto de enorme demanda y que tiene grandes posibilidades de conservación, lo que le permite a las familias productoras esperar un buen momento para la venta. Este escriba tuvo la posibilidad de probar una miel de 12 años de «añejamiento» que estaba en perfectas condiciones.

La apicultura es un arte y una pasión para quienes la practican, con una importante cuota de conocimientos técnicos y una inversión inicial que no es menor. Esta temporada, comenzar con una colmena (material de madera, lo que comúnmente se la llama «caja», y la familia de abejas) rondó los 15 mil pesos, y un apicultor o apicultora que se quiera dedicar comercialmente, recomiendan los que saben, sería deseable que arranque con entre 10 y 20 colmenas, como para aprender el primer año y luego ir creciendo.

En nuestro departamento sucede algo particular. Muchos de los apicultores son «de afuera» y las familias de la zona no se dedican a la actividad, esto se ve acentuado en el secano, donde las familias puesteras ven llegar colmenas de otros lados pero no conocen el arte de la cría de estas nobles trabajadoras que son las abejas.

Lavalle, sin dudas, es una referencia, como lo mencionábamos, y un hecho que lo demuestra es la realización de la Expo Apícola cada año, en la que confluyen empresas de todo el país que ofrecen sus insumos y bienes para la actividad (material, indumentaria, equipamiento, maquinaria, etc) y familias apicultoras de la provincia y la región se acercan para adquirirlos a buenos precios. Es la feria apícola mas importante del oeste del país, donde además de ofrecerse productos, se dan interesantes charlas con especialistas.

La Unión Campesina y Territorial, en nuestro departamento, está realizando una experiencia que permite a un grupo de familias de la zona comenzar con la actividad. Integrantes de esta organización de Jocolí, Tres de Mayo, Alto del Olvido, San Francisco, Lagunas del Rosario y San José, están aprendiendo el arte de la apicultura. A partir de un pequeño proyecto se pudo adquirir algunas colmenas, indumentaria y algo de equipamiento para dar los primeros pasos. En casos como estos, donde la mayoría del grupo son principiantes, es fundamental el acompañamiento técnico y la capacitación.

Es por eso que el grupo buscó a un apicultor de la zona, con vasta experiencia, para realizar un ciclo de charlas y talleres teórico prácticos y así comenzar ese camino de aprendizaje. Sergio Torés es apicultor desde hace muchos años, oriundo de Tres de Mayo, y hoy trabaja en toda la zona norte de Lavalle, fue la persona elegida para el acompañamiento del grupo. El Despertador consultó a Sergio sobre la experiencia de dar seguimiento al proceso: «por mi parte fue muy sorprendente, ver muy buena gente con ganas de aprender y con miles de preguntas, y lo que más me sorprendió fue la delicadeza y el buen trato que tienen hacia las abejas siempre con mucho cuidado y es algo que hoy en día hay que rescatar, que ese cuidado no está y este grupo lo tuvo desde el principio, con mucho aprendido y mucho por aprender, pero por sobre todo un calor humano terrible, muy buena gente, que mantendrá en Lavalle una apicultura territorial sumamente natural».

Belén Arenas es una joven sanrafaelina adoptada por Lavalle hace muchos años: «hace tiempo que quiero hacer apicultura, me di cuenta que es una buena posibilidad económica y que sirve para generar otros ingresos, y que Lavalle es un buen lugar para hacerlo». Belén es artesana de la lana y panadera, y el año pasado comenzó con la actividad apícola, «estoy muy contenta, ya tengo tres colmenas y quiero seguir creciendo, esta semana que pasó ya hice mi primera cosecha y con lo que saqué me alcanzó para dar unos kilos al fondo rotatorio de la organización, vender otro poco y que quede algo en mi casa para darle a mis hijos alimento sano». El grupo tiene un fondo para la compra de colmenas y se devuelve con la propia producción para seguir comprando o que otras familias puedan comenzar con la actividad. Por su parte Soledad Escudero, joven puestera de Tres de Mayo, egresada de la escuela secundaria de ese distrito, cuando era en orientación apícola expresó: «ha sido una experiencia muy interesante, yo tenía formación teórica y algo de práctica, pero no había podido hacer todo el proceso, está muy bueno, sobre todo hacerlo de manera colectiva».

La actividad apícola es, sin dudas, una gran alternativa productiva para la zona. Hoy en Lavalle hay 80 apicultores formalizados, de los cuales la mitad están activos, y otros tantos que no aparecen en los registros o producen para el autoconsumo, Hablamos de miel, pero es enorme el abanico de productos y servicios que se pueden ofrecer desde la apicultura: núcleos (familias de abejas, material vivo), polen, propóleos, hidromiel, arrope, vinagre de miel, jalea real, reinas fecundadas o celdas reales, cera, servicios de polinización a chacras y quintas frutales, y la lista sigue.

Hay un desafío desde el sector y desde las políticas públicas: apoyar a jóvenes apicultores, en la zona bajo riego de nuestro departamento puedan generar una oportunidad laboral, y en el secano una alternativa para la juventud puestera que tiene que salir a buscar trabajo afuera por temporada, y donde la actividad caprina está cada vez más complicada. «Está muy deteriorado la apicultura en la zona y no hay recambio de apicultores» expresó Torés preocupado, porque la juventud no está tomando la posta y los apicultores más viejos que ya no pueden seguir con la actividad, la van dejando.